Columna de opinión
Por LENNY Z. PITO BONILLA @CreaciónpsicologíaXXI
La poderosa palabra “gracias” es quizá la más pronunciada a diario, una y otra vez da varias vueltas al planeta, con tal impacto, que si la hiciéramos consciente a nivel individual y colectivo pasaría a ser el “mantra” con mayor alcance en nuestras vidas.
Al pronunciarla sale a flote la gratitud como sentir del alma, el aporte psicológico del término, formando el acto de agradecer, uno de los verbos más poderosos en todas las lenguas, ya que nos permite vibrar en agradecimiento y conecta tanto con el arte de valorar como con el sentimiento de devolver. Fruto mismo del reconocimiento que le damos al otro o a lo otro por un favor, ayuda, apoyo, servicio o producto ofrecido, que nos ha traído un beneficio, en aquella maravillosa cadena infinita de dar y recibir.
Agradecer tiene su especial origen en la unión entre el prefijo del latín grātus, que significa “grato” y el sufijo ecer (ser): Ser grato, a la vez Don espiritual. También posee una relación directa con la fe en el Ser Superior, las personas o la vida en general, ya que siempre que damos las gracias de antemano, realizamos un acto de confianza.
Aquí y ahora te invito querido lector a preguntarte: ¿Cuántas veces agradeces al día, a quién o qué y por qué motivos? ¿Cuál es tu nivel de conciencia en cada momento de gracias?… Permite que tu corazón responda, para que recuerdes que el agradecimiento es precisamente “la memoria del corazón”.
La gratitud es entonces un estado de vida permanente, no depende del vaivén del ánimo, tan variable y vulnerable a la vez. En ella estamos llamados a vibrar alto aun en los momentos de mayor adversidad, comprendiendo que todo lo que nos sucede tienen una razón de ser y que siempre trae su enseñanza. Estado espiritual y por el que optamos con libertad, que sale de lo más profundo de nuestra esencia y retumba en el universo, creando energía de transformación, armonía, felicidad y amor, ejes fundamentales de la estabilidad emocional.
A la vez la acción de gracias, es una virtud que nos engrandece como humanos con profundo impacto sobre la psique, al conectarnos con la disposición natural de reconocer, apreciar o devolver, manifestada en pensamientos, palabras y acciones. Ser agradecido o no en frecuencia, intensidad y autenticidad engrandece nuestra personalidad, indicador de la forma como nos valoramos a nosotros mismos y el valor que damos a los demás, las posesiones materiales, las situaciones cotidianas y las relaciones con el exterior.
Al agradecer reunimos en nosotros mismos empatía, generosidad, solidaridad y sororidad, generando mayores niveles de bienestar y reduciendo el embate de las emociones de baja vibración como la tristeza, la ansiedad o la angustia. El resultado final es ser feliz, ejerciendo mayor manejo de las circunstancias, aprendiendo de las experiencias y desarrollando el propósito de vida.
A nivel de las relaciones interpersonales la gratitud es valiosa, porque refuerza las interacciones afectivas, familiares, laborales y sociales haciendo eco a la humildad y disparando nuestro poder pacificador, conciliador y amoroso.
Los múltiples beneficios de la gratitud se dirigen hacia el fortalecimiento de la salud física y mental, la interacción social, la paz interior y la humanización a nivel universal. A través suyo se expresa confianza, compasión, felicidad y valor por la vida, con tal intención que transforma nuestro mundo, el mundo del otro y al mundo entero.
En tiempos de tanta ingratitud, es momento para reflexionar sobre el tema, entonces ¿cuál es tu reflexión? En la mía, por ejemplo, experimento un profundo agradecimiento hacia nuestro periódico El Nuevo Liberal, patrimonio de Popayán, que durante 85 años ha informado y formado a generaciones de payaneses y caucanos, a pesar de los vientos, las tormentas o los temblores.
Un día todos tuvimos sus páginas en nuestras manos y hoy sin importar en donde nos encontremos, podemos acceder a él. Lo disfrutamos, nos empapamos de las noticias, aprendemos con los diversos temas que abordan con alto nivel los columnistas y lo hacemos rodar entre las redes sociales, para ser leído por miles de personas, haciendo honor a su condición de diario.
¡El periódico es nuestro!, por eso es importante con gratitud y generosidad que atendamos la propuesta de su actual director, para no olvidarlo ni dejarlo morir. Y de paso gracias de corazón a Marco Antonio Valencia Calle, por la dirección que le ha dado en medio de “las vacas más flacas en la historia de El Nuevo Liberal”. Por ser su voz en medio de su agonía e impregnarnos aun en ella de optimismo.
Gracias Popayán por amar su periódico, al mismo por permitirme ser una de sus columnistas desde el 2016 y a los lectores por ser parte de su existencia durante ocho décadas.