En su Octava versión, el Festival Cauca Cuenta está ayudando desde diferentes escenarios rurales y urbanos a fortalecer el tejido social de los territorios a partir del rescate de las historias y vivencias de los caucanos.
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Por Carol Murcia Ledesma – El Nuevo Liberal
esde 2015, el Festival Cauca Cuenta nació como un espacio de reflexión donde la palabra y las memorias se convierten en el detonante de grandes transformaciones socio-culturales. Esta iniciativa que surgió de la necesidad de convertir a la narración oral en un elemento reparador de los pueblos víctimas de la violencia, ha permitido que se posicione como una plataforma a través de la cual los caucanos logran mirar hacia adentro y exponer a sus comunidades esas narrativas otras que merecen ser escuchadas y reivindicadas después de tanto tiempo en que la violencia se convirtió en el relato oficial.
De acuerdo a Pablo Delgado, politólogo, narrador oral, gestor cultural y director de Cauca Cuenta, “El festival lo que busca es, primero, ser un encuentro a través de una oferta cultural que sea incluyente, que permita no solamente ver al habitante de las comunidades como un simple espectador, sino como un actor activo dentro de la cultura, que además de escuchar y ver funciones de oralidad, participe activamente con las manifestaciones orales de su comunidad para que también hagan parte del festival”.
La oralidad, desde los inicios de la sociedad, ha sido el mecanismo más importante para unificar y mantener con vida la identidad de las comunidades. Ha sido a través de la palabra que se han transmitido de generación en generación la cultura , saberes y sentires de los pueblos. Aunque en la era de la inmediatez y el ejercicio violento de silenciar las voces que no se acogen a lo que se instaura como verdad absoluta, pareciera que cada vez son menos los espacios y las posibilidades para sentarse en la palabra y reflexionar sobre lo propio y lo cotidiano, por ello , Cauca Cuenta. A través de su agenda itinerante, de talleres, círculos de la palabra y funciones, se ha convertido en un espacio donde niños y viejos se abren a la posibilidad de dejar ser el alma.
“Las comunidades necesitan, de una u otra forma ser escuchadas, y el espacio del festival no solo es un espacio de intercambio cultural sino también de reflexión cuando nosotros hablamos de tejer la palabra, escucharnos y reflexionar en torno a un tema. El ADN del Festival es bien bonito porque aquí se comparte, se escucha a la comunidad, los talleres son de emprendimiento cultural desde los territorios, entonces hemos tenido gran acogida entre instituciones educativas y gestores culturales”, resalta Pablo, quien además, desde el trabajo de grado de su maestría, ha buscado dignificar la labor de los narradores orales y democratizar la cultura desde acciones participativas que empoderen a las comunidades y les demuestre que sus voces también pueden transformar los territorios.
Hasta la fecha, más de 21.000 personas han participado de las 8 versiones del festival, el cual, con los años a buscado expandir sus horizontes de incidencia llevando esa nutrida oferta que solo se conoce en la ciudad a todos los entornos rurales donde la palabra no solo sirve para conectar y hacer reflexionar, sino que también sirve para sanar. “Fortalecer nuestra herencia de tradición, de hablar y romper el miedo a comunicarse con otras personas es fundamental, incluso, de alguna forma es sanador porque los cuentos te ayudan a sacar cositas que tenias acumuladas o a liberarla memoria de cosas que ya no necesitabas. […] Nos hemos acostumbrado a que cuando algo duele no se toca, no se habla, se vuelve prohibido, cuando algo te lastima, la idea es no llorar, es ser fuerte, pero, para mí, propuestas como la cuentería o la narración oral, te dan el pie para liberar esas cosas”, resalta Esneiderman (@sabecositas), cuentero payanés que participará como invitado en las funciones del Cauca Cuenta.
Diversificar la oferta cultural y democratizarla es una tarea que requiere esfuerzo, dedicación e inversión, por ello, tras no contar con apoyo gubernamental para desarrollar esta versión que tiene dentro de su agenda el desarrollo de actividades en los municipios de Silvia, Piendamó, Tunía y Popayán, el equipo organizador en cabeza de Pablo, quien para su trabajo de grado de maestría decidió pensarse el concepto de Gestión Cultural Comunitaria, apostaron por la autogestión y las redes comunitarias para darle continuidad a esta iniciativa que cada vez más se vincula con los temas de paz y reconciliación.
“Cuando hablamos de tejer palabra estamos hablando de contarnos nuestra historia, esa que nos ha quitado el conflicto, de hablar de ese pasado que no es violento, ese pasado de la creación de las sociedades y de la identidad de los pueblos del Cauca, por ejemplo, si hablamos de la gente de Argelia, usted pregunta por Argelia y dicen cultivos de coca y violencia, pero no, detrás de eso hay una comunidad que sentó las bases para crear un pueblo alrededor de la música y de la tradición oral. Digamos que toda esa historia que opaca el narcotráfico y la violencia es la que estamos resaltando, además de que le estamos dando la posibilidad a la gente de contar y compartir esas historias a las nuevas generaciones, quienes queremos que se empoderen, y que esas historias sirvan como herramientas de resistencia”, resalta Pablo al referirse al lema del Festival.
Los escenarios de participación y decisión democrática al interior de los territorios son un punto clave para construir comunidades de paz, y dentro de esa reivindicación también se encuentra la cultura, no solo como eje aglutinador en torno a la celebración y las festividades, sino también como expresión del cuerpo vivo de las comunidades, es por ello que son los pobladores quienes deben tener el poder de decidir frente a su consumo cultural de acuerdo al abanico de opciones que existe, que entre otras cosas, resulta siendo restringido para las comunidades que no habitan “centros culturales” como Popayán.
Como resalta Pablo, “la apuesta que tenemos como Fundación Babieca (escenario a través del cual se gesta el Festival) va en dos vías: 1. en un concepto grande que hemos venido trabajando, la democracia de las culturas en donde las comunidades entienden el potencial que tienen desde sus territorios a través de sus manifestaciones culturales, lo que estamos buscando es que la gente de los territorios empiece a influir en la toma de decisiones frente a la oferta cultural y que además de eso se generen procesos de desarrollo económico desde el territorio para proteger las manifestaciones del territorio y al artista y 2. buscamos que el Cauca deje de verse como un territorio de violencia, y que la violencia no le quite el espacio a la cultura”.
Si bien, los entes gubernamentales están procurando darle un poco más de cabida a la cultura, es necesario que se fortalezcan estos proyectos a partir de la descentralización, tanto de políticas públicas, oferta cultural y participación por parte de la academia, tal como lo afirma Pablo, “Estamos centralizando la oferta, no puede ser popayán el centro de la cultura, hay un montón de poblaciones con un montón de manifestaciones culturales importantes en el Cauca que tienen que ser fortalecida y ahí tiene que estar el acompañamiento de la institucionalidad. Tenemos que hacerle frente a la guerra, al narcotráfico y a todo lo que genera violencia en Colombia y las instituciones tienen que acompañar estos procesos”.
El Festival desarrollará sus actividades hasta el próximo 25 de octubre y contará con la participación de narradores orales y artistas de Ecuador, Argentina, Francia, Medellín, Bogotá, Villavicencio, entre otros, con el fin de democratizar la oferta y dar a conocer a nivel nacional e internacional que en el Cauca es un hecho el camino hacia la paz.