Popayan, historia y cultura

EL CACHORRO Y NUESTRA SEÑORA DEL PATROCINIO

De: Mario Pachajoa Burbano

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Foto: Cachorro,Boletín de las Cofradías

Cuando el señor Embajador de Colombia ante España, Guillermo León Valencia, vio el paso sevillano de la Expiración, quedó cautivado y tomó la resolución de ordenar una copia para integrar la Semana Santa de Popayán; paso que se admira desde ese entonces en la Semana Mayor de la Ciudad Blanca, con el nombre de «El Cachorro».

La actual Hermandad sevillana de este famoso paso es procedente de la fusión, en 1689, de dos antiguas corporaciones trianeras: la del Santísimo Cristo de la Expiración y la de Nuestra Señora del Patrocinio. Esta última, de cuya existencia se conocen datos de un siglo aún más atrás, pudiera también provenir de la remota de Nuestra Señora del Rosario o de las Cuevas.

Asentada invariablemente durante centurias en su capilla propia del barrio de Triana (en 1960 fue bendecido el nuevo templo que ha absorbido al antiguo como Sagrario, fue dedicado el 15 de diciembre de 1999 al Santisimo Cristo de la Expiración), dos aportaciones espirituales la han distinguido siempre.

 

http://www.geocities.ws/pachajoa2000/vpatrocinio.jpg De un lado la veneración a la Virgen como protectora especialísima del linaje humano y la consecuente creencia en su capacidad mediadora, creencia que se renueva con solemne juramento cada año y que está en consonancia con la advocación de su Imagen Titular. Como día señalado celebra la Hermandad, en noviembre, la Festividad del Patrocinio de Nuestra Señora, instituída en 1656 por el Papa Alejandro VII a petición de Felipe IV, monarca que según la tradición estuvo orando ante la gloriosa y mariana efigie.

De otro lado, la impresionante figura del crucificado que mueve a la conversión, representa el instante de la muerte de Jesús y ciertamente este Cristo de la Expiración -«El Cachorro», como le llama el pueblo- , obra de Francisco Antonio Ruiz Gijón de 1682 y canto de cisne de la imaginaría barroca, sintetiza en su moribunda agonía al Dios Salvador y al hombre sufriente. Unión hipostática que la saeta expresó con sencillez al describirlo como «retrato del Dios verdad». Presenta detalles difíciles de superar, como la boca entreabierta que deja ver hasta la garganta, los signos premortales en las pupilas, su paño de pureza agitado por la tormenta de la hora nona.

Este paso es cargado por 42 costaleros, en comparación con los de Popayán que son 8. La procesión se inicia en Castilla a las 3:45 p.m., pasa por El Puente Triana a las 5:30 p.m. y a su regreso a media noche, y entra a su sede a las 2 de la mañana..

En su desfile del Viernes Santo se presenta ésta portentosa escultura sobre unas modernas andas neobarrocas, talladas y doradas, ejecutadas en 1974 por Guzmán Bejarano, con interesantes relieves pasionistas, arcángeles y profetas en plata de ley, obra de Juan Borrero.

La Virgen del Patrocinio, en su versión Dolorosa -pues la antigua que da origen a la corporación es de carácter gozoso y de reducidas dimensiones- es
talla contemporánea de Luis Alvarez Duarte y recuerda a la que anteriormente poseía la Hermandad que desapareció en el incendio que en 1973 sufriera la capilla, en el que resultó afectado también el Cristo, posteriormente restaurado.

El «paso» en que se contempla la Virgen es una pura filigrana. Los bordados del palio y el manto (en malla de oro y terciopelo burdeos, respectivamente) son obra de los talleres de Olmo, de la década de los 20, diseñados en estilo barroco-persa por Herminia Alvarez Udell. En las orfebrerías han intervenido Ferrer, Bautista, García Armenta, Marmolejo y últimamente Villarreal. Sobresalen los vistosos candelabros de cola, los varales, jarras, candelería corona de oro de la Santísima Virgen y una pequeña Imagen de la Virgen del Rocío que entre las de San Isidoro y San Leandro luce en la delantera.

En su cuerpo de nazarenos llama la atención la Cruz de Guía de carey y sus faroles, los paños del Senatus y las bocinas, inspirados en los bordados del palio al igual que el estandarte. Precioso Sinelabe y famoso sobre todo el Mediatrix, guión bendecido en 1926 actuando de madrina, S.A.R. la Infanta D’. María Luisa de Orleáns, camarera de la cofradía, y cuyo significado proclama la creencia anteriormente aludida.

TÚNICAS: De capa de lana blanca con el escudo de la cofradía y túnica negra con antifaz del mismo color con la Cruz de San Juan. Cíngulo y botonadura también blancos.

