Un evento que proyecta y recupera para la capital del Cauca el liderazgo de arte y cultura nacional e internacionalmente.
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Por: Elkin Franz Quintero Cuéllar
l surgimiento de las ferias del libro, tal y como las conocemos hoy, se remonta al siglo XV, cuando se consolidaron los negocios cada vez más activos entre los editores, impresores y libreros que participaban en las ferias mercantiles de Europa. Desde ese momento, es claro que la distribución del libro necesita del librero para la venta al por menor y para las ventas al por mayor como distribuidor e importador. Siguiendo esta dinámica surgió de manera gradual una estructura ferial para el comercio del libro.
Como resultado de este fenómeno aparecerían en diferentes puntos del Viejo Continente las primeras grandes ferias del libro, como las alemanas de Frankfurt y Leipzig. En ellas se podía encontrar todo tipo de mercancías como textos y manuscritos, y más adelante los libros impresos de la era de Gutenberg. Ambas ferias, han sido hasta ahora los grandes epicentros feriales del mundo.
Durante el siglo XVI, la venta de libros en la ciudad de Frankfurt logró un gran auge, y convocó a más de una centena de editores y libreros alemanes, franceses, italianos, suizos y de los Países Bajos. Dado el creciente número de libros, el librero de Augsburgo, Georg Willer presentó en 1574 dos catálogos con novedades, bajo el título de Catalogus Universalis.
Con el tiempo, el control ejercido por los jesuitas alejó a los libreros protestantes y la feria decayó. La Feria de Leipzig reemplazó en importancia a la de Frankfurt y se mantuvo como la más dinámica del mundo hasta la Segunda Guerra Mundial. Durante la posguerra, la Feria de Frankfurt renació en la Alemania Federal gracias a la Asociación de Libreros y Editores Alemanes, quienes constituyeron la empresa Exposiciones y Ferias Srl. para tal propósito. El moderno recinto ferial de la ciudad y el apoyo del gobierno local resultaron ser un importante impulso para su consolidación, llevándola en poco tiempo a ser de nuevo el epicentro de los negocios editoriales que es hoy en día.
El tiempo ha demostrado que la feria del libro es un evento cultural que se constituye en un punto de encuentro entre prestadores de productos editoriales y el universo de lectores. Asimismo, posee la facultad de romper las fronteras del idioma, el tiempo y las distancias. Es belleza en su esencia más pura. En tal sentido, Popayán se vistió de gala para este macro evento cultural, empresarial y político. Los recintos de la CASA DE LA MONEDA fueron testigos de la magia que encierra el libro y el arte.
En efecto, Popayán Ciudad Libro visualizó aristas de un proceso de modernización cultural tales como la agencia de los nuevos lectores cuyos gustos y preferencias se han ido configurando; las estrategias de los editores para captar nuevos lectores; el lugar del arte y los nuevos referentes sociales o los vínculos entre la política y la cultura. Así, muchos consideran que se trata de un dispositivo cultural constituido a partir de un conjunto de elementos que evidencian los inicios de una efectiva democratización del consumo cultural de un departamento que pide a gritos apoyo. Sueño con una Secretaria Departamental de Cultura, porque en esta administración, una utopía más.
Otro aspecto muy relevante de las ferias es su capacidad para constituir, en sí misma, una actividad cultural, una forma de pasar el tiempo solo o acompañado. Los visitantes asistieron con una actitud positiva porque la decisión de visitarla es autónoma, sin ningún tipo de obligatoriedad ni presión externa. La posibilidad de estar ante multitud de libros simultáneamente es fascinante para el visitante. Son muchas y variadas las razones que llevan a multitudes a acudir a una feria del libro, como su ubicación cercana, la posibilidad de adquirir los libros con descuento, tener un contacto directo con los escritores presentes en la feria y participar en el programa cultural que acompaña a la feria.
Popayán Ciudad Libro fue un fiel exponente de la cultura de masas porque reunió a diferentes sectores sociales en un espacio monumental, combinó expresiones artísticas de un consumo restringido con otras que tenían una larga trayectoria social; convocó a personas de todas las edades en tanto lectores y los movilizó en la esfera pública para disfrutar de los acordes que nacen de la música, movilizar el alma al vaivén de la danza, asombrarnos ante la magia de la literatura en todos sus géneros, sorprendernos y quedar pletóricos de alegría ante la fuerza declarativa de la poesía, vibrar ante las multiplicidad de sonidos que nacen y mueren en el folklore y otras sublimes manifestaciones propias del arte humano; asimismo, ser testigos de grandes lanzamientos editoriales y tener cerca figuras literarias y culturales.
En este orden de ideas, se constituyó en un acontecimiento masivo que logró revolucionar las principales arterias de la ciudad con el objeto de difundir el libro y la lectura en toda la sociedad caucana. También fue una oportunidad para demostrar el crecimiento de la industria editorial, presentar al Estado las demandas y necesidades del sector e incrementar la circulación comercial. A su vez, desacralizó los libros y democratizó su consumo en el contexto de un proceso de modernización cultural que constituyó una sociedad alfabetizada y deseosa de ampliar sus lecturas.
Popayán Ciudad Libro, liderada por Diego Roman Konrad ofreció un espacio para alimentar el consumo masivo de los sectores populares y la participación de las culturas políticas en el mercado de bienes culturales. Tal como se ha demostrado la experiencia implicó la movilización de los lectores en las calles y el consumo de productos culturales de distintos tipos, constituyendo un dispositivo complejo que condensó tendencias y prácticas culturales en un departamento necesitado de arte y cultura.