Columna de opinión
Por CARLOS E. CAÑAR SARRIA – carlosecanar@hotmail.com
Crecimiento económico y desarrollo social son dos categorías que están estrechamente relacionadas. Cuando un país logra aumentar el Producto Interno Bruto, PBI, incrementar la producción de bienes y servicios para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, se puede afirmar que existe crecimiento económico y por ende, desarrollo social.
El desarrollo económico es una respuesta a planes estructurados encaminados a establecer innovaciones científicas, tecnológicas, comerciales, etc., que garanticen el aumento de la productividad, el mejoramiento de los ingresos de la población tendientes a combatir la miseria y la pobreza.
Hace algunos años, en foro sobre el tema de la pobreza y cómo combatirla, expertos resaltaron que el crecimiento económico es condición básica para contrarrestar las profundas desigualdades socioeconómicas. Se enfatizó que en Colombia el crecimiento económico está beneficiando a los ricos. Situación escandalosa y preocupante que invita al Gobierno, a los partidos políticos, a los gremios de la producción, al Congreso, entre otros actores, a concentrar esfuerzos para generar estrategias hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de millones de compatriotas.
En un informe de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, señala que la creación de empleo es un desafío importante para los gobiernos latinoamericanos. En Latinoamérica el desempleo bajó a 8,6 por ciento, mientras Colombia presenta niveles elevados de desempleo, el 12,1 por ciento según datos no tan lejanos, situación preocupante porque en el país no vislumbran políticas públicas que signifiquen el empleo cono una prioridad.
Es por eso, que nos atrevemos a pensar que Colombia requiere con urgencia unos planes de desarrollo a nivel nacional, regional y local, políticas públicas y privadas -porque desde la empresa privada se pueden diseñar e implementar políticas públicas- para generar empleo permanente y bien remunerado, capaces de hacer realidad la dignidad de las personas. No puede ser justo ningún gobierno donde los trabajadores sigan subsistiendo con un solo dólar por día. No es posible el crecimiento económico mientras se sigan cerrando empresas echando a los trabajadores a la calle. El modelo neoliberal no sólo es injusto sino también perverso. El desempleo minimiza el ingreso de las familias y acrecienta el problema social.
A Colombia le urge invertir en construcción de carreteras, puentes, escuelas, colegios, universidades, hospitales, acueductos, redes eléctricas, etc. Aún no se dinamizan los procesos de modernización económica, entre otras cosas, porque hemos contado con gobiernos faltos de sensibilidad social y porque seguimos rezagados en ciencia y en tecnología. Las universidades no deben estar ajenas al crecimiento económico. La investigación debe ser una prioridad. Algunas se han quedado cortas, pues a pesar de conformar redes y centros de investigación, éstos sólo existen de nombre porque no producen nada. Mientras el Estado y las universidades asuman una actitud mezquina ante los procesos de investigación, mientras no inviertan un solo peso y pretendan que las investigaciones resulten como por arte de magia, seguirán obstaculizando el crecimiento económico. Las universidades deben fomentar programas acordes a las necesidades de las regiones y hacer dejación de carreras no pertinentes o que ya tienen saturado el mercado laboral.
Durante épocas preelectorales y electorales en general, el proselitismo no está exento del tema del empleo o desempleo, pero sin planes ni propuestas que estimulen la emoción de las personas, que validen la posibilidad de elegir con confianza. El país continúa figurando por el alto índice de desempleo y de abstención electoral. En Colombia son miles de personas excluidas del derecho esencial al trabajo. Que si tuvieran trabajo en condiciones de dignidad, tanto gobernantes como gobernados no tendrían que recurrir a medidas asistencialistas que sólo reproducen una sociedad mendicante y atenida.
Son grandes los retos que tiene el Estado colombiano y los gobiernos venideros en materia de empleo y de economía social, coyuntura que deben aprovechar también las instituciones financieras, los gremios de la producción, los partidos políticos, el Congreso que cada vez está más desprestigiado y deslegitimado, con no pocos congresistas enfrascados en problemas de corrupción y motivados por prebendas personales; en fin, todos los actores sociales que tienen en sus manos los hilos del poder.
También es necesario que los gobiernos latinoamericanos busquen la forma de renegociar la deuda externa para asumir un comportamiento diferente frente a los organismos internacionales de crédito.
En tiempos de postconflicto, se espera la construcción de un país que garantice la paz política, es cierto, pero es necesario enfatizar también en la paz social, y para que esta última se concretice los beneficios de la economía no se deben limitar a unos pocos, sino hacerlos extensivos al resto de la sociedad. Es bueno y necesario que a la economía colombiana le vaya bien pero que al país también.
Coletilla: Ante la preocupación en las redes sociales de la falta de líderes en el Cauca, contestamos que en ocasiones hay líderes, pero hace falta pueb