Columna de opinión
El lunes (9 de Enero), la naturaleza, en forma despiadada, dejó descargar su furia imprevista contra abnegados campesinos; que ya a esa hora, como era su costumbre, empezaban sus faenas campestres, cuando la montaña empezó a derrumbarse, llevándose todo lo que encontraba a su paso: casas, fincas, sembrados, animales, etc. Afortunadamente, gracias a la previsión de los moradores de la región, no hubo víctimas que lamentar. Mirar este infausto suceso por la T.V, dan ganas de llorar. Ver rodar sus propiedades montaña abajo, después de tantos años de sacrificios y desvelos; construir una casa, tener cultivos que constituían su sustento, y que desaparezcan en minutos, es un momento tétrico y penoso; la gente se siente impotente ante los rigores del tiempo. Sólo Dios, en su bondad, puede aliviar tan crítica dificultad. Los damnificados urgen de la colaboración del gobierno, en forma pronta, sin tregua y sin promesas vanas. Los niños y ancianos son los que más se sienten afectados por el terrible insuceso. Los que han residido toda la vida en el campo, no se adaptan a un medio, que no es el suyo; no pueden vivir amontonados por mucho tiempo. La premura de su reubicación es latente. Digno de resaltar, la labor titánica de la Policía, El Ejército, La Fuerza Aérea, La Defensa Civil, Los Bomberos Voluntarios y de tantas gentes solidarias, que exponen hasta su vida para ayudar. Los rescatistas, siempre oportunos son merecedores de afecto y comprensión. Es el momento, para que los colombianos apoyemos a las familias, que perdieron todo.
Una consecuencia evidente la desaparición de la vía internacional. El Gobierno con sus técnicos debe redoblar esfuerzos para encontrar soluciones viables más expeditas. Habilitar las vías terciarias, procurarles mantenimiento y darlas al servicio. Se ha evacuado mucha gente que estaba aislada de su terruño, hay que proveerlas de lo necesario. Es urgente la vía definitiva para evitar el aislamiento.
En buen momento hay colombianos amigos que aportan su granito de arena sin egoísmo; pero su misión será más fructífera si el Todopoderoso hace que cesen las lluvias; así el trabajo se puede ejecutar y se ven los resultados. No hay tiempo que perder. Que el Amo de Belén atienda la plegaria, dedicada a El:
Acuérdate que un tiempo, Acuérdate que entonces,
Señor Omnipotente tu diestra poderosa
Nuestra plegaria ardiente tendiste, y la espantosa
tu compasión movió, borrasca se calmó.