Napoleón renacido

franciscopantojaFRANCISCO JAVIER PANTOJA PANTOJA

@fjpantoja

¡Y trajeron a Piketty! El prestigioso economista vino a cantar la verdad: la desigualdad en Colombia es la más alta del mundo, el 1% de colombianos lo tiene todo, los demás poco, algo y nada. Y vino -como llegaron hace muchos años al parque de Caldas de Popayán esos árboles que con su florecimiento evocan paisajes europeos- por moda.

La conferencia inició bajo la costumbre de la nación de oír al de afuera y acallar a los de adentro; cuánto hace que aquí se grita la alta desigualdad, cuánta violencia, cuántos muertos por exigir equidad e igualdad y así como así la vida sigue.

Y no falta, perro en misa ni borracho en carretera: cuando el francés hablaba sobre la concentración de la riqueza en la patria, un tal Bruce quien ahora funge de industrial tuiteaba que la desigualdad en EE.UU venía creciendo, a lo cual respondí por la misma red: la que importa es la de aquí y no la de allá. Vieja manía de buscar cortinas de humo para esconder la desgracia.

Suelto el hilo para contar que después de la ovación recibida por parte del público presente, el rector del Externado lo recibió con un aguacero de adulaciones ante las cuales el Napoleón renacido no se inmutó, tal vez la traducción al inglés elimina tanto adjetivo.

Y en este punto, la cereza del pastel: El auditorio Central de la universidad privada que lo invitó, segregado; y ponga atención ¿por qué? porque no repito: en la inscripción exigían llegar desde las siete para empezar a las nueve y los ocupantes de las cinco primeras filas del recinto llegaron a las 9 y 10, tarde, bien tarde, querían ver y que los vieran. Aquí la elite, allá los patirrajados, ¡reminiscencias coloniales! ¿Por qué no querían que se revolviera el auditorio?

Todo en contravía a lo que el Principito exponía: eliminar prácticas sociales, económicas y políticas que auspicien el aumento de las desigualdades.  Y eso que el libro vio la luz hace más de dos años y claramente sustenta que hace rato se abandonó la “guerra de clases” por la “guerra de edades”.

El joven será viejo y el viejo fue joven, el problema está en el ahorro, si mucha plata tiene el viejito, pague impuestos; porque es mejor gravar la riqueza de los viejos y no el trabajo de los jóvenes dijo Piketty ¡y lluvia de aplausos!

Retomando el hilo, el estudioso francés famoso por su polémico libro, crítico ácido, sin pelos en la lengua, les rugió la realidad. Y ellos -y digo ellos porque yo era un espectador más, además estaban de primeros- querían graduarlo de su nuevo mejor amigo, él sencillo y amable con  la claridad mental de que jamás serán europeos.

Al nuevo Napoleón que recorre estos países pobres, subdesarrollados para nada emergentes, limosneros, míseros, cobrando en dólares; había que decirle que gran parte de la riqueza europea la sacaron de estas tierras, que encontrará su Waterloo, pero solo estaban dedicados a limpiarle el asiento.

¿Qué modelo económico de los países ricos ha funcionado en Latinoamérica? ¡Ninguno! Para lo único que han servido es para justificar el enriquecimiento de unos cuantos que Piketty llama el 1%.

Aquí el modelo que imperaba era el esclavismo sin hambre de los Incas que fue cambiado por el esclavismo con hambre de los españoles, todo se lo robaban en barcos como el Galeón San José, hundido por los ingleses. Piratas: ¡desgraciados¡  ¿por qué solo hundieron uno? ¡Ni a Dios ni a al Diablo!, descarado Rajoy dizque reclamando el botín.

Ya al final un Guillermo, habló, habló y habló hasta desgarrar las vestiduras, al punto que el propio Thomas expresó que lo había enredado, no se preocupe profesor Piketty, así son las decisiones de los ministros de economía de este país: enredadas.

Todos los postulados económicos planteados por el académico van en contravía de las decisiones tomadas por el gobierno, empezando por la venta de Isagen, que dio en el clavo cuando manifestó: los países no tienen nada que privatizar y lo poco que tienen lo venden a precios irrisorios. Pum, pedrada en ojo tuerto.

Y lo que ahora voy a escribir no es mío, lo dijo Piketty: los ciudadanos deben presionar al gobierno para cambiar condiciones de desigualdad social. Háganle caso, reverenciar al extranjero es cultura, exigir que los impuestos se inviertan en lo que debe ser y no se los roben no tiene nada de revolucionario, ni mamerto, ni guerrillero, es un simple deber ciudadano.

Pero fue un deleite ver y escuchar de viva voz a Thomas Piketty, tan cerca como a tiro de piedra y no necesité ir a Europa como quienes solo trajeron árboles y no ideas. Para algo sirven los avances tecnológicos, ahora todos pueden montar en avión dice Piketty.