DIEGO FERNANDO SÁNCHEZ VIVAS
Hace más de dos milenios, un acontecimiento que dividiría la historia de la humanidad y se constituiría en el hecho más sobresaliente del mundo antiguo estaría por ocurrir.
«Le dijo entonces el ángel, no tenéis que temer, pues vengo a daros una nueva de gran gozo para todo el pueblo y es que hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, que es Cristo o Mesías, el señor nuestro” (San Lucas, Cap II, Vers 10-11)
Desde tiempos inmemoriales, cuando la Cultura Judía apenas se asomaba en medio de un conjunto de brillantísimas civilizaciones y en su génesis ya se vislumbraba la esencia de una doctrina religiosa caracterizada por identificarse con valores loables y altruistas, su contenido filosófico habría de trascender a través de los siglos.
La Cultura Judía con Jesús, proyecta definitivamente su mensaje y este se propaga por todo el mundo. A pesar de la encarnizada persecución que sufrieron los primeros cristianos, la fe y la entereza conservaron su integridad. Constantino El Grande consolidó la difusión del Cristianismo. Hoy por hoy es la religión más extendida en el mundo occidental, y su cobertura mundial es inmensa.
En este momento, en algún lugar del mundo miles de personas lamentarán la ausencia definitiva de sus seres queridos por la pandemia que se ha recrudecido en los últimos días con una propagación inusitada, también muchos afectados por la violencia, los desplazados , los secuestrados, las almas solitarias que no tienen más compañía que las imágenes de los recuerdos de mejores tiempos, los menores que deambulan por las calles de las ciudades y poblaciones sin tener una manifestación de afecto, también ellos sentirán una profunda nostalgia en este día.
Por estos tiempos de tantos conflictos y preocupaciones, de tristezas y dolor, desigualdades e injusticias, resulta importante hacer una reflexión sobre el significado de la Navidad, las buenas acciones, observar el ejemplo de la vida de Jesús y asumirlo como guía en todas las actuaciones de la existencia cotidiana, fomentando la solidaridad y la concordia como un propósito permanente y continuo, un devenir existencia ejemplar. Así de esta manera sentimos que Jesús nace todos los días en nosotros y alimenta nuestra vida con la fe y esperanza. ¡FELIZ NAVIDAD!