Las dimensiones catastróficas del desastre ocurrido en el municipio de Rosas, apenas se empiezan a ponderar con el paso del tiempo.
Por Diego Fernando Sánchez Vivas
Cinco veredas del Municipio de Rosas, Párraga Viejo, Santa Clara, Chontaduro, Soledad y Alto de las Yerbas desaparecieron y la vía panamericana a la altura del Kilómetro 75 quedó totalmente interrumpida por una avalancha de lodo y tierra que se precipitó sobre la vía como consecuencia del intenso invierno que activó una falla presentada en la cordillera central, en el sitio denominado cerro El Broncazo.
El milagro que un desastre de tales proporciones afortunadamente no haya registrado víctimas fatales, por la acción rápida de quienes afrontaron inicialmente la tragedia, unidos a la agilidad de los habitantes de la zona para evacuar el terreno, y a los buenos oficios de la Divina Providencia, el resultado, 700 damnificados por el derrumbe, cierre total de la vía panamericana, y daños incalculables por la incomunicación, con incidencia directa en los departamentos de Cauca, Valle y Nariño. Valle no ha podido transportar medicamentos, azúcar, jabón aceite de soya. El Cauca y Nariño por su parte no ha podido transportar papa, repollo, yuca, arroz, leche y panela, limón, café, caña, y los sectores ganadero y transportador también reportan pérdidas millonarias diarias.
Las soluciones que se han planteado contemplan unos planes de corto, mediano y largo plazo. La variante anunciada por el presidente Petro de 1,8 kilómetros con un puente de 80 metros de longitud tarda aproximadamente 4 meses. Las adecuaciones en la vía alterna de la Sierra, ya se están ejecutando y sus arreglos estarían listos en un mes. Se necesitó que la acción de la naturaleza resucitara el proyecto vial concebido hace varios años de la variante Tímbio- El Estanquillo que dormía el sueño de los justos en los anaqueles de entidades oficiales por obra y gracia de intereses políticos mezquinos, y que se dispusiera una doble calzada hacia el sur.
Esta tragedia nos recuerda la fragilidad del ser humano frente a la naturaleza y la necesidad de comprender y afrontar los fenómenos naturales para mitigar sus efectos. Ríos salidos de su cauce, montañas de tierra que sepultan vías y hunden pavimento, lluvias interminables que se desbordan en corrientes de agua y se van llevando cuanto encuentran a su paso, vidas en peligro, numerosos damnificados por una tragedia que cada año se repite con una precisión inexorable, y salidas de emergencia para sobrellevar un drama que nos recuerda cada cierto tiempo nuestra vulnerabilidad y fragilidad frente a la fuerza incontenible de la naturaleza.