¡Dichoso el que, como Ulises, hizo un bello viaje, y después regresó lleno de experiencia y sabiduría a vivir entre los suyos el resto de su edad! Homero.
R
Por: Elkin Franz Quintero Cuéllar
ecuerdo que cuando estaba en el colegio a punto de graduarme, me enamoré de la mitología griega, en especial de la Odisea. Era simple, el solo hecho que los hombres cayeran presa de la locura, el odio, el amor o la vanagloria para satisfacer a un dios me dejaba sin aliento y mi estado de asombro crecía signficativamente al leer las hazañas que debían realizar de manera más o menos consciente; sin embargo, en ocasiones me aburrían esos grandes gestos y movimientos simbólicos que siempre debían estar configurados por las formulaciones e imágenes de los sacerdotes, reyes, mantis o por el simple devenir del destino.
Hoy, intentaré brevemente contestar las preguntas que convocaban mi fascinación, pero antes, he decidido iniciar por dejarles en el aire una pregunta: ¿acaso ustedes no se vieron condicionados por la inquebrantable fuerza, la magnifica perseverancia y la extraña autoridad que ejercía aquella bella obra de Homero y que alargó nuestras noches?
La narrativa de Homero en sus 390 páginas no se centra en un dios, ni en un ser supraterrenal, no, es algo más simple, todo se centra en la tarea de mostrar un ser mortal que busca, lucha, sufre y que sobre todas las cosas ama. Una situación compleja es intentar separar su historia a las de su esposa Penélope; de su hijo Telémaco; de su padre Laertes; de su madre Anticlea, muerta de dolor por la ausencia de aquél; de su nodriza Euriclea; de su porquerizo Eumeo; de su fiel perro Argos. Les aseguro que caí presa de su hechizo.
Volvamos a mi hechizo en épocas de vagabundo literario. Escuchar de nuevo la historia de Ulises en la voz de mi maestro espiritual, pero esta vez más cargada de significados, me hizo comprender la enorme red de complejas historias de todos aquellos seres cercanos que pueblan el maravilloso poema llamado Odisea. Escuché que en aquel raro libro siempre iba a existir algo distinto cada vez que me atreviera abrirlo. Así que llevado por una fuerza descomunal me aferré al texto y fueron varias noches sin conciliar el sueño, era un loco afán de acompañar su retorno a casa. Con el correr de los días descubrí que volvió. Yo, tardé años, por eso en mi pueblo, para algunos errantes, saltibanquis, leguleyos y parlachines sigo siendo un extraño que dejó de amar su tierra.
Quizás, lo que le sucedió a Ulises se parece en algo a la vida de algún lector. No pretendo asegurar una gloria futura con esta osada afirmacion. Solo pretendo demostrar que la tragedia y la infamia no es solo una cuestión arcana tomada para contemplar la existencia de otros, sino que puede ser nuestra realidad.
En sintésis, la tragedia es algo natural en la obra, porque aquéllos seres que nacen y mueren gracias a la pluma de Homero los acompaña un gran sentido simbólico, lo anterior se puede corroborar en Circe, mujer enigmática que transforma en animales a los hombres; Calipso, la bella ninfa que ofrece la inmortalidad; la dulce y pura Nausícaa, junto a la cual pudo lograr un apacible nuevo hogar en una tierra feliz y pacífica. No obstante, todo parece indicar que Poseidón, Polifemo, Las Sirenas, Escila, Caribdis, los cicones, las rocas errátiles, las flores de los lotófagos, las vacas del sol, en alto grado de ironía y quizas para equilibrar la balanza del tiempo y la realidad aparecen y desaparecen a medida que se acerca a su destino. Su hostilidad y tentación intentaron desviar del objetivo a Ulises.
En este sentido, la magia de Homero reside en la capacidad de crear un complejo mundo de personajes. Algunos aman a Odiseo, lo esperan y sueñan con recibirlo con emoción y alegría; sin embargo, existen otros que solo buscan perjudicarlo y envidían sus bienes al punto que están dispuestos a asesinar a su hijo; en ese orden, en el transcurso de la narración se puede sentir el poder de aquellos seres que solo le procuran obstáculos, trampas y tentaciones. Puedo asegurar que esa sensación de Ulises es la que nos acompaña en estos tiempos. De acuerdo a la aseveración anterior, pregunto ¿quién en nuestros territorios no ha viajado sin perder la voluntad férrea de volver a ver el humo que sube de la casa paterna o sentir el calor que solo mana de nuestra tierra o de nuestro hogar?
Hoy, cuando el lomo del calendario nos anuncia el fin del año 2022, descubrimos que el dolor por la lejanía de la patria y del hogar y la decisión de regresar a nuestros territorios es una realidad que han vivido otros miles y miles de seres humanos a través de los siglos. Por eso, invito e incito a leer esta bella obra, para que así podamos sentir cada vez más humana la historia de Ulises y acercarla a las realidades que viven nuestros territorios sin desconocer sus verdades.
Es ya el final de esta nueva entrega literaria, y ante nosotros aparece el atormentado Cauca con sus dictaduras étnicas, religiosas y politicas, y nos vemos obligados a retomar el tema de la nostalgia del regreso, el dolor por la imposibilidad de volver y frente a tal imposiblidad muchos hombres y mujeres optaron por crear mitos, poesías, novelas, cuentos, fábulas, ensayos y crónicas seguros que su capacidad narrativa, lírica y dramática develaría la vivencia dolorosa y angustiante de pertenecer a un departamento olvidado de Dios y del Estado. Porque precisamente, este dolor que causa la lejanía forzada de la tierra natal y la imposibilidad de retornar a ella o los grandes obstáculos que se oponen a ese retorno es el sentimiento expresado en la historia de Ulises y no muy lejana a la nuestra.