El reconocimiento a Carlos Alfonso Negret Mosquera, como uno de los actos de encuentro de la ciudad y del departamento, con uno de sus referentes, mas allá de la confirmación del apropiamiento de la acción política y profesional de uno de sus ciudadanos, incluye rescatar para la memoria colectiva, la presencia de una familia con una huella de civilidad, de inteligencia y de carácter en el señalamiento del porvenir del Cauca.
No han sido precisamente los Negret, caucanos exaltados por el acomodo de sus posiciones y de su carácter a los vientos del momento, por el contrario, sus posiciones verticales los han colocado en las discusiones contundentes que se han adelantado sobre los asuntos públicos de la comarca y en muchos asuntos sobre temas del acontecer nacional.
Representar a la sociedad colombiana, en la Defensoría del Pueblo, entidad creada por la Asamblea Constituyente de 1991, en los tiempos de los acuerdos con la subversión del grupo guerrillero de las Farc-EP, cuando aún se tramitan aspectos de la presencia violenta del paramilitarismo, en momentos inciertos para el estado y para muchas poblaciones por el aumento de los cultivos de uso ilícito, en medio de un grave proceso de desesistitucionalizacion, no es tarea fácil.
La crisis que soporta la sociedad colombiana, con mayor afectación en los territorios del Cauca, por el acoso de la delincuencia común organizada en bandas criminales, asfixia la capacidad de resistencia probada en tan diversas circunstancias, acrecentando el temor y la desconfianza ante los permanentes escándalos que debilitan el ya mermado prestigio de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Estas circunstancias repercuten y afianzan en lo local la corrupción, que por encima de las otras criminalidades, golpea las condiciones mínimas de vida de la población, creando los necesarios círculos infinitos de repetición y crecimiento de la descomposición social, para obtener las condiciones bajo las cuales, aspectos como el clientelismo y el uso inadecuado de lo público produce monigotes de poder.
De allí la importancia de que la Defensoría del Pueblo, se levante como esperanza de quienes creen todavía, puede la comunidad nacional rescatar a Colombia a través de sus instituciones establecidas.
Para el Suroccidente del País, región recóndita como dijera el Poeta Martan Gongora, con cordillera que separa, mar y bosque, minería y manglares, desintegrada de la vecindad, con atraso milenario que anida las condiciones para el abandono, la marginalidad, la delincuencia como proyecto de vida y luego las masacres, la violación y la muerte, la presencia de la Defensoría representa el faro a sus Cien Años de Soledad.
Para la población caucana, la presencia de Carlos Alfonso Negret, en la Defensoría Nacional del Pueblo, en el recinto del Concejo y de la Asamblea del departamento, tiene un profundo significado, muy distante de las vanidades o zalamerías que con frecuencia acompañan esta clase de eventos, porque dadas las criticas realidades de violencia en la región, su logro personifica el interes por atender la amenaza permanente a la vulnerabilidad de los Derechos Humanos.
La crisis del Cauca rural, incluidas las cabeceras municipales, están sometidas a un ambiente de terror, de amenaza, de desasosiego en muchos casos invisible, que no alcanza ser cubierto por los medios de comunicación, las autoridades locales no tienen capacidad para enfrentar las acciones delincuenciales.
Enrarece aún más el tétrico panorama de inseguridad, las expresiones de algunos sectores del gobierno nacional, que de manera inoportuna en la pretensión de distraer u ocultar la manera sistemática como se asesinan líderes sociales, indican causas a todas luces, descontextualizadas de una realidad que a gritos pide justicia.
En el Cauca, han florecido ejemplos para la patria de cómo conciliar, construir convivencia y paz duradera, vasta hacer memoria a los acuerdos con el M-19, Toribio y Tacueyo, el Quintin Lame, los acuerdos de Lerma, los senderos de ayuda humanitaria de Campo Alegre Caldono, la disposición para la sustitución de cultivos, tantas muestras de humanidad aun en medio de la guerra de los tatucos.
Doctor Carlos Alfonso Negret, se celebra su presencia en la Defensoría del Pueblo, su gestión la acompaña una tradición iniciada con su padre Cesar Negret Velasco, Alcalde de la Ciudad, con imagen de civismo y disciplina, su actuación perdurara en el tiempo porque las acciones humanas, que permiten la vida y la posibilidad de futuro, son la garantía del hombre en su territorio.
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