Clínica Santa Gracia, ¿Qué está pasando?

Editorial

Por: Marco Antonio Valencia Calle

E

ntre todos los activos de una empresa, el buen nombre, es sin dudarlo uno de los más valiosos, pero el de la Clínica Santa Gracia de Popayán parece que todos los días se desvaloriza más. Y eso debe cambiar por el bienestar de todos los caucanos. 

Un hospital o una clínica por sí mismos son lugares sagrados para la humanidad, pues allí se recupera la salud, se alivia el dolor y se evade a la muerte; sin duda, lo más importante en la vida de una persona. “Primero la salud, lo demás vendrá por añadidura” – decían los abuelos.

Del conocimiento y de las manos de enfermeras y médicos vienen respuestas al miedo, el descontrol y la desesperación que provoca perder la salud propia o de un ser querido. Y una persona quebrantada no espera menos que empatía y afán del personal de salud por resolver su situación. 

Pero algo muy grave debe estar pasando en la clínica Santa Gracia porque las quejas en su contra ya sobrepasan lo normal; y por tanto, en nombre de la comunidad los invitamos a evaluar y recuperar el objetivo de ser la mejor clínica del departamento. Porque no se trata de levantar un edificio, sino de optimizar la percepción de los pacientes hasta la excelencia.

Las quejas no son solamente contra la administración de la clínica, que de por sí son lamentables, sino que hay señalamientos a la inhumanidad y el silencio cómplice del personal que allí labora. Y la gente no dice nombre propios, porque con un solo miembro del equipo que no haga bien su trabajo, ya se generaliza al colectivo y se empaña el esfuerzo y trabajo de todos. 

Es como si hubieran perdido el norte de su misión, como si el afán comercial se hubiera tragado la esencia de humanidad y ética que debería prevalecer en su personal a la hora de prestar servicios. Como si las personas que allí trabajan no les importara la vida de sus pacientes, sino la facturación y los ingresos (y esa percepción de por sí es grave y penalizable).

Urge que el personal se ponga la camiseta para cuidar el prestigio y reputación de la clínica. Hay que dar respuestas rápidas a las demandas, quejas, reclamos y situaciones de inconformidad de los pacientes. El silencio no ayuda. 

Por el bien de cada paciente que acude sediento de alivio y con esperanza de mejor calidad de vida es necesario hacer cambios, rescatar el buen nombre, ponerse del lado de la gente y responder al servicio humano y científico de su misión.

Videos en redes sociales de pacientes internados en la clínica pidiendo ayuda por sus vidas y mejor gestión hospitalaria que a los pocos días fallecen no son bien recibidos en la comunidad. Videos y grabaciones desde los pasillos donde se evidencia el silencio administrativo frente a las afujías y desesperación de usuarios y familiares, generan angustia colectiva.

Que las autoridades mismas digan que la clínica lidera una mafia perversa para comprarle pacientes a las ambulancias y por eso todo accidentado es llevado allí contra viento y marea, es lo más criminal y aberrante que se le puede indilgar. Si es así esa práctica debe terminar, si no es así, lo más aconsejable es que salgan a desmentirlo. 

Por el bien de la salud de los caucanos elevamos votos para que el panorama cambie y se den las respuestas que la sociedad espera. 

Los silencios empresariales matan. No atender los síntomas de inconformidad social es  contraproducente para la salud empresarial.

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