¿Por qué te encasillas?

Columna de opinión

Por Marta Rivea

Cuando niños nuestros sueños no tenían límite. Yo por ejemplo deseaba ser monja en el día y policía en la noche (parecía que dormir no era relevante en esa edad). Otros querían ser doctores, científicos, bomberos, superhéroes… ¡En nuestra imaginación todo era posible!

Fuimos creciendo y construyendo nuestros caminos. Especializándonos en un campo y de manera inconsciente se nos fue pegando una especie de anteojera para que, así como los caballos, no nos distrajéramos y siguiéramos derechitos el sendero trazado, para ser excelentes únicamente con los conocimientos del oficio que elegimos en una edad tan temprana en la que la mayoría de las veces: o no se tiene consciencia de lo que se quiere o no se puede estudiar lo que se desea.

¿Por qué, si se cuenta con una formación en artes, no se pueden tener nociones de administración? Si se es ingeniero ¿por qué no considerar el conocer un poco más de historia como una gran herramienta? Si se es biólogo ¿por qué no apropiar la claridad a nivel de leyes? Al vendedor ¿no le ayudarían las habilidades literarias para las ofertas y la negociación?

Dentro de la historia reciente existen ejemplos asombrosos en los que esos conocimientos adicionales, que podríamos llamar divergentes a los propios del oficio, han marcado la diferencia y han sido la clave del éxito. Brian May, quien estudió astrofísica fue el guitarrista y uno de los compositores de la famosísima banda Queen. De igual manera Steve Jobs, quien ha sido considerado uno de los íconos a nivel de la tecnología, nos muestra en su discurso “Conectando puntos”-pronunciado en 2005 en la Universidad de Stanford – cómo, gracias a los conocimientos tomados en un curso de caligrafía, creó en 1984 el primer computador personal con un sentido de la estética como parte de su esencia: el Machintosh.

En este caso, la caligrafía hizo la diferencia en la creación de un equipo electrónico en cuya época, la belleza del diseño no era relevante para los computadores ¿Acaso un inventor de un sistema tecnológico debería saber de caligrafía? Aparentemente no, pero esa fue su diferenciación: la belleza, la elegancia y el entregar por primera vez a los usuarios un dispositivo que tenía el cuidado de una obra de arte ocasionó un giro beneficioso que cambió para siempre nuestros requerimientos de consumo tecnológico.

Comprendiendo lo que Jobs entendió 10 años después de realizar el curso de caligrafía, todos los conocimientos podrán ser de gran ayuda, así no sean del oficio elegido y tal vez no sean usados hasta muchos años o décadas después, pues el mundo no es solo de blancos y negros; también está provisto de colores, posibilidades y matices.

Además, el mundo no se fragmenta y no se presenta de una manera diferente si lo veo con ojos de ingeniera o con ojos de poeta. No, el mundo se presenta igual en ambos casos y, gracias a las experiencias, habilidades y saberes recogidos a lo largo de la vida, puedo analizarlo de una manera cada vez más integral. Si enriquezco a mi ser con diferentes habilidades y disciplinas tendré más elementos de juicio, tal como lo concebían los grandes pensadores del renacimiento como Da Vinci considerados polímatas (según la RAE: persona con grandes conocimientos en diversas materias científicas o humanísticas).

¿Por qué cerrarnos entonces a una única línea del saber y a esa visión integral? Pueden también estar allí, listas para ser aprendidas, habilidades que aún no conocemos porque no les hemos dado una pizca de oportunidad. Y quizás, como le sucedió a Jobs, ese conocimiento divergente sea la clave en nuestras vidas y en nuestro aporte a la sociedad.

2 comentarios sobre «¿Por qué te encasillas?»

  1. Hola Martica, interesante columna que debemos aplicar para enriquecer nuestros conocimientos en distintas áreas. Saludos.

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