Editorial
Por: Marco Antonio Valencia Calle
El Consejo de Estado confirmó que suspendió de manera provisional 56 títulos universitarios a egresados de la Universidad del Cauca, la mayoría de la Facultad de Derecho.
Los señalados de fraude son un grupo especial de 24 funcionarios de la policía (que triple vergüenza), 23 estudiantes de un convenio con el Consejo Regional Indígenas (Cric), y otros 20 que presuntamente pagaron para falsificar notas en el Sistema Integrado de Matricula y Control Académico.
Mientras tanto, directivos universitarios expresaron que según sus propias investigaciones serían 140 los títulos expedidos como producto de actos ilícitos con la complicidad de funcionarios de la gobernación, la misma universidad y egresados desde el año 2017.
Esto no tiene nombre decente.
“La Universidad del Cauca es la joya de corona” académica de Popayán y el departamento del Cauca, incluso de Colombia y Latinoamérica.
Y un escándalo así de grave perjudica 200 años de vida de una institución educativa que ha sido faro de luz sobre el mundo.
Lo ocurrido es el más alto agravio del que tengamos noticias en la historia de nuestra universidad. Una institución que se ha cuidado de mantener su nombre y prestigio a salvo de todos los vicios y vagabunderías humanas. Y ni castigando a los delincuentes con todo el peso de las leyes y el escarnio público, uno por uno, borraremos esta infamia de mala conducta hacia el futuro.
Es un ilícito de marca mayor que sobrepasa todos los límites de la decencia, la ética, la moral, las buenas costumbres, las normas, las leyes… ¡Es terrible, es terrible!
Un actuar vergonzante y tenebroso que empaña el buen nombre de miles de exalumnos, académicos, profesores y empleados de la que hasta ahora ha sido la mejor universidad pública colombiana. Prestigio que sostienen cientos de egresados e investigadores, académicos y estudiantes que sobresalen por su talento respaldado por el sello de la Universidad del Cauca.
Si son inocentes que la justicia lo diga.
Pero sin son culpables y salen libres por dilaciones, preclusiones, politiquerías y marrullerías de tinterillos… sería un agravio más grande e intolerable. Eso no puede quedar así. La sociedad requiere respuestas serias y contundentes. Pero sobre todo castigo para éstos miserables.
Los sindicatos universitarios, los movimientos estudiantiles, los gremios de exalumnos deben pronunciarse ya mismo. No nos podemos quedar callados cuando mancillan lo más querido y amado de esta sociedad.
Invitamos a todos los universitarios y exalumnos a escribir cartas y mensajes por sus redes sociales exigiendo justicia y castigo a los miserables. Que las directivas universitarias y los jueces sepan que estamos esperando respuestas serias y prontas.
Como exalumnos pidamos a las directivas aniversarios y judiciales una investigación profunda, rápida, exhaustiva y las penas máximas para los delincuentes, trátese de quien se trate.
El buen nombre de todos quienes hemos estudiado en esta universidad está implicado y es un deber constitucional de las actuales directivas ser claros y severos. Medidas tímidas los vuelve cómplices.
Habladurías de compra de cupos para ingresar, y ahora compra de notas para graduarse, son la peor noticia del mundo sobre nuestra joya de la corona.
Que se corrompa la sal, pero no la Universidad del Cauca, jamás, nunca. No lo podemos permitir.
Señor Rector Deibar René Hurtado Herrera. Salve usted el prestigio de Unicauca. Que tiemblen los culpables.