Se inicia un nuevo diciembre, el de 2022. Hoy es primero de diciembre

Columna de opinión

E

Por:  Lizardo Carvajal

l “sabor a diciembre” a mí me llega con ron, con Ron de vinola. Es decir, me llega con Guillermo Buitrago, con su música y sus canciones. Hoy escuché, desde mi colección de música, al Jilguero de la Sierra Nevada de Santa Marta. Eran las 6 de la mañana. 

Guillermo Buitrago, su música,  y diciembre son consustanciales. Es inevitable su merengue La víspera de año nuevo, seguido de Las mujeres a mí no me quieren y Dame tu mujer José, canción con la que le hacían un pésimo chiste a mi padre, con el que se enfurecía, siendo totalmente pacífico. 

A mí me llega, especialmente, con El ron de vinola. Este merengue me trae el recuerdo de uno de los pocos castigos recibidos en la escuela. También de la primera vez que quise armar un dúo y salí frustrado.

Era el año de 1962 y yo era el mayorcito del grupo 5A de primaria que dirigía el profesor Antonio Ramírez, un sonriente maestro de la escuela Marco Fidel Suárez y cuyo director era ni más ni menos que el maestro Francisco Montes. Ambos llegaban a la escuela vestidos de traje completo estilo inglés, fabricado en la Sastrería Montes, la mejor sastrería de Cali, propiedad de uno de los hermanos del director. 

Marmolejo, quien después se jactaba de ser magistrado del Tribunal Superior y profesor en la Universidad Santiago de Cali, se sentaba en el pupitre de adelante del mío. Así que en plena clase historia o de Aritmética, para nosotros era lo mismo, hacíamos dúo y contrapunto. Yo cantaba pasito “me gusta el ron de vinola” y Marmolejo respondía: “Me gusta, me gusta, me gusta”. Yo seguía: “Me gusta, me gusta Lola” y Marmolejo se inspiraba: “Me gusta, me gusta, me gusta”. ¡Hasta que Antonio Ramírez nos pilló!

Nos tomó de las orejas, eso sí con suavidad y nos llevó a la puerta del salón. Allí nos dijo: 

-Se quedan aquí castigados y hoy no tienen recreo.

El dúo se miró, lamentando lo último que nos dijo, “no tienen recreo”. Eso era fatal porque yo era el jefe de la Tienda Escolar y Marmolejo era mi prestigioso asistente, quien después se desempeñó como Magistrado, en el tribunal Superior, según me decía. 

*

Parece que para el profesor Ramírez y para el director Montes el problema no era tanto el asunto del ron de vinola, bebida embriagante de fabricación casera y artesanal, cuya receta nació en Ciénaga, Magdalena, y fue un negocio exitoso de la familia Rodríguez Izquierdo, quienes la preparaban a base de piña y “guandolo” o sea guarapo santandereano. Y no lo era porque en la calle novena, con carrera novena, en toda la esquina, en le barrio Santa Rosa, de nuestra Cali, por esos mismos años, estaba la “Cantina de Montes”, otro hermano del director, quien ofrecía a maestros el Aguardiente del Valle, con cuyas rentas se pagaba al magisterio. 

Lo que si no podían admitir era la siguiente estrofa: Mi compadre Lorencito/Tiene una mujer maluca/Viéndola por debajito/Ay cómo me gusta, me gusta.

Guillermo Buitrago fue un prodigio, un trovador vernáculo que vivió sólo 29 años, nació en 1920 y murió en 1949. Fue pionero de la música del Valle, el vallenato y del sistema de grabación musical en Colombia. Así quedó en nuestros corazones.

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