LA SABIDURIA DEL MAL

Introducción a la bella ciencia del homicidio de aula – (Un ensayo inútil sobre violencia epistémica) – (segunda parte):

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Por Mario Valencia – Escritor

Para continuar este pequeño bestiario sobre el asesinato letrado, como arte del mal, me referiré ahora a la estigmatización, al gamonalismo y al clientelismo académico.

La estigmatización

La edulcorada diplomacia constituye un inamovible paradigma para el académico. Las reposadas maneras, la voz suave y meticulosamente medida, y la inmutabilidad ante cualquier contradicción, constituyen un catálogo de formas y practicas sobre las que crece la valoración social del profesor. Esto, acompañado de la fachada de un puritanismo moral que blinda su ethos, se convierten en corazas, frente a las cuales, cualquier otro comportamiento es señalado como extravagante y agresivo.

El anónimo narrador de “la mancha humana”, de Phillip Roth, describe así la precepción que el profesor Coleman tiene de ellos “(…) los pelmazos virtuosos que actúan para impresionar al público, locos por culpabilizar, deplorar y castigar, estaban en todas partes moralizando a más no poder: todos ellos con un frenesí calculado de lo que Hawthorne (quien, en la década de 1860, vivió a pocos kilómetros de donde yo habito) identificó en el incipiente país de antaño como «el espíritu persecutorio» (…)” [1] .

Un espíritu asesino que se desata contra Coleman Silk, el profesor de literatura clásica cuando este osa entablar una relación con Faunia Farley, nada más y nada menos que la aseadora de la Universidad. En una transgresión no solo moral, sino social y de linajes: abolengos que son pulverizados por el profesor y frente a los cuales se desata la furia de los académicos. Un acontecimiento que alimenta la persecución bajo el pretexto de haber actuado en términos racistas en el aula de clase por haber soltado a destiempo la expresión: “negro humo” entre alumnos blancos, para referirse a la ausencia de algunos de ellos.

La táctica de este tipo de asesino es la visibilización negativa del otro, desacreditar al diferente, lenta y progresivamente, hasta siluetear una escabrosa imagen publica que genere repulsión, animadversión y repudio. La táctica apela al desprestigio de la vida íntima de la víctima, frente a la cual el predador se siente en inferioridad en términos de credibilidad capacidad intelectual. Este tipo de fiera suele tener una personalidad sociable y elimina su objetivo gracia a su hábil manejo de influencias, a su versatilidad con la hipocresía y el engaño. Su víctima sale del juego, con la autoestima destruida, eliminado por paranoia y vergüenza.

El yugo del gamonal

El gamonal académico es una fiel réplica del gamonal político: Una figura fofa que ha acumulado poder con base en el clientelismo y las prevendas a partir de las cuales ejerce dominio sobre un territorio. Es el típico “administrador” perenne de cursos, programas académicos, entes universitarios, que se ha sostenido con base en el respaldo de una clientela y de un sector de cómplices con los que arma guetos de control, entre los cuales reparte las utilidades.

El gamonal maneja la renta y entrega las prevendas mientras desplaza y reduce a su incomodo colega, como lo expresa Scanlan el flamante director de Departamento de humanidades, al sorprendido Mario Rota, al quitarle los cursos para asignárselos al “brillante” profesor Bronkowicz: “Por otra parte, como sin duda debes de saber también, hemos conseguido atraer a un profesor del prestigio, Daniel Berkowickz. (…)“como comprenderás, apenas es posible exagerar la trascendencia que para este departamento puede tener la presencia de un hombre que no sólo posee un envidiable currículum, sino que se encuentra en la vanguardia de la investigación lingüística. Pero es que además de contribuir a mejorar el caché del departamento estoy convencido de que Berkowickz va a representar un estímulo impagable para todos (…)””[2]

Asigna cursos y provee de cargos a cambio de respaldo incondicional y favores. Un asunto extraño porque en estos macabros escenarios las Universidades nunca hay recursos, nunca tienen plata, pero los profesores cambian cada dos años de automóviles, compran tierras, abren negocios, un asunto milagroso porque como lo expresa Scanlan : “En realidad no sólo el departamento: toda la Universidad está con el agua al cuello. La asignación del Estado a la enseñanza se ha reducido en un cinco por ciento respecto al año anterior y nosotros, en este último mes, nos hemos visto obligados a soportar una serie de gastos y a prever otros que han puesto la situación en el disparadero.”[3]

La técnica de asesinato de este espécimen, la constituye el bloqueo de proyectos, contratos, iniciativas de emprendimiento, desarrollo, dinamización y fortalecimiento de las iniciativas de sus contradictores. La victima muere por inanición académica y atrofia epistémica provocada, o infarto que llaman. (continuará)

  1. Roth, Phillip, “La manca humana”, Penguin Random House, Bogotá, Colombia, pg. 13
  2. Javier Cercas, Javier. “El inquilino”. iBooks. Pág. 70-71
  3. Cercas, Javier. “El inquilino”. iBooks.” Pág. 69-70

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