POPAYÁN COMPROMISO DE TODOS

Columna de opinión

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Por: Álvaro Jesús Urbano Rojas

El Centro Histórico de Popayán, fue uno de los mejor conservados del continente americano, destacando su arquitectura colonial y el cuidado de las fachadas en su trama ortogonal que hoy subyace en el abandono y total destrucción por causa de la negligencia de todos.

Quienes vivimos en Popayán, estamos llamados a procurar un ambiente de sana convivencia, de respeto por la ciudad y por nuestro valioso patrimonio arquitectónico y artístico, el cual debemos aprovecharlo de manera responsable y sostenible. Cuidar ese legado es un imperativo. Duele, que el sector histórico esté plagado de grafitis, basuras e inmundicias, al garete de habitantes de la calle, limosneros y atracadores. La estructura de sus paredes de adobe y calicanto se están reemplazando por vitrales de avisos luminosos; los andenes deteriorados con trampas invisibles y con más huecos que las calles. Abundan los eventos feriales, ventas de frutas, comida callejera, abalorios y baratijas, que impiden el paso de peatones. No solo se ocupa el espacio público, sino que se arrienda, como cualquier inmueble y en los sitios aledaños a los almacenes de repuestos automotriz, se usan las calles como talleres de mecánica.

Preocupa que en Popayán se hace lo que nos viene en gana, con la justificación que la ciudad está sumida en una crisis por causa de la pandemia, la generalización de la protesta social y el taponamiento de la vía Panamericana; con una presión social que requiere suplir las necesidades básicas de casi 500.000 habitantes, en el casco urbano y en las parcelaciones de la periferia; como consecuencia de la migración y el desplazamiento por causa de la violencia.

En el sector rural, la existencia de zonas vulnerables e incidencia de cultivos ilícito, la instigación de actores armados, el alto porcentaje de la migración juvenil a la ciudad, lo  implica el relevo generacional y el fortalecimiento de nuevos liderazgos, la transformación del escenario rural con la aparición de nuevos actores, formas de intervención y procesos de urbanización. La tenencia de la tierra se caracteriza por la presencia de minifundios que oscilan entre 0,5 y 5 has, con suelos de baja fertilidad, topografía crítica y problemas en cuanto a la infraestructura vial, principalmente en época de invierno.

Hoy nuestra ciudad sufre un verdadero terremoto social, quizá de mayor impacto que el telúrico de 1983. Popayán está congestionada, caótica y desordenada, fea y destruida, con una economía sustentada en gran parte por recursos del narcotráfico, saqueados sus monumentos históricos, ha crecido de manera desordenada, sin transporte público eficiente, desarrollo económico sostenible, sin planeación, sin estética ni inteligencia urbana; producto de la falta de autoridad, la negligencia, la incoherencia de la administración municipal, del Concejo, del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, de las curadurías, de los gremios, la academia y de la ciudadanía, porque todos somos responsables del caos, la ineficiencia, el abuso,  la indisciplina,  la indiferencia y ausencia generalizada del sentido de pertenencia.

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