Por: Mg. Carlos Horacio Gómez Quintero.
Cada 31 de Agosto, desde hace algunos años, se conmemora El Día Mundial de la Solidaridad, en reconocimiento franco a uno de los valores más importantes de los seres humanos. La pretensión existente tras esta conmemoración, es la de promover los ideales de solidaridad entre las naciones, los pueblos y los individuos, bajo el parámetro o referente establecido por decisión motivada de La Asamblea General de Las Naciones Unidas, que entre otras cosas privilegia esta fecha, con un recordatorio anual frente al inicio del movimiento “SOLIDARNOSC”, fundado por El Premio Nobel de La Paz del año 1983, el polaco Lech Walesa, quien atesora varios reconocimientos en función de sus actividades como sindicalista, activista de Derechos Humanos, que hasta le merecieron ser Presidente de su país durante el período comprendido entre 1990 y 1995.
Las consideraciones tenidas en cuenta por Las NU para instituir ésta efemérides, se aferran a la prioridad moral que exige, condiciona y requiere la implantación de políticas que impliquen el beneficio del progreso de los distintos países y de su población, considerando la realidad de cada uno de ellos. La invitación es que cada gobierno, para paliar problemas marcados como son entre otros, la pobreza, el hambre, la indigencia, la falta de oportunidades, que generan profundos desequilibrios, desigualdades y marginalidad, se puedan implementar acciones favorables que convoquen acciones conjuntas entre los organismos gubernamentales, el sector privado, las mismas organizaciones de la sociedad y la comunidad internacional, en aras de obtener recursos suficientes para el desarrollo y así evitar se continúen desconociendo Derechos Humanos de grandes sectores de la población. Decisión y pretensiones, sin duda alguna muy importantes y necesarias.
Al lado de este trascendental anhelo, conviene también plantear, aun cuando sea en términos muy generales, otra concepción de dicho término, el cual parte de entender que La Solidaridad es un valor humano de primer orden, caracterizado por la colaboración mutua entre los individuos para sortear de mejor manera y lograr la superación de terribles desastres y tragedias de todo tipo. Quiero insistir en la importancia de esta acepción, a todas luces más cercana a nuestros niveles de intervención, por cuanto no me cabe duda alguna para asegurar, que los colombianos y en particular los caucanos, habiendo sido valores fundamentales para fortalecer muchas causas que nos han definido como sociedad de inigualable patrimonio patrio, social, cultural y organizativo, hoy marcha desafortunadamente hacia un estadio, en el cual impera la desesperanza, la anarquía, la frialdad humana, el quemeimportismo y en suma, la adopción de una actitud impávida que ni siquiera se frunce ante el acontecimiento atroz de insucesos que nos menguan por dentro como sociedad. Muy seguramente son las malas decisiones y actuaciones de los entes estatales las que han contribuido en mayor porcentaje a la implantación de este indeseable régimen, pero también es cierto y necesario aceptarlo, que muchos de los males que nos aquejan, son producto de las decisiones deliberadas de personas solo comprometidas con la aparente oportunidad de acceder a bienes y riquezas materiales de manera fácil y cómoda. El contar con nuevos halagos, que solo producen bienestar temporal y falaz, desconociendo que somos parte de un conglomerado, el cual nos llamará por siempre a entender los problemas de los demás y aportar algo en el propósito de subsanar tantos desmanes y carencias, han enviado al valor de La Solidaridad hasta el cuarto trasero de nuestras vidas y tal vez, si en algo se invoca, desde luego con falsa motivación, es a compartir mundanamente los bienes fáciles que se adquieren con lo indebido, pero que no constituyen avance alguno en pro de solucionar los problemas de fondo.
Ahora que se ha iniciado un nuevo gobierno, el cual en sus primeros días ha generado las normales expectativas, que en momentos lo aúpan y en otros lo fuetean, sería muy importante que como elemento unificador de intereses y propósitos conjuntos hacia un mejor futuro, se incrementaran los esfuerzos para entender, que este bello paraíso seguirá siendo un cielo, si entre todos rescatamos los valores de La Solidaridad y nos olvidamos de una vez por todas y para siempre, que son la contradicción infructuosa y los odios acumulados los que nos tienen activos, mirando aleladamente como transcurren los días con todas sus tragedias a cuestas.