Pueblo chico, infierno grande

Editorial

Por: Marco Antonio Valencia Calle

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No es apropiado hablar mal de una ciudad o de cualquier otra cosa de manera gratuita.

Si tiene alguna crítica constructiva o sugerencia para mejorar una ciudad, es importante expresarlo de manera respetuosa y fundamentada.

Además, es importante tener en cuenta que las opiniones sobre una ciudad pueden variar ampliamente según las experiencias personales y las perspectivas de cada individuo.

Lo que tanto le mortifica a unos, a otros le tienen sin cuidado. Es decir, que generalizar las cosas es un gran error humano.

De otro lado hablar mal es fácil, madrear, señalar, ver lo feo es fácil: ¿fuimos educados para sospechar? ¿para desconfiar? ¿Para prejuzgar?

Ver virtudes, encontrar aspectos positivos implica criterio, y eso es más difícil.

El efecto dominó le llaman los expertos, si uno comienza a despotricar de algo, los sin criterio, sin ver más allá de sus narices comienzan a imitar para sobresalir, estar a la moda. La gente facilista se mueve por emociones y no por racionalidad.

No estamos diciendo que nuestras ciudades sean perfectas, claro que tienen millones de problemas, pero también tienen virtudes y cosas buenas que hay que resaltar.

Que nuestra ciudad tiene problemas de seguridad, sí, es cierto.

Que las empresas que prestan servicios públicos no atienden rápido las quejas, es cierto.

Que cada día el tráfico o el transito está peor y los responsables no socializan programas de mejora, es cierto.

Que tenemos una ciudad de migrantes donde mucha gente viene a buscar una oportunidad para vivir, conseguir empleo y no hay oportunidades económicas, es cierto.

Podemos criticarla por eso y otros asuntos, son desafíos, problemas identificados, temas sin respuesta.

Pero no es el fin del mundo. Tenemos que hablar y sacar la cara por las pocas cosas buenas que tenga.  Tenemos una actividad cultural que fluye bien o mal, con creatividad.

Tenemos paisajes naturales tanto urbanos como campestres, hermosos, que nos dan razones para enamorarnos de ella.

La gente de aquí no se deja morir en lo cultural ni en lo económico. Cada año, para rabia de algunos pero, para bendición de un grupo grande de personas, se organizan eventos que generan empleos informales y enormidades. El Congreso Gastronómico, la Feria del libro, La Semana Santa, la semana de las culturas, las semanas de la artesanía, en fin; la gente auto-gestiona cosas maravillosas.

No vamos a defender a ningún gobernante, no nos interesa. Pero sí queremos promover algo de criterio para criticar la ciudad, pues denostar y despreciarla parece un deporte gratuito.

En general, la relación con una ciudad es personal y está influenciada por muchos factores, incluyendo tus intereses y preferencias personales.

Las críticas a una ciudad deben ser objetivas y fundamentadas, y siempre se debe buscar soluciones y mejoras para los problemas identificados.

Ojalá nuestro mensaje no de desvirtué y se use con criterios políticos y mal infundados.

Nuestra invitación concreta es valorar las cosas buenas que tiene la ciudad.

A tener criterio personal para hacer el esfuerzo y encontrar lo positivo del lugar donde vivimos.

A sumar cosas buenas, como en la pirinola.

Hay cosas malas, en efecto,  pero no es Sodoma ni Gomorra. Hay muchas cosas buenas. Hagamos que valgan la pena.

Por nuestra salud espiritual.

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