Gracias por enseñarnos y mostrarnos los resultados de la tenacidad, el compromiso y el sacrificio.
S
Por: Mg. Carlos Horacio Gómez Quintero
obre todo durante el pasado fin de semana, el tema de reivindicar las diferentes capacidades generales que ostentan y caracterizan a las mujeres, estuvo en términos de máxima expresión.
Había razones suficientes y de enorme peso para que ello fuera así. Las chicas de La Selección Sub – 17 de fútbol fueron coronadas como Sub Campeonas a nivel mundial, en memorable jornada deportiva y de corazón, que al decir de muchos entendidos, debió contar con un desenlace diferente, toda vez que pesan grandes dudas sobre la legalidad del tanto que le dio el triunfo a la españolas.
Y como si eso no hubiese sido suficiente, al terminar la jornada del mismo domingo anterior, La Selección Colombia de Mayores se coronó como Campeona Mundial invicta en Fútbol de Salón, luego de una campaña apabullante de goles a favor y ni uno solo en contra.
Las expresiones múltiples escuchadas, además de explayarse en los elogios y reconocimientos que debían prodigarse, fueron igualmente implacables con la actuación de otros seleccionados que han representado a Colombia en diferentes espacios y escenarios y que han estado especialmente en cabeza de los hombres. Gracias chicas por las alegrías dispensadas. Gracias por dejar en alto la dignidad del Pueblo Colombiano.
Gracias por enseñarnos y mostrarnos los resultados de la tenacidad, el compromiso y el sacrificio. Gracias por haber propiciado la oportunidad de volver a mirar con optimismo, el futuro halagador que nos merecemos.
Quiera Dios que las recompensas sean las anheladas y quiera Dios que por fin se desaten las amarras institucionales que han impedido efectivamente fomentar la práctica y competencia deportiva, como un factor relevante de crecimiento humano y de cohesión social.
Descargado mi acumulado emocional por los efectos de las realidades deportivas comentadas, acudo a la oportunidad servida y al latente ambiente que se respira entorno al papel de las mujeres en las esferas varias de nuestras vidas social e institucional, para hacer una especial referencia frente a la inaplazable necesidad de continuar avanzando en la instauración y desarrollo de acciones positivas, que definitivamente catapulten el inconmensurable valor de las labores ejercidas por las féminas en cuanto espacio se deja “a su leal saber y entender” y en los que han actuado con resultados definitivamente acertados y eficaces.
Pienso por lo demás que, coyunturalmente nos encontramos en un momento propicio para insistir en estas posturas, habida cuenta que ya se encuentra en vigencia el calendario electoral para los procesos que habrán de seleccionar autoridades regionales e integrantes de los respectivos cuerpos colegiados y qué mejor ocasión para instar a que el ánimus se apodere de nuestras compañeras de vida y con el conocido vigor de siempre, tomen el camino merecido de aspirar a regir los destinos de sus comunidades.
Mi reflexión, de hecho también plantea la existencia de especiales condiciones para que la invitación formulada anteriormente, pueda anclarse en oportunidades ciertas trabajadas en espacios de importancia relevante.
Mi reflexión se incrusta en el manido concepto de EMPODERAMIENTO FEMENINO, cuyo origen se remite a La IV Conferencia Mundial sobre La Mujer en Beijing (Pekín, 1995), espacio ecuménico en el cual se concluyó sobre el imperativo de aumentar la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder y con ello potenciar el aparecimiento de ejes de trabajo que realmente puedan transformar sus condiciones en materia de derechos humanos, salud sexual y reproductiva, mejoramiento económico y educación y a partir de ello, irrigar beneficios al resto de la sociedad.
En palabras de Sanda Ojiambo, CEO del Pacto Mundial de Naciones Unidas, “la evidencia es clara: cuando las mujeres están empoderadas, todos se benefician.” Y es que, empoderar a las mujeres en la vida económica y en todos los sectores es central para variados objetivos, como por ejemplo, construir economías fuertes; establecer sociedades más justas y estables; alcanzar objetivos acordados internacionalmente sobre desarrollo, sostenibilidad y derechos humanos; mejorar la calidad de vida de las mujeres, hombres, familias y comunidades e, impulsar las operaciones y metas empresariales.
Con el auspicio de Naciones Unidas y con la participación decidida de muchas organizaciones de mujeres a nivel mundial, se ha elaborado un marco de siete Principios para El Empoderamiento de Las Mujeres o WEPs, los cuáles, en mi concepto deben ser ampliamente promocionados, de tal forma que dichas intenciones y expectativas, definitivamente entren a formar parte de los imaginarios colectivos en general y a partir de ello, impulsar las acciones requeridas para que las mujeres asuman con mayor entereza, el reto de continuar mostrando sus capacidades y sus convicciones para el mejoramiento de la sociedad.
Los 7 Principios mencionados son los siguientes:
1. Promover la igualdad de género desde la alta dirección
2. Tratar a todos los hombres y mujeres de forma equitativa en el trabajo, respetar y defender los derechos humanos y la no discriminación
3. Velar por la salud, la seguridad y el bienestar de todos los trabajadores y las trabajadoras
4. Promover la educación, la capacitación y el desarrollo profesional de las mujeres
5. Implementar prácticas de desarrollo empresarial, cadena de suministro y mercadotecnia a favor del empoderamiento de las mujeres
6. Promover la igualdad mediante iniciativas comunitarias y liderando con el ejemplo
7. Evaluar y difundir los avances realizados a favor de la igualdad de género.
Espero que este llamado acumule la mayor cantidad de respuestas posibles y que dentro de muy pocos días sea notable, en nuestro Cauca del alma, un nutrido grupo de Lindas Caicedos abanderando las causas locales y regionales que nos permitan por fin, golear la pobreza, la marginalidad y la incertidumbre.