La campaña política de alguna manera termina siendo sutil cortina, que tapa la realidad de un departamento sumido en las más graves circunstancias de todos los tiempos, inexcusablemente en el peor momento, cuando debía tener sus fuerzas dirigidas a organizar una estrategia, a fin de lograr la respuesta esperada por los habitantes que han soportado la violencia.
Pero aquí, el posicionamiento de los intereses individuales, todo lo distrae, que lastima los Recursos de las Regalías, sumas cuantiosas con las que nunca en la historia contó el Cauca, terminaron distraídas por la mala asignación, producto de una gestión perdida en el afán del mantenimiento del poder local.
En estos laberintos se perdió la guía de un territorio, reconocido como ilustre en diversas épocas de la historia, como no confundirse si el Gobernador en su calidad de presidente del Consejo Superior de la Universidad del Cauca, ante la Asamblea del Departamento, no tiene inconveniente en referirse en los peores términos a su labor institucional, sin detenerse en el rubor de no haber asistido a sus sesiones como es su obligación, grave para la educación.
A continuación, en la misma sesión, como una demostración del mayor cinismo, se considera al sector de la salud en el Cauca, como nido de ratas ante el cual, es mejor devolver los recursos a Bogotá que entregar a ellos su gestión, quién entonces dirige la salud en el Departamento o quién responde por los miles de enfermos sin una sola posibilidad de atención.
Pasaron de manera vertiginosa al olvido los discursos inquisidores, con los cuales se señalaba a la dirigencia liberal de ser autora del robo a la salud y a la educación; o no era así, o se aprendió muy rápido.
Se perdió el Cauca, seguramente por las mismas Regalías; que dirán en el futuro los parlamentarios Liberales, que iniciaron pronunciamientos de denuncia a estas circunstancias y de pronto, en la complicidad de los acuerdos resolvieron mirar para otro lado y acomodarse a los condicionamientos.
Muy difícil entender cómo se ha puesto en riesgo la permanencia de la Industria Licorera del Cauca, generadora de recursos para la salud y la educación, soporte para el financiamiento de expresiones culturales representadas en las festividades de varios municipios, al cambiar por situaciones políticas la gerencia de la empresa, afectando su buena gestión.
No se han propiciado avances en temas de tanta importancia como lo es el de la convivencia, el entendimiento y la confianza, hacia una disposición para la paz, por apalancar una candidatura soportada en la manipulación y el sectarismo.
El proceso de paz debe ser un marco para en el Cauca, adelantar una convocatoria amplia, basada en la discusión y el respeto de todos los sectores; empresariales, sindicales, indígenas, afrodescendientes, urbanos, campesinos, con el fin de acordar las políticas públicas con las cuales atender la niñez, la juventud, el trabajado digno, la mujer y los adultos mayores.
Frente a esta desolación de todas las oportunidades, se presenta una salida como históricamente se ha hecho en este territorio en todos los tiempos, como en la época de Torres y Caldas, crece una ola gigante de inconformidad, de no aceptación de servidumbres, de resistencia e insumisión, se impone el derecho a la igualdad y al respeto.
Las recientes expresiones de La Red de Mujeres del Cauca, el sentimiento de frustración que acompaña a vastos sectores del liberalismo, la acogida a la campaña del General Barrero, la candidatura de Gilberto Muñoz Coronado. Expresión de las comunidades indígenas de no aceptar más engaños electorales, la movilización de rechazo que suena en los caminos como singular avalancha, son una muestra de que los caucanos saben indignarse en el momento preciso.