Columna de opinión
Por: Eduardo Nates
Por la importancia y amplia difusión que ha adquirido el tema y las discusiones de diversa índole que ha generado, se hace necesario referirse de nuevo y seguir analizando varias aristas que muestra el Acuerdo suscrito entre el gobierno de Petro y FEDEGAN, para la adquisición de tierras de los ganaderos, con destino a la Reforma Rural Integral.
En esta oportunidad se trata de la preocupante divergencia que ha surgido entre las afirmaciones del presidente Petro, en cuanto a la posibilidad de pagar los predios a adquirir, con bonos del tesoro, llamados TES (Títulos de deuda del Tesoro), y las consecuentes declaraciones del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, sobre la imposibilidad de hacerlo. “En el Ministerio de Hacienda tenemos claro que no se puede hacer…No se pueden comprar tierras con TES”, dijo Ocampo.
Si bien estas diferencias han derivado en comentarios que van más allá de la relación del presidente con el ministro, miremos el tema que concierne al pago de las tierras. Puede resultar cierto que por aspectos técnicos financieros del tesoro y de manejo de los topes de endeudamiento del estado, exista alguna imposibilidad de pagar con esos títulos, pero no es menos cierto que la palabra empeñada del Presidente, en uno de sus más importantes ofrecimientos de campaña (La Reforma Agraria) obliga al Min Hacienda a estrujarse la imaginación hasta encontrar la fórmula apropiada, lo cual se mira bastante oscuro.
Ayer se aprobó la Ley de Presupuesto 2023 y no aparece rubro especifico en el Ministerio de Agricultura o en la Agencia Nacional de Tierras, con ese propósito. Este habría sido el instrumento político por excelencia para incluir las partidas que le permitieran atender los compromisos de inversiones pendientes y los derivados de la campana electoral. Si no se puede con TES, (porque el estado no puede emitir más, sin violar la regla fiscal) pues debería ser con los impuestos que resulten de la “peluqueada” Reforma Tributaria -lo que tampoco está claro. La otra vía es por el camino de más deudas, ruta estrecha porque ya estamos llegando a los limites peligrosos del 100% del PIB. Y ni sumando el aberrante expediente de las “Vigencias Futuras”, que los últimos gobiernos han utilizado sin límite racional, para financiar enormes inversiones, en otras latitudes, siempre distantes del territorio caucano, al que nos siguen asignando partidas de inversiones con gotero. Triste constatar que, en el presupuesto del año 2023, seguimos igual, a pesar de la muy copiosa votación que se le aportó a la formula Petro – Francia y por otro lado, al ponente Jorge Bastidas -que le alcanzo para jalar a Pete-.
Guardo la esperanza de que el documento firmado con FEDEGAN, no termine donde han quedado tantos documentos como, por ejemplo, los suscritos aquí en el Cauca, al calor de los paros y cierres atrabiliarios de la Panamericana, de los cuales la pobreza de esta región da cuenta y que son el testimonio de la lentitud y la negligencia de los gobiernos centrales.
Ante estas realidades del nuevo gobierno, me temo que lamentablemente Petro va en camino a consolidarse como “el presidente de los anuncios” y si no los cumple, quedará aún peor que sus antecesores en el Solio de Bolívar, pues es indudable que su elección se dio con base en unos reiterados anuncios y promesas de cambio y los instrumentos legales que la supuesta mayoría en el Congreso le habrían aportado para cumplirlos, no se están alineando con esos ofrecimientos. De ser así, la decepción de quienes creyeron en el cambio, sería lo peor que le pueda suceder a este atribulado país.