Atrapado sin salida o Alguien voló sobre el nido del cuco (1975)
A
Por: Hernán del C. Bonilla Herrera
trapado sin salida (Milos Forman – Čáslav, República Checa 1932 – Connecticut, 2018), nos lanza una reflexión crítica acerca de lo que significa el régimen de cordura a que estamos sujetos por obra y gracia no solamente de la psiquiatría_ entendida ésta como el más aterrador instrumento de dominación sobre la conducta, con el que se han creado esas extrañas, frágiles y elásticas barreras que señalan las fronteras entre la “normalidad” y la “esquizofrenia”_, sino de la conformación de una cultura (un modo de ser y estar) en la que las diferencias conductuales propias de nuestra especie suelen ser, en el mejor de los casos ignoradas, ninguneadas, negadas, o en el peor de ellos, condenadas por heréticas y perseguidas en procura de su desaparición o aniquilamiento.
Lo último lo podríamos ver con claridad en los cientos de actos etno-genocidas cometidos en el transcurso de la historia, cuyas víctimas han sido calificadas con adjetivos tales que las colocan en categorías de seres no perteneciente a la Especie humana. Dos ejemplos:
1). Cucarachas. Así llamaron los hutos a los tutsis en Ruanda_ (abril a julio de 1994) calificativo que significó la masacre de más de 600.000 seres humanos a machetazo limpio.
2). Las llamadas “guajibiadas” que emprendían colonos en los Llanos Orientales de Colombia, en las que fueron masacrados un número indeterminado de indígenas cuibas, por ser considerados “bestias”, sin relación alguna con nuestra Especie (sus autores carecían de sentido de culpa, puesto que “matar indios no es pecado”. Planas, diciembre de 1968). Casos por muchos conocidos, que hoy nos parecen lejanos en el espacio y en el tiempo y por tanto bastante ajenos a nosotros.
Así las cosas, esta película es una agradable y sonriente metáfora acerca del significado de la lucha por la libertad, contra la discriminación y la opresión imperante en instituciones concebidas bajo la lupa del autoritarismo (sean cuales fueren sus escenarios, dado que no es un asunto que atañe exclusivamente a formas dictatoriales de gobierno, y sí involucra a instituciones como: la familia_ patriarcal por excelencia_, el hospital, el reclusorio, la escuela…).
Aquí, en esta película, los adjetivos que vienen a significar el desprecio, la segregación y la persecución de una sociedad hacia algunas expresiones de la inconmensurable psiquis de la individualidad humana son: “esquizofrénicos”, “indomables”, “desadaptados”, a quienes el Estado tiene la obligación de apartar de la sociedad, para proteger a quienes vociferan “los buenos somos más”.
La película narra las vidas y miserias de un grupo de hombres recluidos, voluntaria o involuntariamente, en una clínica psiquiátrica, a la que es ingresado Randle Patrick MacMurphy, procedente de una granja de trabajos forzados, en donde pagaba condena por violación a menor, sin que por ello demostrara complejo de culpa alguno; calificado como un individuo socialmente agresivo, irrespetuoso… un “vago”.
Es el protagonista. Su antagonista: la enfermera jefe Mildred Ratched, un ser insensible y frío. MacMurphy, desde el momento de su llegada, ejerce un liderazgo importante entre sus compañeros de convivencia y más que incentivarlos, los concita diariamente a romper con la rutina del reglamento… es quien, además, en un gesto de confianza, descubre la verdadera personalidad del jefe indio Bromden y facilita su transformación, de un ser anodino distinguido únicamente por su gran corpulencia y fingida sordomudez_, en un gigante protagónico que alcanzará la libertad que, en una jugada de fatal destino, a él se le escapó … Porque acontece que MacMurphy planea su fuga, no sin antes en su última noche, hacer por ello motivo de festejo: ingresa subrepticiamente a dos prostitutas, con licor para dar y repartir.
Se “toman”, literalmente las instalaciones. La mañana del día siguiente, al llegar el personal paramédico y la enfermera de marras, y observar aterrados e incrédulos el escenario de desorden y caos en que se encuentra todo, sobreviene la gran tragedia cuyo protagonista es Billy Bibbit, un joven con trastornos del habla, que entraña un conflicto edípico no resuelto, cuya crisis se agrava cada vez que es abordado por la enfermera en sus diarias sesiones de terapia: lo encuentra en su celda junto a una prostituta; de inmediato ordena desalojar a las “intrusas” y, una vez más lo confronta con su conflicto edípico; le pregunta “¿Qué diría tu madre si supiese de tu comportamiento?” Billy queda sin poder responder pues es dominado por el pánico y en un descuido se encierra en su celda y se corta las venas.
MacMurphy reacciona con violencia e intenta ahorcarla, pero es controlado por el personal de guardia; llega la noche y reaparece llevado por un enfermero que lo acuesta en la cama, completamente manso y perdido. Le practicaron una operación de lobotomía, que lo dejó definitivamente por “fuera de este mundo”; entonces el Jefe indio Bromden, en un gesto de bondad y compasión, lo asfixia con la almohada.
Acto seguido emprende la descomunal tarea de levantar con sus propias manos la pesada pila del servidor de agua, lo logra y la lanza contra una de las ventanas, por donde escapa y se pierde en lontananza. Termina así la película.
Quedan pocas dudas acerca del “estado mental” de los recluidos. Un día, MacMurphy “secuestra” el autobús en el que a algunos de ellos se les permite un cierto paseo vigilado; posteriormente se adueña de un bote de pesca presentando a cada uno de sus acompañantes como doctores y personal médico del psiquiátrico.
Es como si hubiese copiado al pie de la letra una reflexión que procede de la Antipsiquiatría: “Tratad a un esquizofrénico como un ser “normal”; resultado: un ser normal. Tratad a un ser “normal” como si fuese un esquizofrénico; resultado: un esquizofrénico”.
¿La muerte de MacMurphy, representa la derrota de la anhelada libertad y el triunfo de la esclavitud? ¿Está “atrapado sin salida”? ¿O la fuga del jefe indio es el triunfo de la libertad? Son preguntas, nada más.
Premios Oscar de la Academia:
Mejor Película, Mejor Actor (Jack Nicholson), Mejor Actriz (Louise Fletcher), Mejor Director (Forman) y Mejor Guión Adaptado (Lawrence Hauben y Bo Goldman). Globo de oro a la mejor actriz dramática (1976)