La educadora e investigadora Paloma Muñoz, fue invitada a participar como ponente en la mesa de diálogo ‘La música como potenciador del tejido social y económico’, en el marco de las actividades que aportarán a la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible.
Redacción El Nuevo Liberal
Paloma Muñoz Ñañez ha dedicado su vida a la enseñanza y la investigación en torno a las músicas tradicionales, populares, pedagógicas y culturales del suroccidente colombiano. Por eso, recientemente fue invitada a participar como ponente en el Foro Internacional de Economía Cultural y Creativa -Yucatán 2022, un importante evento que busca propiciar el diálogo para delinear alternativas hacia la evolución de la relación entre cultura y economía.
En efecto, uno de los propósitos de este nutrido encuentro internacional, cuya modalidad es virtual, es recopilar algunas conclusiones que sirvan de base para alimentar las discusiones que tendrán lugar en México a finales de septiembre durante Conferencia Mundial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO) sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible -Mondiacult 2022-.
Muñoz, quien además es docente y coordinadora del programa de Licenciatura en Educación Artística de la Universida del Cauca, participó en la mesa diálogo ‘La música como potenciador del tejido social y económico’, donde, desde las experiencias de Canadá y Colombia, se abordaron preguntas relacionadas con el consumo de cultural en cada uno de esos países.
La representante de Colombia habló sobre el Festival musical más importante del suroccidente colombiano y su relación con la construcción de identidades y procesos culturales comunitarios de dignificación e impacto económico.
Por otro lado, el vocero de la experiencia canadiense Ernesto Miranda, delegado comercial de industrias creativas y oficial de asuntos culturales de la embajada de Canadá en México, se centró en algunas iniciativas vinculadas a la incorporación de las músicas indígenas con otros géneros.
Uno de los aspectos tratados durante la mesa fue el impacto de la pandemia en los entornos de intercambio cultural, pues las nuevas dinámicas impuestas por la emergencia sanitaria mundial configuraron una ruptura que representó cambios importantes en el sector.
“En ese momento de la pandemia, los artistas tuvieron muchas dificultades por lo que se cerraron todos sus espacios de participación y de proyección musical y, por lo tanto, fueron muy afectados en esta situación que apenas está reactivándose. La gente tuvo que diseñar estrategias”, explicó Paloma Muñoz.
Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, un potenciador del tejido social
Específicamente, la reconocida docente unicaucana, partió de la experiencia del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, un consolidado evento que cada año celebra los sonidos de la música tradicional del Pacífico colombiano,su gastronomía y demás expresiones culturales como la danza, artesanía y moda.De hecho, en su más reciente versión, desarrollada el pasado mes de agosto en Cali, Paloma Muñoz fue uno de los jurados.
“Quiero mostrar cómo este festival tiene mucho que ver con la contribución al tejido social que se ha desarrollado en las comunidades de la costa pacífica porque, las prácticas musicales del Pacífico nunca fueron incluidas en la historia musical de Colombia ni en las dinámicas económicas de comercialización. (…) Eran invisibles y estaban invisibles para el resto del país”, explica Muñoz.
Para ella, incluso más después de ser jurado del Petronio, la relación entre tejido social y música es clara, pues la música se convierte en un vehículo para contar los problemas que afectan ese tejido social como la violencia, el desplazamiento forzado o la minería ilegal: “Todo eso fue revelado en las canciones, en las composiciones, en las interpretaciones que los músicos llevaron al festival; a través de las canciones se puede evidenciar ese tejido social que ha sido fragmentado en la región del Pacífico”.
Desde esa mirada, el Festival Petronio Álvarez ha configurado un reconocimiento de las músicas del Pacífico ya que, según Muñoz, «históricamente, las músicas andinas han sido las que han tenido la potestad de la identidad a nivel nacional,luego surge el Caribe, pero el Pacífico estaba como anulado, olvidado”. Así, este festival surge con la idea de afirmar, de unir y dignificar la música y los artistas del Pacífico. “Es una muestra de cómo este festival se ha convertido en una respuesta política y económica, en donde la música afropacífica y sus expresiones culturales han llegado a ser el centro en las políticas institucionales, desde lo local y lo nacional”, agregó Muñoz Ñañez.
Una mirada al consumo cultural en el Cauca
Uno de los aspectos más llamativos de las dinámicas que mueve el Festival Petronio Álvarez es el interés de músicos de diferentes regiones por participar en él, pues sus más de 25 años de trayectoria lo han consolidado como un referente crucial para el desarrollo musical del suroccidente. El departamento del Cauca suele destacarse gracias a los talentosos intérpretes y músicos que cada año se presentan en las diferentes categorías. De hecho, de los cuatro Bombos Golpeadores (máximo galardón del certamen) entregados en la última versión del Festival (agosto 2022) dos fueron para agrupaciones caucanas.
Conversamos con Paloma Muñoz sobre el panorama del consumo cultural a nivel nacional y en el departamento del Cauca: “En el contexto caucano hay una relación con las músicas en la que seguimos teniendo fuerza con las músicas tradicionales y las músicas regionales, pero son ellas mismas las que se están desarrollando porque el apoyo del Estado no es muy visible”, apuntó la investigadora musical.
De acuerdo con la profesora Paloma, esa situación se puede evidenciar en el Festival Petronio Álvarez porque agrupaciones de otros departamentos como Valle del Cauca o Nariño cuentan con el apoyo de sus gobiernos locales y departamentales, mientras que en el caso caucano eso no sucede. “A los grupos de acá les toca con mayor esfuerzo; López de Micay, Guapi, Timbiquí, los valles interandinos, que son los los grupos de este departamento, siguen sintiendo esa falla en el apoyo económico y en el impulso por parte del organismo estatal”, señala Muñoz.
Para ella, en el Cauca aún no hay un proceso de reconocimiento cultural a largo plazo, pues los espacios de consumo cultural no se han consolidado lo suficiente o no están enfocados en consolidarse desde esa perspectiva. “Por eso las agrupaciones no duran mucho tiempo, (…) se desbaratan porque tienen que buscar otras fuentes de ingresos ya que ese trabajo artístico no permite solventar todas las necesidades. La gente que quiere hacer música se tiene que ir de la ciudad porque no ofrece posibilidades”, asegura Paloma Muñoz.
“La gente necesita hacer apropiación de sus saberes y hacer intercambio de bienes culturales”
Con respecto a la relación industria- comunidad, es claro que en contextos comunitarios o tradicionales los músicos y artesanos no reciben el reconocimiento económico que merecen, en efecto, tal y como señala Paloma Muñoz, muchas veces tienen que abandonar sus territorios para destacarse en el mundo de la música y hacer rentable su quehacer como artistas: “No es que haya muchos eventos en el Cauca para poder fomentar, difundir o que tengan espacios de participación”.
Sin embargo, son las mismas comunidades quienes, movilizadas por sus pasiones y características autóctonas, han fortalecido su tejido social y construido valiosas dinámicas culturales para preservar sus saberes. “La gente es la que se ha hecho con sus agrupaciones, la gente es que ha ido potenciando ese tejido social”, indicó Paloma.
“Tenemos el ejemplo del Tuno en el Patía, el cómo ellos se han constituido en una fundación, tienen un grupo de música y han constituido escuela, o sea, son ellos, la comunidad los que han ido fomentando ese potenciador del tejido social y económico en su región” destacó la investigadora.