 

APUNTES HISTORICOS SOBRE LA SEMANA SANTA

De: Mario Pachajoa Burbano

Mario Perafán Fajardo nos informa en el presente escrito que ni las guerras, las plagas, ni los terremotos han interrumpido la Semana Santa payanesa y cuando los aguaceros y las tempestades han obligado a suspender alguna procesión ha salido al día siguiente aunque haya sido una vez en la semana. Además nos cuenta el origen de la palabra «pichón» y porqué los cargueros tienen la cara destapada.. Nuestros agradecimientos a Mario por permitirnos recordar o conocer estas interesates historias.

Apuntes históricos sobre las procesiones
de la Semana Santa en Popayán
Por Mario Perafán Fajardo, F.O.C., Cauca

Popayán, 28 de marzo, 1999

Recordemos algunas anécdotas históricas:

Por la época cuando se iniciaron las procesiones se había preparado por parte de los indígenas desplazados que venían desde el Perú, una conspiración contra Popayán para tratar de conquistar la ciudad y cuando llagaron a los cerros que les circundaban en las horas de la noche vieron una interminable hilera de luces en movimiento que la envolvían e imaginando que se trataba de un gigantesco ejército con antorchas y lanzas se retiraron despavoridos, cuando en realidad se trataba de la procesión de penitentes el Jueves Santo. Así se frustró una matanza segura.

Cuando el Libertador Simón Bolívar regresaba triunfante después de la batalla de Ayacucho todas las ciudades y pueblos por donde pasó le ofrecieron homenajes y festejos. En la Paz, (le regalaron la llave de la ciudad que es de oro macizo la cual se exhibía en Casa Mosquera y pesa 44 onzas), en Lima (conoció a Manuelita Saéz) y en Quito fueron apoteósicos.

Popayán no se podía quedar atrás y como complemento de muchos banquetes (almorzó en la hacienda Calibío el 30 de octubre de 1826) y atenciones, le organizaron una procesión en la última semana de octubre de 1826 la cual salió de la Iglesia de San Agustín y pasó para admiración de los ilustres huéspedes por frente a los balcones de la casa de la carrera séptima con calle sexta donde se alojó el Padre de la Patria y su comitiva del 24 al 30 de ese mes conforme lo atestigua una placa colocada al lado de su portalón de entrada.

Corría el año 1840, caracterizado por la turbulencia políticas de las pugnas internas bajo la presidencia de José Ignacio Márques amigo personal y seguidor del General Tomás Cipriano de Mosquera y Arboleda. Durante ese mandato el Gobierno había suspendido los conventos menores de la ciudad de Pasto, originando el levantamiento de los guerrilleros del sur comandados por el Presbítero Francisco Solano de la Villota. Como los insurgentes dominaban la comarca, el Gobierno central despachó desde Santafé de Bogotá, un contingente militar al mando del General Pedro Alcántara Herrán, yerno del General Mosquera, el cual estaba encargado de apaciguar la zona.

En cabeza de franca rebeldía declarada, se veían dos destacadas figuras Caucanas: los combatientes José María Obando y Juan Gregorio Sarria, enfrentados al general Mosquera, por que éste, sin fórmula de juicio, acusaba a Obando como responsable del asesinato del Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre ocurrido en Berruecos, en junio de 1830.

A Pasto llegaron las fuerzas gobiernistas el 19 de marzo de 1840, siendo conducido el General Herrán hasta la propia morada de Obando, donde literalmente fue retenido como prisionero, pues los habitantes de la ciudad eran fanáticos simpatizantes Obandistas. Además de los pastusos, los patianos y timbianos eran también adeptos de Obando, el General Herrán optó por suplicarle a aquel que desmontara la rebelión.

Este hecho, como es natural causó indignación en el General Mosquera quien inmediatamente después de conocer el suceso apresuró su viaje desde Santafé de Bogotá hasta la provincia del Cauca en compañía de su sobrino, el Capitán Julio Arboleda.

Mientras tanto Obando y Sarria, después de desplegar una activa campaña en el sur se dirigieron hacia Popayán, llegando a el sitio de Calicanto a la entrada de la ciudad, el lunes Santo 13 de abril de 1840. Con ellos se encontraba un grupo de lanceros de su propia tropa. Al día siguiente, martes 14 de abril, los dos guerreros dejan sus armas para vestirse de «cargueros» al estilo Sevillano como era costumbre de la época, con el capirote cubriendo el rostro. Es así como portando las alcayatas en la diestra, se dirigen a la Iglesia de San Agustín para reclamar sus respectivos barrotes en el paso de la Dolorosa y así cumplir como devotos cargueros.

Cuando los dos jefes rebeldes se acercaron a tomar sus barrotes son informados sobre la presencia de Mosquera en la hacienda de Calibío.

