Con la refrendación en el Congreso se formalizó la decisión que llevará a la desmovilización de las Farc y su desarme. Es de esa magnitud la noticia, que sin embargo no fue la más importante en los medios nacionales y tuvo relativo poco despliegue en los internacionales, los cuales se coparon con el muy impactante accidente aéreo en el que murió todo un equipo de fútbol y 50 de sus acompañantes.
Los comunicadores se justifican diciendo que el hecho ha sido anunciado muchas veces, pero quizás –digo yo- por lo fallido, que esta vez sea la definitiva lo hace incluso más relevante, pero en realidad los medios reflejan un sorprendente clima de opinión en el que sigue primando la indiferencia o la desconfianza en el proceso que conduce a la terminación de esa guerrilla.
Qué duda cabe que las Farc han sido los mayores protagonistas de las noticias en Colombia durante los últimos cincuenta años y ahora que se acaban el hecho es uno más. Eso está unido a la extraña sensación de que no se ha logrado mucho y que todo está por hacerse: no, el solo fin de las Farc como grupo armado le cambia la cara a éste país y a algunas regiones en particular mucho más que a otras. La vida en todo el Pacífico colombiano, que le importa tan poquito a los centros de poder bogotanos, es hoy totalmente distinta. Ya no reclutan en Buenaventura o Quibdó y Tumaco no se queda sin luz dos semanas por atentados a la infraestructura eléctrica, pero eso no tiene mayor importancia.
Durante todo este tiempo la comunicación oficial se ha concentrado en ofrecer la ilusión de la paz y no la realidad del fin de las Farc, nos hemos quedado sin la una y hemos despreciado la otra. La gente no ha comprado la primera porque desconfía de todos y hemos dejado que la segunda pase como si no tuviera la dimensión histórica que tiene.
En mi opinión ese énfasis explica parcialmente el resultado del plebiscito. La gente no parecía tener claro que lo que se jugaba era si las Farc se acababan o si seguían y ahora, ya entrados en la etapa de liquidación de esa organización nos concentramos en los enredos del “papeleo”, que claro que son muy importantes para garantizar una paz estable y duradera, pero para el ciudadano común y corriente no son sino problemas que desdibujan el logro enorme de haber cerrado el conflicto con las Farc.
Los colombianos están agobiados con los debates incompresibles sobre el fast track o la jurisdicción especial de paz que cualquiera sea la forma como se resuelvan les cambian muy poco su cotidianidad, en cambio que se pueda transitar la Panamericana entre Cali y Popayán sin la zozobra de las Farc, o que hayan disminuido los ataques al oleoducto lo que deberá impactar las utilidades de Ecopetrol, o que alguien pueda programar sus vacaciones de fin de año a una cascada en el Putumayo, o que en Sotará puedan los campesinos vivir de tres vacas porque la enfriadora ya no está “secuestrada” por la guerrilla, o que los niños en las zonas rurales de Antioquia puedan ir a la escuela sin el miedo de quedar atrapados en medio de un combate son hechos que prácticamente no se mencionan o que se cuentan como anécdotas.
Todos éstos logros se alcanzaron en éstos días y se consolidaron el miércoles pasado, no hay que esperar a la cooperación internacional, ni que se cree la agencia tal o cual, no hay que preguntarle al Ministro de Hacienda si hay plata o no, ni el horizonte para alcanzarlos es de diez años prorrogables y sin embargo no hay un comunicado oficial que, por ejemplo, además de contarnos cuántas muertes y heridas nos ahorramos en soldados y policías este año, que ya sería suficiente, nos diga si por ese hecho sobraron del presupuesto de sanidad de las fuerzas, qué se yo, mil o dos mil millones de pesos que podamos convertir en mejor dotación de la Policía para mejorar la seguridad en las ciudades.
La próxima semana terminará con la entrega del Premio Nobel de paz al Presidente Santos y ojalá eso sirva para hablar de todo esto en términos positivos, pero sobre todo presentes. Nadie cree en las promesas y no se subraya lo que ya conseguimos en bienestar para los colombianos con el fin de las Farc como organización armada. Ahora, claro para el apoyo ciudadano serviría más que el Presidente fuera a algún municipio del Cauca de los que han estado azotados por la guerrilla a que vaya a Oslo, pero en fin.
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