JESÚS ARCOS SOLANO
El Ministerio de Educación Nacional por intermedio del Instituto Colombiano de Cultura publicó numerosos libros, para servicio del público, hace muchos años.
Algunos historiadores escribieron sus obras, aprovechando estos espacios. Enriqueta Montoya de Umaña, dio a conocer su trabajo LA CRIOLLA POLICARPA SALAVARRIETA, Tomo 1 en 1972. Haremos una síntesis de uno de sus pasajes destacados; aquí evidenciamos el valor y sufrimientos de una patriota mujer, que entregó hasta su vida por la libertad de la Patria. La parte de esta historia, se refiere al noviazgo que ella mantenía con Alejo Sabaraín, recurriendo a todas las artimañas para no ser descubiertos. El también fue un héroe colombiano.
Hacemos este relato, como un homenaje a la MUJER, que tanto ha dado a Colombia, al Cauca y a Popayán. A esta mujer valerosa y sacrificada, que como la Pola, rinden tributo en su abnegado trabajo a la hidalguía y personalidad. Que no haya más persecución, más feminicidios, que reine la fraternidad entre todos ¡Loor al valor de la mujer caucana! Su asidua labor es invalorable.
Sigamos con el tema: Reencuentro de Pola y Alejo. Alejo permaneció por mucho tiempo en la cárcel, por causa de la libertad, no tenía noticias de Polita. Llevaban 3 años sin verse. Llegó el momento tan ansiado. Ella esperó en un pasillo frío; tenía salvoconducto para visitarlo todas las semanas. Se encontraron y Alejo narró a Polita todos los pormenores de su cautiverio: Fuimos apresados y llevados a una cárcel inmunda.
Nos sortearían para saber quién moriría. Fusilarían, uno de cada 5. Éramos 21 presos. Introdujeron en una botella 17 boletas blancas y 4 en las que escribieron una M, que significaba muerte. Llamaron a un niño para que sacara las boletas. Al primero que le tocó blanca, fue a José Joaquín Quijano, siguió Mariano Posse, muerte; salió de la fila, para esperar quien lo seguía; Rafael Cuervo, muerte; Diego Pinzón, blanca; José Hilario López, muerte; la sexta papeleta; Alejo, muerte; rompió la botella en donde habían estado las boletas. Pasamos a la capilla, moriríamos al día siguiente.
Alejo pensaba en Polita, no sabría más de ella. Alejo le comentaba sobre los planes que tenía. Ella lloraba inconsolablemente. Más tarde una procesión con Santo Cristo, nos pusimos de rodillas, mientras unos frailes rezaban un Miserere. Yo ya me sentía muerto: el canto, el rezo del rosario, las campanadas de la eternidad, se escuchaban de las iglesias vecinas. Nos dieron la Comunión. Me había dormido, me desperté por el ruido de marchas fúnebres. Llegaba la hora de la ejecución. Entraron unos sacerdotes con un crucifijo. Estos lloraban, nos hicieron arrodillar y rezar actos de contrición y fe. Sonaban las campanas. Escuchamos las descargas de fusilería; daban muerte a los jefes Quijano, Matute y Cabal. Nos ataron los brazos, tras la espalda.
Pedimos que se nos dispara a la cabeza para morir más rápido. Al salir a la plaza había 7 banquillos. Los curiosos se apretujaban en las esquinas y en los balcones de las casas. De repente un gran tumulto, gritaba: ¡Detengan la ejecución!
¡Paren, paren! Hay un INDULTO, INDULTO.
Estábamos pasmados, asustados. La muerte nos había tocado muy cerca. No entendíamos que había pasado. Un cabo nos dijo: Ha llegado un indulto para ustedes.
Alejo miró que Polita lloraba, apoyada en la pared. Tomó sus manos y las besó. No encontró palabras, ni pudo decir nada. Los ojos húmedos de ella hablaban mejor de lo que hubiera podido decir. Todos pensaron que había sido una jugada de Sámano para aterrorizarlos y hacer que desistieran de su amor por la patria. Sámano era malvado. A Sámano lo consideraban así: “Un salvaje, un bruto, no es más horroroso porque no puede haber nadie más malo y feo que él”. Muchas mujeres sufren silenciosamente sus penas como Polita. La mujer es la personificación de la ternura, de la abnegación y la esencia del amor. ¡Qué Dios las proteja por siempre!