Fijar la memoria para no morir

Entrevista con Catalina Navas sobre El movimiento en la crisálida.

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Por: Juan Camilo Rincón. Escritor, periodista e investigador cultural

La escritora colombiana Catalina Navas presentará en Popayán Ciudad Libro 2022 su segunda novela El movimiento en la crisálida, un collage de recuerdos, imágenes y preguntas sobre la familia y lo que nos dejan quienes se van. 

Catalina Navas, escritora. /Fotos: Suministradas.
El movimiento en la crisálida, un collage de recuerdos, imágenes y preguntas sobre la familia y lo que nos dejan quienes se van.

¿Por qué escogiste el collage para contar una parte de la historia de El movimiento en la crisálida?

Este libro está montado en un archivo de verdad. Mi tío murió en el 92 a causa de complicaciones asociadas al sida, y la historia de él no se ha contado porque nosotros también somos víctimas de la vergüenza y del tabú. Mi familia es más o menos tradicional y creo que a todos le daba pena decir la palabra en voz alta. La primera vez que se mencionó el VIH fue cuando yo decidí escribir la novela. Pero una de las cosas que sí estaba ahí era ese bellísimo archivo fotográfico creado por una persona con una conciencia narrativa impresionante y una conciencia de estar creando un personaje a través de esas fotos. Son imágenes bellas y también muy tristes que cuentan primero su felicidad de vivir por fuera y luego el declive, el deterioro de su cuerpo por la enfermedad. Durante la pandemia me encontré con este archivo fotográfico y aunque no tengo ninguna habilidad artística plástica encontré que con el collage podía hacer algo. Luego, la editora, Carolina López, me dijo que quería publicarlo y que esos collages debían ir ahí pues, tal y como estaban, hacen parte de la creación literaria. 

Cuéntanos cómo fue el proceso de la creación de memoria en la novela.

Este personaje es muy católico y su relato superior es el de la vida eterna de Jesús, pero su recorrido de vida es decepcionarse de Dios y de la religión por la gran pregunta: ¿por qué me pasa esto a mí?, ¿por qué Dios no me responde? Él vive un viaje de decepción de su fe, y estaba el contrarrelato de la vida eterna. Él empieza el libro diciendo que quiere registrar su vida porque se está yendo y no va a quedar nada de él, porque él no es Jesús. Hay una necesidad de fijar la memoria en un documento porque la vida es efímera. Aunque él sí va a morir, su relato quedará para la posteridad para que otros lo recuerden.

¿Tú también vives ese relato permanente del recuerdo?

Absolutamente. Yo trato de hacer un registro no solamente textual, que son los diarios, sino también gráfico de lo que pasa en mi vida. A veces me gusta ver mis diarios del 2012 y ver la persona tan diferente que yo era; qué chéveres las cosas que quería hacer y que he hecho; lo que quería ser y que ha pasado o no. Me obsesiona ese registro del pasado y volver al pasado a través de los registros que uno o que otros hacen. En mi casa tengo un baúl como con ciento cincuenta cuadernos desde el 2012. Ahora con la novela volví a ellos para ver cuándo pensé por primera vez en escribirla. 

Pedro trata de ordenar el pasado para darle sentido al recuerdo y crear una narrativa al respecto…

Sí, Pedro sabe que no está haciendo un registro de la vida real. Tenemos en nuestra cabeza una narrativa visual que tratamos de representar. Él es consciente de estar adaptándose a una narrativa: la del hombre que logró el sueño americano, la libertad de salir de su casa, pero también sabe que es un personaje y en alguna parte del libro lo dice: lo que yo conté aquí son ficciones y eso no corresponde a lo que de verdad pasó. Muchos lectores me han preguntado por qué el libro no cuenta cómo se contagió de VIH; les explico que el personaje está tomando el poder de su propia narrativa y eso es algo que no le interesa contar. Mucha gente está esperando una narración cruda, que es la que durante mucho tiempo hemos estado leyendo, donde aparecen el amarillismo de la homosexualidad promiscua y ese tipo de cosas.

También se evidencia la intención de mostrar una sociedad colombiana excluyente y controladora.

Yo tenía mucho miedo porque es un tema difícil que hay que tratar con cuidado y respeto, entonces hice una investigación profunda sobre la gente que lleva mucho tiempo haciendo activismo. Encontré un colectivo de personas con VIH que vivían en los noventa en Denver, y decían que para ellos la disputa no solo estaba en las calles y contra las farmacéuticas, sino que también se da en el lenguaje. Es que la narrativa sobre el sida ha sido muy violenta, especialmente con los hombres gais. De hecho, uno de los primeros nombres de la enfermedad fue “cáncer gay”. Las primeras novelas que se escribieron sobre el tema eran un horror, con un mensaje de: la vida disoluta conduce a la muerte y la vida familiar conduce a la salud. Yo no quería eso.

En las dos novelas encontramos una forma narrativa muy tuya…

… que también va a estar presente en la tercera novela. Estos libros no se tienen que leer secuencialmente porque se trata de personajes y épocas distintas, pero mi apuesta sí es por tres novelas que tienen algo en común. En Colombia se ha narrado la memoria del conflicto y de la violencia, pero aunque están mucho en el discurso, hay muchas historias que han sido silenciadas por un sistema patriarcal; no necesariamente las historias de mujeres. De hecho, este es un libro muy masculino, no en el sentido varonil, sino porque hay pocas voces de mujeres y eso pasa porque el personaje no las ve. Son narraciones silenciadas por un sistema que dice que la familia tiene que ser productiva, que tiene que ser entre un hombre y una mujer, que las mujeres debemos cumplir con ciertos roles de cuidado, todas esas imposiciones del patriarcado que han silenciado muchas historias. A mí me interesa devolverles una suerte de dignidad narrativa y eso es lo que atraviesa este proyecto de las tres novelas.

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