En su libro “Modelos Operacionales de Reforma Agraria y Desarrollo Rural” (1985), el Profesor ANTONIO GARCÍA analiza los siguientes campos conceptuales: i) presión nacional sobre la tierra (modificó la noción tradicional de la presión campesina y abrió la posibilidad de estudiar, examinar y evaluar las diversas fuerzas sociales y económicas que operan sobre la estructura agraria); ii) tipificación histórica de las reformas agrarias (clasificación objetiva de las diversas experiencias latinoamericanas, evitando enfocarlas fuera del contexto espacio-tiempo, utilizando parámetros de carácter general o exclusivamente relacionados con la tenencia de la tierra); y, iii) modelo operacional y de reforma agraria o desarrollo agrario por áreas.
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El concepto de presión nacional sobre la tierra fue expuesto por García en su obra “Reforma Agraria y Economía Empresarial en América Latina” (1967).
Posteriormente, lo utilizó para definir la naturaleza y medir la intensidad de las fuerzas que presionan -desde adentro y desde afuera- una estructura agraria, a saber: el crecimiento poblacional; los cambios en las formas de asentamiento; los grados de urbanización; las demandas de la industria manufacturera; la inserción del modelo tecnológico transnacional; las exigencias fiscales y financieras del Estado; la necesidad de moneda extranjera para el financiamiento de las operaciones de desarrollo.
En la misma obra, desagregó y amplió el concepto de presión campesina sobre la tierra (tradicionalmente limitado a las demandas del campesinado inmerso dentro de las fronteras físicas de los latifundios de colonato y aparcería señorial), e incluyó las áreas minifundistas, las diversas capas del campesinado precarista y las comunidades indígenas sin acceso a la tierra, método que le permitió revaluar el problema de la presión campesina y sentar las bases para estudiar el latifundio como constelación social, tal como lo hizo en su libro “Sociología de la Reforma Agraria en América Latina” (1973). Su concepción orgánica del latifundio como unidad productiva y como constelación social (en la que se integran las áreas minifundistas, las comunidades indígenas y algunos poblados, por su condición de economías periféricas o complementarias de las haciendas), lo llevó a diseñar el modelo de reforma agraria por áreas (las comprendidas en una constelación social) en la sierra peruana del Cuzco (1970 y 1972), en el Ecuador, en Venezuela y en la República Dominicana.
García estableció las diferencias fundamentales entre los tipos históricos de las reformas agrarias en América Latina (estructural, convencional y marginal) y los modelos operacionales. Los primeros son construcciones conceptuales a posteriori, con el objeto de analizar críticamente las experiencias de los países en el proceso de transformación, las cuales no son aplicables dentro de un contexto diferente. Los segundos se definen como proyectos a priori, diseñados para intervenir deliberadamente en una dirección concreta y con determinados instrumentos sobre la estructura agraria y las condiciones de vida del campesinado.
Consecuencialmente, los tipos históricos sirven para analizar y comprender los alcances de una experiencia específica de transformación agraria dentro de una sociedad históricamente determinada y no para replicarse o repetirse dentro del contexto de otra sociedad; y los modelos operacionales son guías para la acción, enmarcados dentro de diversos contextos económicos, sociales y políticos. En breve, un modelo operacional de reforma agraria y desarrollo rural puede aplicarse -a partir del conocimiento de la naturaleza singular y específica de cada país en cuanto a su conformación social y económica; a la organización política de su Estado; a su tradición cultural y a su estilo de vida- en ciertas áreas consideradas como estratégicas en cualesquier sociedad concreta. Lo importante e innovador del método operacional por áreas es que sitúa el problema del desarrollo rural en un plano de viabilidad, sin la exigencia previa de transformaciones esenciales en el contexto político. Dicho método profundiza y amplía los modelos operacionales de reforma agraria y desarrollo rural, reinscribiéndolos dentro del nuevo contexto latinoamericano; reformulando la reforma y el desarrollo rural a partir de: i) la existencia de un nuevo problema agrario en América Latina, inmerso en el moderno ciclo de transnacionalización; ii) la modificación profunda en la estructura del mercado mundial -desfavorable para los países productores de materias primas que carecen de la capacidad para impulsar autónomamente el desarrollo de la ciencia y la tecnología-; iii) la subordinación de la agricultura al sistema urbano industrial; y, iv) la renuncia a utilizar los ideales revolucionarios que colmaron en los años 60 los proyectos radicales de transformación.
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