De las cortinas de humo y otras triquiñuelas

Editorial

Por: Marco Antonio Valencia Calle

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La historia de los políticos del mundo está llena de anécdotas de gobernantes creando cortinas de humo para ocultar los problemas reales del país. Todos los políticos lo hacen y en todas partes, pero cuando se vuelve vicio y se abusa de la estrategia ya molesta y desprestigia al mandatario de turno.

La táctica de desviar la atención de los ciudadanos con bochinches o discusiones bizantinas de los entresijos del poder manipulan la agenda mediática y política mientras en el congreso se discuten temas serios, graves y delicados… y es lo que estamos viendo en este país.

Y lo más grave, lo realmente gravísimo, es que la oposición ha caído redondita en la trampa y ayuda discutiendo pendejadas y cacareando estupideces en vez de poner el ojo avizor en lo realmente importante.

Repasemos algunas cortinas de humo que han socavado el debate político distrayendo la atención en lo urgente olvidando lo importante para que entendamos este asunto:

En Colombia, un ejemplo clásico de una cortina de humo política fue el caso conocido como el “Escándalo de las Chuzadas” en 2009. En ese momento, mientras el país enfrentaba problemas graves como la violencia y el narcotráfico, se filtraron conversaciones ilegales de miembros del gobierno y los servicios de inteligencia, quienes espiaban a periodistas, opositores políticos y defensores de derechos humanos. Sin embargo, el gobierno logró desviar la atención mediante la promoción de un referéndum para la reelección presidencial, centrando el debate público en esta cuestión secundaria.

En América Latina, una táctica común para desviar la atención de problemas reales ha sido el uso del nacionalismo y el populismo. Un ejemplo notable es la estrategia empleada por algunos líderes en Venezuela, donde se ha promovido “una narrativa” antiimperialista y se ha culpado a fuerzas externas de los problemas económicos y sociales del país. Esta cortina de humo ha permitido que el gobierno evite abordar temas como la corrupción, la escasez de alimentos y medicinas, y la violación de los derechos humanos.

En los Estados Unidos, las estrategias de distracción han sido ampliamente utilizadas por diversos líderes políticos. Uno de los casos más notorios fue el impeachment del expresidente Bill Clinton en 1998, donde el enfoque mediático se centró en su relación extramarital en lugar de discutir asuntos de política pública. Otro ejemplo reciente es el uso del lenguaje provocador y los tuits polémicos por parte del expresidente Donald Trump, que a menudo generaban debates y controversias, desviando la atención de asuntos más apremiantes. ¿Les suena que algo parecido sucede en Colombia?

En Europa, también se han observado estrategias políticas de distracción. Durante la crisis económica de 2008, algunos gobiernos utilizaron el discurso antiinmigración para desviar la atención de los problemas económicos y la falta de empleo. Estas tácticas han llevado a un aumento de la polarización y han impedido un debate constructivo sobre soluciones a los desafíos económicos y sociales que enfrentaban esos países.

Los periodistas de opinión deben estar conscientes de estas estrategias y mantenerse informados sobre los problemas reales que afectan a la sociedad. Solo mediante un análisis crítico y un enfoque en los asuntos fundamentales se puede construir un diálogo público significativo y evitar caer en la trampa de las cortinas de humo.