Columna de opinión
En ocasión del día Internacional de la no violencia contra las mujeres, esta fecha nace como propuesta del Movimiento Feminista de América y el Caribe, reunida en la Ciudad de Bogotá en el año 1.981. Una de las conclusiones que más trascendió, fue declarar el 25 de noviembre, Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres, como aporte a la teoría feminista desde las lógicas de la Patria Grande que soñó Bolívar; él, se pensó la libertad y la gloria, plasmada en la Carta de Jamaica; su propósito fue hermanar las naciones sometidas por el dominio colonialista español. Esta memorable fecha, es en honor, a las activistas políticas hermanas Mirabal, asesinadas por orden del dictador Rafael Leonadas Trujillo en la República Dominicana, quien consideró, que la eliminación física de Minerva, Teresa y Patria Mirabal, podría consumar la violencia contra las mujeres impunemente; pero este Patriarca se equivocó, porque el asesinato de las activistas, hizo resurgir como el ave fénix, las gestas heroicas de las mujeres, para honrar la memoria de estas luchadoras contra la violencia.
Este crimen ha sido el motivo para hacer sinergias y complicidades entre las mujeres, junto con la sociedad sensibilizada en los temas de la perspectiva de género, espacio donde se pueda enterrar para siempre la dominación que se cierne permanentemente contra las mujeres, las niñas, los niños y demás población, que se encuentra en estado de vulneración.
Hoy Colombia conmemora esta fecha al igual que las mujeres del mundo, diciendo ¡Basta ya!, porque se desea ser libres de todo tipo de vejámenes, que vayan en detrimento del auto estima de las mujeres; es así que cada año se avanza más, allanando el camino que sea seguro, como potencia mundial de la vida.
La lucha contra la violencia no tiene fronteras, pues en cualquier lugar del planeta las mujeres están expuestas al maltrato, con métodos muy refinados que son casi invisibles, como por ejemplo, en las relaciones de pareja, estar revisando permanentemente el celular de la mujer, indicándole, (a ella) cómo debe de vestir, caminar, a que sitios ir, ser obediente y juiciosa, a nombre del respeto y las buenas costumbres, como método de corrección, o, se le señala que es boba, tonta, ignorante, mal hablada, chismosa, prostituta, en fin, usan toda clase de epítetos y adjetivos contra ellas, para mantenerlas en campo de la humillación. Desde hace miles de años que los machistas utilizan como arma de dominación, que no es más que el reflejo de la frágil y débil personalidad, estas prácticas, que ejercen con la violencia para demostrar que tienen el poder. Lo sorpréndete es que estas prácticas hoy, se vean en hombre jóvenes, lo que demuestra, que no se ha superado el horrible fenómeno de la maldita violencia.
La carga de violencia contra las mujeres, se ha expresado desde todos los ámbitos de la vida nacional, ejercida por una cultura patriarcal, que obviamente, ha sido agenciada por el Estado, y la Iglesia, que han utilizado sus herramientas institucionales, como la escuela, la academia, los medios de comunicación, las mismas prácticas religiosas, como herencia del colonialismo para reafirmar los imaginarios patriarcales de dominación, que no son más que esos imaginarios colectivos, donde la violencia es el principal instrumento de dominación, contra los y las más vulnerables de la sociedad.
Según La Casa de la Mujer, para el 8 de marzo de este anuario, se informa que alrededor de 2.144 mujeres fueron víctimas de violencias; a esto se le agrega las que les da miedo denunciar y guardan la esperanza que el maltratador va a cambiar.
Desafortunadamente, la violencia contra las mujeres se manifiesta en todos los espacios de la vida, como violencia sexual, de género, al interior de la familia, o en el hogar, violencia política, psicológica, bromas sexistas y violencia física, que la mayoría de las veces termina en feminicidios. Esta sociedad, ha naturalizado la violencia, porque está montada desde los Estados, permitiendo que se exprese igualmente a través de las artes, como la pintura, la música, la danza, incluso la poesía, por eso es que allí, en estos simbolismos, que se convierten en verdaderos arquetipos, generan conductas de “aceptación” de la violencia contra las mujeres.
Por eso, hoy, la invitación a participar en los eventos que se realicen en el marco del 25 de noviembre, es para hacer masa crítica, para que la sociedad pierda el miedo y ponga en evidencia al maltratador, porque estas acciones hacen parte también del concepto de una Paz Total.