Columna de Opinión
Por: Paloma Muñoz
La música o mejor, las músicas, están ahí provenientes del Pacífico colombiano y al último Festival Petronio Álvarez también llegaron agrupaciones pacífico-ecuatorianas a la ciudad de Cali, con especial interés por participar y ganarse el premio del Bombo Golpeador, la estatuilla que les otorga el festival a los triunfadores. Porque en dicho evento se funden las sonoridades, la narrativa, la estética-artística, la gastronomía (con olores y sabores), la danza, los accesorios, los vestuarios, los emprendimientos culturales y la cátedra académica (con conferencias, foros y paneles). Allí, el conjunto de marimba y los cantos tradicionales, la chirimía de clarinete, la chirimía de flauta, el conjunto de violín caucano y la agrupación libre generan unas textualidades musicales y apropiaciones para expresarse en un entorno citadino que pone en juego el sentido de esa vida social de donde proviene la gente tanto de las agrupaciones como del público.
¡Qué difícil tarea la de evaluar como jurado! Por lo menos para mí, que estuve como evaluadora en esta versión del Petronio 2022, la labor no resultó sencilla. Mientras transcurrían las presentaciones, me preguntaba en silencio: ¿qué pasa en esos cuerpos afrodescendientes que expresan las vibraciones de una vida que a duras penas alcanzamos a ver en el escenario, cuando tratan de mostrarnos y sostener los ritmos intensos de sus afectaciones en los territorios? Por eso sus canciones estaban llenas de los relatos de la violencia que han vivido por años y por eso clamaban por la paz. Sobre el escenario observamos unas corporalidades y unas subjetividades en un performance musical en donde aún se notaban los rasgos de la colonia. Todos los grupos participantes llegaron al festival con la firme idea de representar las músicas de sus regiones y dejar en alto el nombre de sus pueblos, después de haber pasado por el proceso de clasificación en los encuentros zonales.
Según Germán Patiño (q. e. p. d.), quien fue el responsable de la creación del festival, el Petronio surgió porque se vio “la necesidad de estrechar los vínculos, no solo comerciales, económicos y políticos entre la ciudad de Cali y el resto de la región, sino también culturales a través de un lazo que uniera e identificara a todos. La única propuesta estética que brindó esa posibilidad fue la música”. De acuerdo con Patiño, el objetivo principal del evento le dio su nombre, pues se pensó en reconocer al compositor de una de las canciones más cantadas dentro y fuera del país: “Mi Buenaventura”, del maestro Petronio Álvarez, cuyo nombre de pila era Patricio Romano Petronio Álvarez Quintero.
La actividad, entonces, se ha llenado de cantos de ríos y del océano Pacífico provenientes de esa selva tropical tupida en donde se ha forjado esa expresión sociocultural de una región conformada por los departamentos de Nariño, Cauca, Valle del Cauca y Chocó.
El Festival de Música del Pacífico “El Petronio”, como se conoce comúnmente, comenzó en la ciudad de Buenaventura (Valle del Cauca) con el nombre de Festival Folclórico del Pacífico un 9 de agosto de 1997 y se otorgaba el “Peregoyo de oro”. Buenaventura fue el primer puerto colombiano que se hizo sobre el Pacífico y aún es el de mayor importancia de todo el país. Lo es por el volumen de mercancías de importación-exportación que maneja, pero también por ser la “puerta de entrada” para la gente de esta región y el interior de Colombia. Pocos años después, el festival se trasladó definitivamente a Cali con el nombre de Festival del Pacífico Petronio Álvarez.
El Petronio fue declarado patrimonio cultural de la nación en el año 2011 por medio de la Ley 1472 del Congreso de la República de Colombia. Hoy, el Festival se traslada a otras partes del país y del mundo. Por eso en Bogotá y Medellín generaron una escena musical con la marimba para encontrar en la rítmica y sonoridad nuevas fusiones y ensambles musicales con ritmos urbanos de raíces negras como la salsa, el rap, el rock y el pop, entre otros, y poder participar así en la modalidad libre. De esta manera, el Petronio abrió la puerta a las músicas del Pacífico en diferentes escenarios.
El grupo Bahía, de Hugo Candelario, se convirtió, por ejemplo, en un modelo de ensamble musical al ser el ganador del primer Petronio en las modalidades de Mejor Conjunto, Mejor Marimbero y Mejor Canción Inédita. Pronto lo siguieron otras agrupaciones que también eran merecedoras de reconocimientos en el festival. Sin embargo, el jurado 2022 consideró que la modalidad libre debe comenzar a explorar otras expresiones y fusiones novedosas.