BALANCE Y FALENCIAS

Columna de opinión

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Por AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO

Se nos fue un año más de vida, de experiencia y sobre todo, de decepciones para muchos y de mucha felicidad para unos pocos, muy pocos por cierto.

Colombia no es la excepción. Los cambios políticos se han venido presentando con resultados disímiles en toda Latinoamérica, de tal forma que es mucho lo que podemos tratar de aprender, para consolidar una razón de ser de nuestra ideología o de nuestros aspiraciones por encontrar una sociedad donde el hombre del nuevo milenio, empiece a reconsiderar su papel protagónico, no en la defensa del medio ambiente y de la biodiversidad, sino principalmente en sus relaciones con el otro, con los otros, en convivencia y que haya un día en el que rescate el verdadero trasfondo de lo que es y lo que significa la SOLIDARIDAD.

Un gobierno de cambio y de transformaciones estructurado sobre la base de una coalición de gobierno donde todas las corrientes políticas, las buenas y las malas, salpicadas por anteriores gobiernos y por nefastas participaciones en la burocracia estatal, han establecido reglas de juego y siguen manipulando su presencia en la cuota de gobierno, hasta cuando se les rebose la copa y vuelva a ser parte de su inoperancia en el saneamiento de dichas costumbres internas que tanto daño le han hecho al país.

Cuando se esperaba una Comisión de Acusaciones que despegara y que presentara algunas iniciativas en el redireccionamiento de estrategias que permitan ver la posibilidad de enjuiciamiento a la clase política tradicional, a las altas cortes y a los funcionarios con fuero, es cuando encontramos que todo sigue en el reino de la impunidad, que nadie se pronuncia y que ni siquiera los medios de comunicación advierten por la forma como quedó integrada dicha célula del Congreso y lo que es más simbólico es que no podemos decir que dejó de ser la Cámara de Absoluciones. Así de sencillo.

En cuanto tiene que ver con las reformas políticas que se avecinan, ya perdemos la esperanza cuando se advierte que se aprobará la lista cerrada, pero con el compromiso de que los actuales dirigentes que ocupan curules en el Congreso de la República, sean cabeza de lista. ¿Y dónde queda la democracia? No es esta una forma de nepotismo y de generar desde ya una patente de corso para perpetuarse en el poder.

Y si pensamos en el proyecto de reforma pensional o de la salud en Colombia, de seguro que la clase económicamente activa y los medios de comunicación al servicio de las transnacionales se encargarán de dinamitar cualquier proyecto para hacerlo inviable y generar de esta manera un desconcierto y una desinformación propia para dar al traste con cualquier proyecto, máxime cuando desde el señor Presidente y los Ministros y Directores de Institutos o entidades públicas dicen unas cosas y generan temas de especulación y de caos que han de llevarnos a la pérdida por completo de credibilidad en los mismos funcionarios.

Es que sigue cabalgando a nivel nacional esa pérdida de confianza en las instituciones. No encontramos un derrotero que nos permita visualizar una salida o un proyecto que consideremos válido en la lucha contra la corrupción, primer bastión con el que nos presentamos ante el mundo y sin justicia y sin entes de control, la debacle es completa, es total y la hecatombe que siempre hemos advertido, empezará muy pronto a sacudirnos y hacernos entender que este proceso político no puede continuar, por cuanto, las alianzas políticas están pegadas con babas como dice el argot popular, en tanto que no se lastimen los intereses de la clase dirigente nacional.

Es urgente entonces, que desde el timón del gobierno nacional, se tomen los correctivos de rigor, sin importar  a quien le duela, sino que buscando en todo momento liderar ese proceso requerido para depurar la clase política, y por ello, lo primero que debemos hacer es pensar en el cierre del Congreso de la República y un replanteamiento de la estructura del poder judicial en todos los niveles, al igual que eliminar la Procuraduría General de la Nación y transformar la Fiscalía General de la Nación y la Contraloría, entes que en nada han contribuido por el saneamiento de los vicios y de la politiquería corrupta que nos regenta hace más de cien años.

Así de sencillo, es necesario mano fuerte. Es necesario que se sienta la fuerza del poder y que todo empiece de nuevo, sin importar el sacrificio que ello representa, pero por favor, que nos olvidemos de estar acosando al pueblo colombiano con impuestos y sanciones y amenazas de cárcel por no trasladar nuestros ingresos para el sostenimiento de la clase política corrupta, como se pretende a diario por los encargados de la administración del fisco nacional. 

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