Columna de opinión
Por: FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO
El Narcotráfico –NT- exige un tratamiento totalizante por su carácter global, pluriofensivo y mutante. Es un fenómeno proteico, cambiante, que intervincula personas-drogas-sociedad en el mercado nacional e internacional y se rige por sus leyes. Su naturaleza multiofensiva atenta contra la economía, la democracia, la soberanía, la salud individual/colectiva, etc. Como agente criminógeno y criminodinámico su fronda abarca todos los excesos contra la vida, la dignidad, los DD.HH., etc. y cualesquiera manifestaciones delincuenciales. Combatirlo eficazmente precisa, simultáneamente, disposiciones preventivo/educativas, represivo/controladoras, rehabilitativo/reinsersivas. Los consumidores deben ser sujetos de atención médica. Su represión debe enfocarse en los procesadores y distribuidores.
La producción/expansión del consumo de estupefactivos está conectada con la dominación impuesta por la dependencia colonial/neocolonia. La sustitución de cultivos es inútil mientras no se garantice un comercio rentable para los nuevos bienes agrarios porque, contrario sensu, los cultivadores campesinos permanecerán forzados a retornar a la producción ilícita. ¡La represión sólo ha generado violencia! El “rescate” de tierras con finalidades legales, es de importancia decisiva. Los países productores/consumidores han de atacar, concomitantemente, el procesamiento, distribución y uso de psicoactivos; adquisición de precursores; importación de psicoactivos; receptación y blanqueo de dineros sucios; exportación de armamentos y contratación de mercenarios, etc., ilícitos originados en las metrópolis que impelen el NT y afectan severamente la estabilidad de los países “atrasados”.
En Europa/Norteamérica la demanda/consumo de drogas está determinada por su ethos cultural y social, mientras que en América latina la hoja de coca está asociada con el uso secular de las comunidades indígenas. En los países andinos el factor que agita la opinión ciudadana es la violencia de los “narcos” contra la población civil inerme, en tanto que en las sociedades industrializadas se determina por la magnitud del consumo y en la decisión de golpear a los carteles traficantes. Ambas “guerras” se libran en escenarios diferentes y tienen intereses, protagonistas, metas, estrategias, tácticas y armas divergentes. El NT no se puede combatir con posiciones unilaterales, sino con coparticipación política-técnico-financiera. De ahí que los centros de consumo se extralimitan arrogándose facultades para expedir certificados de buena conducta.
Cada Estado tiene que identificar sus intereses vitales, prioridades, planes y herramientas para luchar contra el NT. Colombia debe preservar su autonomía relativa para defender sus valores, idiosincrasia, soberanía, etc., a fin de robustecer su democracia y mejorar su bienestar colectivo. Igualmente, debería propugnar por su autonomía (free-rider) y desenchufarse de las políticas implantadas por Washington. Hemos peleado solos, “puesto los muertos”, damnificados, riqueza destruida, etc., y, por tanto, alcanzar la Paz Total es cuestión exclusivamente nuestra, ¡sin intromisiones, presiones o imposiciones extranjeras! Tenemos intereses convergentes con EE.UU./Europa, pero los objetivos de la contienda son concluyentemente distintos.
Extraditar colombianos ha devenido en instituto anacrónico y la opinión colectiva lo considera improcedente para conjurar el NT, pues de medida jurídica mutó en factor importante de la acción gubernativa, transformándose en problema político. Si para instaurar la Paz Total se impone el diálogo entre gobierno/traficantes para formalizar su rendición y entrega incondicional con miras a aplicarles la autoridad del Estado colombiano, juzgarlos con nuestras leyes y tribunales, es indispensable hacerlo. Para redimir nuestra nación de la violencia y la corrupción, frutos del NT, en condiciones compatibles con el orden jurídico, ético e institucional, ¡LA REGULACIÓN DE LA PRODUCCIÓN, LA DESPENALIZACIÓN PROGRESIVA DEL COSUMO Y LA DESCRIMINALIZACIÓN GRADUAL DEL COMERCIO SON INEXORABLES!
La “guerra contra las drogas” y el “prohibicionismo” liderado por EE.UU./UE han fracasado tajantemente. Es perentorio diseñar y ejecutar políticas públicas acordes con nuestras necesidades, orientadas hacia OPCIONES ANTIPROHIBICIONISTAS que adopten estrategias reguladoras para el cannabis recreativo y el comercio lícito de hojas de coca para usos tradicionales y diversificados, similar a lo normalizado por Uruguay, Bolivia, Perú, EE.UU., Canadá, etc., en nuestro continente. Sin excepción, todas las prácticas prohibidas –juego, alcohol, prostitución, apuestas, aborto, marihuana, etc.-, han sido legalizadas con el acontecer socioeconómico y jurídico-político.