JESÚS HELÍ GIRALDO GIRALDO
Es un tipo de miedo en el cual podemos identificar el motivo, reconocerlo y referirnos a él con nombre propio, es una de las primeras manifestaciones de la personalidad temerosa.
Algunos animales constituyen el motivo angustiante para unas personas, no necesariamente el animal más grande o peligroso, a veces es una simple cucaracha o un ratón los que asustan tanto como si fuesen una serpiente peligrosa o una fiera salvaje, otras veces son las alturas o la sombra, la noche, la oscuridad o los extraños, los motivos que agobian, montar en avión, la soledad, la enfermedad o la muerte, visitar al médico, al odontólogo o el temor a una enfermedad, miedos cotidianos diferentes.
El miedo a los exámenes nubla la mente y hace olvidar lo estudiado, completamente entendido el día anterior pero escondido en sitio oculto ante el fantasma que significa someterse a prueba, hablar en público significa la aparición del temor que inhibe. Muchas veces nos sumergimos en el miedo a la pobreza y a las cosas terrenales, la posibilidad de perder las propiedades, nuestros seres queridos o bienes materiales, miedo a los accidentes y a los remedios. El tartamudeo y la ruborización delatan el miedo en el momento de hablar en público o enfrentar a extraños, identificando así la timidez.
El miedo por razones conocidas es un temor consciente que permite identificar a ese pequeño o gran monstruo que, sin importar el tamaño, nos llena de temor. La cercanía con el motivo del temor produce privaciones y limitaciones en medio de la sudoración y rechazo, se escapan las oprtunidades ahogadas en el mar del miedo. El temor a la pandemia provocada por el covid o cualquier otro virus o cepa, es manifestación palpable de este estado emocional frente al contagio, una pandemia como la actual despierta el miedo por el cúmulo de situaciones y las consecuencias que de ellas se derivan.
Ser conscientes del motivo del temor, identificar lo que horroriza y enferma es ya una ventaja, al menos podemos sacar a relucir la prudencia para protegernos y encontrar el potencial positivo, presente en el otro extremo de esta emoción negativa, para dedarrollar las condiciones que permitan despertar el coraje, no temerle pero evitar el efecto dañino, afrontarlo con inteligencia y cuidado hasta alcanzar el valor necesarios para conservar la calma y colocar los sentimientos positivos en el lugar donde habitaba el nerviosismo, seguir adelante persuadidos de salir victoriosos del evento enfrentado. Alcanzar el coraje para asumir riesgos y entender que cuando aparece el problema también de manera implícita surge la solución, depende en cuál de los dos extremos nos enfoquemos, ¿el problema o la solución?
Los remedios florales ayudan a desarrollar ese potencial positivo o virtud contraria, al enfocarnos en la solución nos alejamos del motivo de temor, no olvidemos que la virtud está dentro de nosotros mismos, enmarcada en la valentía y el coraje que dimensionan retos y enfrentan dificultades.
A veces olvidamos esta verdad y creemos que sólo exise el temor y perdemos la guerra antes de dar la batalla, las dificultades no se solucionan con miedo sino con acciones concretas, no siempre fáciles, pueden ser difíciles o lentas pero constituyen fuentes de crecimiento y aprendizaje.
Escuchemos la voz de la verdad, siempre en momento presente, esperando que la consultemos y creamos en ella, la solución no está lejos, vive ahí mismo donde habita el temor, la desconfianza y los temores creados en la infancia, hogar y escuela, han desembocado en un comportamiento negativo.