El discurso de Petro ante la ONU

Columna de opinión

Por: FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO

L

a disertación de Petro ante la Asamblea General de la ONU suscitó polémicas, ignoró el servilismo de los mandatarios “tercermundistas”, hizo sentir la voz de los vejados, resaltó el estrepitoso fracaso de la “guerra contra las drogas” y enfatizó la “corresponsabilidad” estatal, convocando la unión latinoamericana para “cambiar la política antidrogas” y defender nuestra biodiversidad.   

Petro desplegó resueltamente el Programa de Gobierno del Pacto Histórico: “5.3- El enfoque del prohibicionismo en el tratamiento del problema global de las drogas le impuso a Colombia la guerra en torno a las economías ilegales de la coca, amapola y cannabis. Esta guerra ha fracasado y el país necesita avanzar hacia un nuevo paradigma que concite la voluntad global de América Latina hacia una agenda internacional concertada basada en los derechos humanos y la construcción de la paz, la transformación económica de los entornos productores sin criminalización de los cultivadores, la protección de la naturaleza, la regulación, el sometimiento judicial de las organizaciones criminales y el abordaje del consumo como un tema de salud pública.  Prohibiremos la aspersión aérea con exfoliantes como el glifosato, por razones de salud pública y ambiental”.    

Reclamó, vehementemente, la necesidad de que los países ricos financien la conservación de la selva amazónica y renegocien las cláusulas de endeudamiento, como contrapartida para que los países deudores implementen políticas preventivas de cambio climático. Destacó la crecida significación socioeconómica de los bosques en la protección de la biodiversidad, la estabilización del clima, los servicios ecosistémicos, la compensación económica y el bienestar para la humanidad. Postuló la articulación evidente entre deforestación, cultivo de coca, guerra antidrogas y crisis climática, aunando la preservación medioambiental y la imperativa aplicación de un nuevo modelo para combatir el tráfico ilícito de drogas –TID.

 Acentúo su acusación sobre el prohibicionismo –manifestación recalcitrante de la “guerra contra las drogas”, sanciones excesivas, operativos policivo/militares contra traficantes y consumidores, fumigaciones irracionales, etc.- y sus graves secuelas –brutalidad, delincuencia, asedio a los cultivadores, etc.-. Sin embargo, no se refirió a la “prohibición” –regulación, veto al mercado libre y al consumo recreativo, etc.-, desdeñando categóricamente la perpetuación del prohibicionismo a mediano-largo plazo, dimanado del vínculo innegable entre Poder político-Dinero sucio-Sistema bancario. 

En su exornada oratoria Petro equiparó los daños causados por el narcotráfico, con los ocasionados por la industria energética; la voracidad de lucro de los narcos, con la de los productores-exportadores de petróleo y carbón; la adicción a las drogas, con los daños al medio-ambiente y la alteración climática, cotejamiento infundado porque son actividades dirigidas hacia propósitos divergentes. Son “venenos” con efectos diferentes, porque el TID satisface la codicia individual y el comercio internacional energético favorece el ingreso de divisas al fisco colombiano. Las consecuencias nefastas del TID in praxis perjudican igualmente los países productores y consumidores. De ahí que los esfuerzos para frenarlo deben ser mancomunados. En Colombia ponemos los muertos, padecemos la violencia y la pobreza, vivimos la deforestación, la minería ilegal, el tráfico de armamentos, la contaminación del agua y el aire, etc., quedándonos la corrupción y un insignificante remanente del negocio (5%).  En EE.UU.-UE-Países Ricos, se establece el lavado de dineros manchados, el desarrollo de economías derivadas, la opulencia y una relevante circulación de dólares (95%).

La alocución de Petro subrayó verdades inocultables, pero por suprema que sea ¡no logrará homogeneizar las diversas concepciones y alternativas de resolución al problema del TID!, ni cambiará el enfoque dinerario de quienes abastecen a los que se deleitan esnifando o pinchándose. La mente patosa de Bolsonaro expresó que “El presidente de Colombia fue a la ONU a defender la liberación de la cocaína”. La caverna colombiana calificó el discurso como “una defensa del tráfico de drogas”. Los países ricos se “opondrán decididamente” a la legalización de la cocaína, porque su ganancia está determinada por la ilicitud. La disertación NO cambiará la historia, pero deja constancia indeleble de ¡PROTESTA, RECLAMACIÓN Y EXIGENCIA!

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