Se trata de un caminar de la mano, sin imponer la ruta, solo dejarse llevar como adulto por la magia de los libros y por la compañía infantil.
Por: Mary Edith Murillo Fernández – Escritora ACE
Profesora Universidad del Cauca
S
in duda alguna, uno de los retos más importantes en la educación por parte de los padres, madres y maestros en la escuela es que los niños aprendan a leer con autonomía, pero no solo aprender a leer, sino que sean capaces de amar los libros, de disfrutarlos y en especial de llegar a ser capaces de tener criterios para seleccionar sus propios libros y lecturas.
Uno de los lugares más importantes y preferidos para llevar a cabo esta pretensión, son las ferias del libro. Allí, los estands dedicados a la literatura infantil son casi siempre, espacios atractivos, de colores, de sillas y cojines, con luces y dibujos dispuestos a posibilitar que el niño entre a ese mundo mágico e inaugure el milagro de la lectura. En este espacio, los libros álbumes o libros ilustrados son un verdadero banquete que le proporcionará al pequeño lector esa curiosidad que se necesita como primer paso para ingresar al universo de los libros. No hay que hacer mucho esfuerzo, al principio, solo acompañarlos y brindarles una lectura en conjunto. Es un caminar de la mano, sin imponer la ruta, solo dejarse llevar como adulto por la magia de los libros y por la compañía infantil mientras nuestro pequeño lector se suelta de la mano y por sí mismo inicia su camino, entonces correrá de un lado hacia otro tocando, mirando revisando qué le llama más su atención, después ya lo hará solo sin que nos demos cuenta, movido por el deseo y la curiosidad.
Otro de los lugares, que sin duda alguna cobran importancia a la hora de aprender a leer con autonomía y placer es la biblioteca. Lastimosamente ésta, en algunas escuelas y colegios de nuestra región era el lugar predilecto de algunos profesores para enviar a los estudiantes considerados indisciplinados o estudiantes que llegaban tarde a las clases como un castigo. Muchas veces fui testigo de expresiones como estas: “¿llegaste tarde? No puedes ingresar al aula, ve a la biblioteca, te lees un libro y me traes el resumen.” Esta práctica de castigo nunca la aprobé ya que el grupo de maestros de lengua hacíamos grandes esfuerzos por sensibilizar a los estudiantes frente a la lectura y para hacer posible que los lectores pudieran abrir un libro y no cerrarlo para siempre, a mitad de página.
Creo firmemente que, la pretensión es que los padres de familia, con su ejemplo de lectura, y el maestro entreguen las claves o las llaves a los pequeños lectores para que abran las puertas de las bibliotecas y puedan mirar otros cielos, expandir el alma a otros territorios y navegar por otros océanos de letras que permitan ampliar sus horizontes y creer en la palabra dialogada, poder ingresar al universo de la lectura, de los saberes, de los conocimientos y al deleite que encierran los libros de literatura en particular. Ojalá que las bibliotecas fueran siempre más importantes que el dinero, como lo manifiesta Quino en su caricatura:
En otras palabras, como lo plantea Borges en la Biblioteca de Babel, que el mismo universo es una gran biblioteca en la que tal vez se encuentra todo el conocimiento infinito en todas las lenguas y en una misma, en todos los libros y en uno solo.
La biblioteca no es un depósito de libros es un lugar sublime que desde la antigüedad ha ocupado un lugar importante en la sociedad y en la cultura, un lugar prioritario para el conocimiento de las civilizaciones. No en vano Alejandro Magno construyó la gran biblioteca de Alejandría donde soñó con tener un manuscrito de cada libro en todas las lenguas posibles, biblioteca que un día fue incendiada, pero que aún vive en pie, gracias a su reconstrucción.
Para mí fue un acto de iluminación y alegría el día que visité en Alejandría, Egipto esta gran biblioteca reconstruida porque la original fue destruida. Reconfirme mi descubrimiento infantil de la importancia de la memoria de las letras en el tiempo, la importancia de oriente y occidente para conservar y difundir el conocimiento creado y descubierto por mujeres y hombres de otros tiempos y puestos al servicio de los lectores en cualquier momento de la existencia de la humanidad.
Es importante, en consecuencia, que el futuro maestro conozca en detalle el funcionamiento de las bibliotecas, qué libros circulan, qué otras actividades hacen los bibliotecarios para divulgar y difundir las actividades en torno a los libros y sus autores, a qué población va dirigida.
En este sentido, Yepes (2015) expresa que: las bibliotecas públicas surgen como una manifestación de la cultura, son la respuesta material a necesidades intelectuales y de información de culturas ambiciosas e inconformes, de comunidades luchadoras y con aspiraciones universales.
Así pues, la literatura como una de las principales artes del ser humano, juega un papel importante en la expresión de los sentimientos y en la formación de los sujetos. En consecuencia, la lectura de las obras literarias, sin duda alguna, nos permite una reflexión profunda sobre las diferentes situaciones que aquejan a las personas tanto en el nivel interior como exterior, en el nivel individual como en el colectivo. De esta manera, la lectura dirigida, crítica y reflexiva sobre obras de la literatura infantil, nos permitirá, hacer un estudio de los problemas de lectura y escritura y especialmente de los procesos de animación y producción textual en la enseñanza de la literatura; de ahí, la importancia de tener en cuenta la calidad literaria, la opinión de los lectores infantiles, los aprendizajes que ofrecen los libros y el desarrollo de los temas en nuestra región y en entornos específicos de acuerdo con las necesidades discursivas propias.