Gerardo Antonio Zapata Guzmán, conocido como ‘Zapatica’, es un personaje ilustre de la Universidad del Cauca. Durante más de 60 años se ha destacado por su sentido de pertenencia por la institución educativa. Ha sido una excelente persona, un gran deportista y un apreciado kinesiólogo. Gran ejemplo para diversas generaciones.
Por: Keka Guzmán
El Nuevo Liberal
Perseverancia, compromiso, amor, dedicación y disciplina han sido la clave para que ‘Zapatica’ haya tenido una vida llena de satisfacciones. Para él todo empezó a los 15 años, cuando la muerte de su padre desencadenó un sinfín de acontecimientos en los que se vieron involucrados sus diez hermanos y su madre. Por ello, se vio en la difícil tarea de buscar empleo. Llegó a las instalaciones del Museo de Historia Natural de la Universidad del Cauca y es ahí donde comenzó su historia.
En el año de 1949, ‘Zapatica’ cuenta que fue recibido por un alemán que estaba a cargo del museo y por el botánico encargado de los animales. Desde ese momento salió a explorar el campo para la cacería de mariposas y otras especies. En ese tiempo, la Universidad del Cauca tenía bachillerato y funcionaba como un internado. “El médico encargado me sugirió que le ayudara con los muchachos en el transporte de la alimentación y me quedé trabajando allí”.
Junto con ellos salía a caminar, a visitar diversos lugares y a organizar excursiones. Una de ellas fue al Volcán Puracé. Tenía todo arreglado y la noche previa a la salida se acostó muy tarde, razón por la cual al día siguiente no se levantó a tiempo. Justo ese día, el volcán hizo erupción y diecisiete de sus compañeros murieron. Ese suceso marcó mucho su existencia y junto con un grupo de rescatistas fue a recoger los cuerpos, los huesos y las cenizas. Todavía rememora con nostalgia y respeto a sus amigos.
Continuó su vida en la Universidad del Cauca e hizo parte de la fundación de la Facultad de Medicina. Comenzó a trabajar en asuntos relacionados con morfología, patología, histología y neurología. Le tocaba conseguir cadáveres para el estudio de los alumnos, para lo cual en varias ocasiones viajó a Cali, Pasto y pueblos cercanos. “Los cadáveres que traía eran NN, no tenían familia: la embalsamada duraba más o menos tres meses. Algunas veces aparecían los familiares y se les entregaba el cuerpo si presentaban los papeles respectivos. Nunca hubo problemas con eso, ni con la justicia, todo era en regla”.
Tampoco nunca ‘Zapatica’ sintió miedo alguno.
zapatica unicaucaAtleta destacado
Su trabajo lo combinaba con sus más grandes pasiones. Fue un reconocido atleta patrocinado por la Universidad del Cauca. El rector Antonio Lemos Guzmán, al ver la gran pasión de ‘Zapatica’ y su admirable talento, lo apoyó así no fuera estudiante. En los años cincuenta participó en varios torneos nacionales, en Cali, Medellín, Bogotá y Girardot, e incluso estuvo en algunas maratones. “En 1958 hubo una marcha atlética de 22 kilómetros en Cali y esa me la gané”, recuerda.
Representó siempre a la Universidad del Cauca pues en esa época no existían ligas, ni centros de formación deportiva, mucho menos para el atletismo. Y aun así participó durante tres años, hasta que descubrieron que no era un estudiante. Pero eso no le importó, continuó entrenando y guardando con esmero sus medallas de oro. “Cuando llegué una vez a Girardot me preguntaron ‘quién es su delegado, quién es su entrenador’, y pues yo decía que yo. Me tenía en solitario, me daba pena decir que iba solo. Y les salí gallo duro”, dice.
Siguió trabajando en la Facultad de Medicina y presenció la primera promoción de médicos de la Universidad de Cauca. Junto a ellos aprendió muchas cosas, estaba presente en las clases, en los talleres, en las salidas y se empapó completamente de todo el funcionamiento humano. Era muy querido por estudiantes, administrativos y docentes. ‘Zapatica’ se había convertido en un personaje reconocido en la universidad, en un ícono de perseverancia, humildad y constancia.
En medio de su trabajo en las diversas áreas de la medicina y las explicaciones que los médicos le daban con gran aprecio, aprendió kinesiología, que consiste en estudiar el comportamiento del movimiento en el ser humano y se dedica a la compensación de las tensiones mecánicas en el organismo. “Como yo trabajé en la Facultad de Medicina, los médicos me tenían estimación y yo me metía con ellos a hacer curaciones y a aprender y ver cómo se enyesaba. Ellos me enseñaron”. Viajaba con las delegaciones deportivas y fue contratado por varios meses después de su jubilación.
“Para mí la Universidad del Cauca es la segunda casa mía, yo la quiero mucho”, afirma. Como dicen por ahí, un buen hijo nunca abandona su hogar. Y en honor a sus servicios, la Alma Mater elaboró una placa con su nombre en el hospedaje de deportistas. La universidad lo ha querido mucho también y está muy agradecida por su labor.
Así, ‘Zapatica’ es reconocido por su perseverancia, su amabilidad y sus ganas de salir adelante. Su destino estaba marcado y su vida es un gran ejemplo de disciplina. Logró combinar la familia, el deporte y sus labores en la Universidad. No le falta entonces razón para estar muy feliz por lo que ha conseguido durante toda su vida.