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Redacción El Nuevo Liberal
ctualmente, uno de los temas relevantes de la agenda sociopolítica del mundo es el cambio climático y la necesidad de desarrollar transformaciones transversales a nivel cultural y territorial que permitan preservar los ecosistemas naturales, su fauna y todo lo que hasta ahora conocemos como hábitat. En ese sentido, los procesos educativos se han convertido en esa herramienta cohesionadora que permite generar transformaciones e impactos positivos dentro del entorno, por ello, desde la academia se han adelantado procesos de diálogo y reflexión en torno a temáticas ambientales; el día de ayer se desarrolló la cátedra ambiental: La etnoeducación y los fenómenos ambientales, cambio climático, un espacio donde diferentes actores regionales y nacionales socializaron las problemáticas que aquejan al ecosistema caucano con su mega biodiversidad.
La ponencia principal fue desarrollada por la docente Fanny Cortés, quien adelanta procesos comunitarios a lo largo del país para la construcción y fortalecimiento de los PRAE a nivel de instituciones educativas de básica primaria y media técnica. Teniendo en cuenta lo anterior, su disertación giró en torno a la necesidad de actualizar la percepción que se tiene frente a la educación ambiental y al ambiente, porque como resalta, conmemorar el día del árbol o realizar jornadas de reciclaje son una parte que compone al activismo ambiental, más no a procesos pedagógicos permanentes que generen prácticas sostenibles. Para alcanzar dicho objetivo y que la educación por fin se encargue de potencializar transformaciones territoriales, Cortés destacó que se debe entender a los PRAE como apuestas educativas e investigativas que buscan esclarecer el por qué y el cómo de las diferentes particularidades contextuales del entorno, por ello, no es posible desarrollar un proyecto institucional genérico, todo lo contrario, debe construirse de manera autónoma y participativa, porque finalmente no son los entes externos sino los mismos pobladores quienes conocen y han vivenciado el antes y durante de los ecosistemas.
Así pues, la labor de los educadores en terreno es lograr dinamizar y articular a los diferentes actores vivos para construir conjuntamente planes que logren problematizar y deconstruir las prácticas que no se inscriben dentro del quehacer sostenible y hacer del cuidado del ambiente un elemento transversal no solo a nivel educativo sino también poblacional.