Contando la historia de la ‘Ciudad Blanca’
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Por: GRACE PATRICIA GALLEGO –
a historia de la señorial e ilustre Popayán, desarrollada bajo episodios de diferentes matices, unos buenos, regulares y malos, como es el desarrollo de todas las ciudades del mundo, donde confluyen el sentir, pensar, y creer, de hombres y mujeres de diferentes cultos y culturas, que han dejado su huella en el paso de su historia.
Las grandes paredes del Concejo de la ciudad, guardan las imágenes de quienes dieron lustre a la capital caucana, faltan muchos por supuesto, pero se quiera o no, la historia la hacen seres que gustan y otros, no tanto.
Las ciudades tienen la impronta de sus gentes, hay veces se tiene la fortuna de buenos mandatarios, otras no, pero el cúmulo de aciertos y desaciertos, van creando ciudades con nueva identidad.
Eso es Popayán, una ciudad con nueva identidad, entrada a la modernidad, de forma desordenada y caótica, sin una planeación que permita conservar la parte colonial y bella, e irrumpir en esa otra ciudad que por lógica, debe desarrollarse para cumplir con las nuevas exigencias urbanas.
La ciudad se triplicó según algunos entendidos, o cuadriplicó para otros. La confluencia de las gentes llegadas de todos los rincones del departamento, y, de otros departamentos vecinos, buscando estudio, salud, vivienda, etc., ha puesto a la ciudad en aprietos, sin que se perciban políticas públicas que permitan un bienestar ciudadano.
No se puede hablar solamente de la presente administración. Pienso, sin lugar a equivocarme, que han sido ya varias administraciones, las que no han permitido que la ciudad se enrumbe por los senderos de las ciudades modernas que conservan su patrimonio histórico arquitectónico como un tesoro.
Popayán ciudad colonial por excelencia, es pisoteada a diario, por la anarquía de vendedores ambulantes que atiborran las calles, para buscar un sustento, sí, pero también, arrasando con lo que encuentran, con una gran indisciplina social, o desgobierno.
El tránsito vehicular, es motivo de quejas permanentes, que dejan en claro el malestar general que se percibe. La forma de abrir y cerrar vías y dejar obras inconclusas, han vuelto a Popayán una ciudad poco amable para sus habitantes y, por supuesto, para el visitante.
Se advierte tanto desgobierno, que recorrer el centro histórico es motivo de vergüenza, no se puede pasar del convento de la Encarnación, porque la denominada manzana catorce, es el más grande monumento a la desidia, abandono y falta de administración. El monumental basurero en que se convirtió el Centro Comercial Anarkos, nos deja sin aliento.
Inadmisible que en Popayán, no se puedan encontrar acuerdos en el disenso, que después de tantos años, se siga sin resolver un problema urbano y ciudadano de marca mayor. Siento que la ciudad se ahoga casi sin remedio, no quiero caer en el pesimismo, pero por favor, ¡hagamos algo!