La psicoterapia posibilita la travesía cuando la persona tiene voluntad y disciplina en el desafío de la auto superación.
Por Lenny Z Pito Bonilla PS – @CreaciónpsicologíaXXI
n avance de la neurociencia, es el certificar que el cerebro es elástico; permanece atento a todas las circunstancias de la vida, para apoyarnos con poder en los procesos de sanación emocional y los cambios positivos a hacer aun en los peores escenarios. La terapia psicológica es la principal herramienta, en la orientación de dichos procesos.
Todos tenemos una historia que contar entre traumas, conflictos, trastornos, disfuncionalidades o realidades adversas. En simultáneo poseemos las condiciones, para construir nuevas historias desde el poder interno, el yo superior y la fortaleza espiritual. La psicoterapia posibilita la travesía cuando la persona tiene voluntad y disciplina en el desafío de la auto superación y el deseo de vivir en equilibrio. Es eficaz acompañada o no de medicación e interviene en la sanación de trastornos mentales tales como: Obsesivo-compulsivo, psicótico, límite de personalidad, depresión o adicciones, entre otros. A nivel preventivo, contribuye en el autoconocimiento, el manejo inteligente de las emociones y las relaciones interpersonales, la autoestima, etcétera.
Existen variadas posibilidades psicoterapéuticas, dependiendo de los modelos teóricos. Desde la psicología o la psiquiatría y como en medicina hay las tradicionales o las complementarias. La intervención es presencial o virtual. El impacto positivo sobre los pacientes es indiscutible, aunque entre un 30% y 50% de ellos no responden, desertan o empeoran. Otros ni siquiera lo intentan, por aquel tabú que es para «locos».
Los últimos acontecimientos mundiales y su impacto sobre todos, han llevado a comprender que vivir en bienestar mental no solo es necesario sino fuente de mayor calidad de vida, por lo que el reconocimiento de la psicoterapia ha incrementado. También la conciencia sobre los beneficios al cerebro, el corazón y todos los procesos del aparato psicológico. En realidad, son importantes las transformaciones estructurales y funcionales en la sanación mental y la existencia en general. Los invito a adentrarnos un poco en esa funcionalidad y a interesarnos con amor en lo que pasa al interior del alma, es emocionante y gran aventura.
Diferentes corrientes y modelos teóricos respaldan la psicoterapia, ofreciendo un abanico de opciones e incluso algunas en contraste, pero todas interesantes porque unas y otras permiten comprendernos mejor a sí mismos. Hay en medio, movimientos integradores y eclécticos que tienen en cuenta variadas técnicas y procesos adaptables a las necesidades del consultante y no a la inversa. Observan a la persona en su integridad y no solo su mente. Consideran perspectivas y formulaciones diferentes que integran, más que enfatizar en las diferencias, resaltando los factores comunes de las terapias no lo que las separa. Y más psicoterapeutas incorporan esto en su práctica, viendo al consultante como un ser holístico, con todo su potencial y siendo agente activo de su propio cambio.
Hoy es más frecuente que los profesionales coincidan como lo ha identificado Bruce Wampold, en los factores comunes de la terapia como: «La empatía mostrada por el especialista en salud mental, los acuerdos entre terapeuta y paciente acerca de metas, procesos y expectativas, la alianza genuina de trabajo en el que el consultante tiene un papel proactivo, la validación de la experiencia del cliente, la capacidad para generar expectativas de cambio desde adentro y las características personales del terapeuta más allá del modelo teórico utilizado».
Con este nuevo paradigma, los mecanismos de acción de la psicoterapia se centran en reconocer cómo la relación y el ambiente terapéuticos generan cambios en el cerebro, para afrontar estrés, regular emociones o ajustar comportamientos desadaptativos, entre otros. El córtex, se desarrolla dependiendo de las experiencias en la relación interpersonal, desencadenantes de la transcripción de genes.
Así la neuroplasticidad del niño, se da en la interacción favorable con sus figuras significativas, en relaciones que crean confianza emocional y cognitiva a favor de su identidad. Lo maravilloso es que los mismos factores que la propician en el desarrollo infantil, actúan en la terapia; la interacción paciente y terapeuta genera una experiencia correctiva emocional, al sentirse la persona escuchada, validada, no cuestionada o juzgada y si apoyada con respeto, lo que produce cambios.
Un diálogo que reevalúa y analiza alternativas, reduce la reactividad emocional de la amígdala, activa el córtex e integra dos áreas prefrontales distintas: La dorso-lateral evaluadora del contexto y la perspectiva del paciente, al contarse su historia con recuerdos adversos del pasado (amígdala) y episodios favorables (hipocampo), dentro del irresistible poder de la narrativa.
Al igual que un niño entiende conceptos al escuchar un cuento, el individuo amortigua funciones psíquicas, al co-construir con el terapeuta una nueva historia de vida. Su narrativa agotadora: «Estoy mal», «no puedo», «no quiero vivir» o «soy incapaz», en aquella comunicación segura favorece la transformación, llevándolo a un relato más útil con aceptación, adaptación y capacidad de resolución o fluidez.
Deja de ser importante la teoría en que se basa la nueva construcción, sea el complejo de Edipo o el análisis sistémico de la familia disfuncional, lo que vale es la narración de otra historia generada desde la terapia: Reordenar experiencias, hacerse protagonista y espectador, triunfar, cambiar mitos fundacionales de sus creencias o adversidades, auto salvarse y dar sentido a la caótica, indescifrable y azarosa experiencia vital que siempre dirá ¡presente!, pero que en adelante se afrontará con reprogramación mental.