En aquel entonces los cargueros sacaban los pasos a las siete de la noche, desde los mismos «burros» de la iglesia. Sin embargo como medida de seguridad Obando y Sarria toman sus barrotes en la esquina del Mascarón, cuando el síndico del paso presumía que en tales circunstancias era imposible que ese año asistirían, ya les había buscado sustituto. Primero se presentó uno de ellos luciendo un impecable túnico de Nazareno con el rostro cubierto con el capirote de penitente y golpeando con su alcayatas el empedrado piso dijo en voz baja al carguero delantero izquierdo: «éste es mi puesto y no lo dejaré mientras viva.., soy Sarria!». Igualmente lo hizo Obando en el lado delantero derecho.

La noticia se regó como pólvora entre los cargueros, alumbrantes y el público que abarrotaba los andenes al paso de la procesión la cual transcurrió sin ningún contratiempo en completo silencio y recogimiento absoluto.

El Gobierno regional, bajo el mando del ilustre hombre Manuel José Castrillón, se entera de la presencia de Obando y Sarria en la procesión y ordena que al terminar el desfile, se prenda a los jefes insurgentes. El pueblo de Popayán era netamente Obandista, entonces se prepara para ayudarlos y evitar sean hechos prisioneros.

Para tal efecto, los amigos y compañeros del jefe acuerdan el santo y seña de «pichón». El plan se pone en marcha en la esquina de la Ermita los alumbrantes apagan sus velas y a la voz de «pichón» cogen el paso de la Virgen de los Dolores, sin que nadie de los feligreses se atreva a cometer una felonía.

Los Generales Obando y Sarria pudieron escapar. Al otro día el General Castrillón dio la orden para que los cargueros llevaran el rostro descubierto, costumbre hasta nuestros días al igual que la palabra «pichón», utilizada para cargar los pasos unas cuantas cuadras a la entrada y salida de cada desfile.

Es la única oportunidad que tienen los aspirantes a cargueros para sentir el peso de las andas.

Sirva esta historia para que recordemos a nuestros antepasados con respeto y cariño e igualmente para comprender por qué en Popayán se «carga con la cara destapada».

De los aguaceros famosos que han obligado a suspender una de las procesiones en el siglo XX, está el que narra en una crónica deliciosa Hernando Rojas A. en la revista de la Junta Permanente Pro-Semana Santa de 1993 en las páginas 23 a 26 con el título de «Por qué los Cargueros de Popayán son así», refiriéndose al sucedido el jueves Santo 31 de marzo de 1983, cuando no fue posible sacarla y al día siguiente desfilaron tres pasos extras después de haber tenido que intervenir el Maestro Valencia para lograrlo por que los cargueros no se aguantaron las ganas de cargar ese año.

En la Semana Santa de 1964 llovió durante tres días de martes a jueves y ninguna procesión logró terminar por completo su recorrido (yo había alcanzado a cargar media procesión el miércoles) y los frustrados cargueros lograron que la Junta y la curia autorizara para sacar 22 pasos el viernes en vez de los 12 que están programados, por lo cual hubo necesidad de utilizar 176 cargueros y el síndico del señor del Perdón Sr. Reynaldo López me llamó a las 5 de la tarde para ofrecerme su barrote pues el cargaba esa noche en la Virgen de la Soledad y no podían hacerlo dos veces el mismo día. Así que ese año cargué ese imponente paso que estaba estrenando nueva esfera de plata y lo hice en la esquina trasera izquierda.

En 1983 la ciudad estaba bellísima impecablemente pintada de blanco, sus calles limpias, sus balcones adornados con materas y los árboles de los parques y avenidas florecidos. La mayoría de los turistas no habían llegado, los días fueron extremadamente calurosos, las procesiones del martes y miércoles Santo estuvieron muy ordenadas y el festival de música estaba en todo su esplendor y cuando 60 horas después de haber escuchado el concierto para violín de Mendelssohn magistralmente interpretado por el solista payanés Hugo Valencia Quijano, en la iglesia del Carmen con la orquesta Sinfónica del Valle, sobrevino a las 8:15 a.m. del jueves Santo del 31 de marzo el » Terremoto de Popayán»!!!… Pero esa es otra historia sobre la cual mucho se ha escrito y escribirá.

Miles de anécdotas podrán contarse: pasos que se han caído por romperse alguno de los barrotes (la Sentencia el jueves Santo de 1940 en la Calle del Comercio y Las Insignias frente al Teatro Popayán el Viernes Santo de 1949 al quebrarse el barrote esquinero derecho de adelante donde cargaba César Simmonds). Cargueros que han muerto después de haberse doblado bajo las andas (don Arcesio Velasco Iragorri) frente a la iglesia de San José, el Miércoles Santo 16 de abril de 1947 cargando el paso de El Prendimiento en la parte delantera derecha. Cargueros que han venido del exterior donde viven, todos los años, (don Jaime Fletcher de la Ciudad de México). Sahumadoras que también viajaban, (la Negra Sara desde Caracas).
Todo eso ha sucedido, pero nunca se ha interrumpido ésta tradición que lleva 441 años de 1558 a 1999.
Popayán-Colombia, Domingo de Ramos 28 de Marzo de 1999.

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