Por Lenny Z. Pito Bonilla
@creacionpsicologiaXXI
A
l hablar sobre salud mental, es inherente considerar al poderoso cerebro y al amoroso corazón, ya que en ellos como en la relación entre ambos, es donde funciona nuestro aparato psíquico. Tomemos conciencia entonces, que en la poderosa realidad de nuestra mente hay por supuesto muchos ejes sostenedores, pero la felicidad es de primer orden. Ser feliz es una elección y un estado de vida permanente que no depende del vaivén emocional o de las circunstancias.
Los invito a conectar con un estilo de vida, que nos permita vibrar en felicidad a pesar de las adversidades, desde nuestro verdadero yo y a través de los comportamientos con los que nos manifestamos en el día a día.
Respirar en forma consciente
La respiración lenta es aliada de la relación cuerpo-mente-espíritu. Regula los órganos y funciones físicas. Es puerta de entrada a la sanación psicológica, al contribuir con la gestión inteligente de las emociones, el centrar la atención, el estimular la memoria y el poder de elegir, entre otras muchas. Elijo como respirar y con ello influir en las estructuras neuronales. Además, es canal directo hacia nuestra conexión con lo espiritual y lo divino que nos constituye.
Mantener la atención plena en el aquí y el ahora
Vivir arrastrando las tristezas del pasado o preocupados por el mañana vibrando en ansiedad, son los dos extremos de la misma cuerda llamada insatisfacción vital. Caminamos tan de prisa entre lo que fue, lo que no pudo ser o lo que será, que es urgente un movimiento personal y colectivo hacia la lentitud, la atención consciente y la concentración. Alejémonos de tal velocidad que llevamos, que genera en el cerebro el peligroso estrés y nos impide vivir en el eterno presente disfrutando del viaje.
Mirar al cielo y hacia el horizonte
Cuando vamos por la vida mirando al suelo además de encorvarnos, fijamos la atención con frecuencia en las situaciones negativas obviando las positivas. Mientras que mirar hacia arriba y a lo lejos nos conecta con la esperanza, la claridad y la energía vital. Adicional la autopista de información entre el cerebro y el corazón fluye más rápido, un latido por segundo, manteniéndonos en el presente, en alta vibración y sincronizados.
Cultivar la empatía
Ser comprensivos con nosotros mismos y desde ahí saber ponernos en los zapatos de los demás, refuerza áreas cerebrales involucradas con la felicidad, la compasión, el perdón y el amor, lo que eleva la capacidad de superar los errores, entendiendo que todo lo que nos sucede es parte de las enseñanzas de vida.
Practicar el autoconocimiento
La observación ecuánime de los pensamientos, las emociones y los sentires fortalece las estructuras cerebrales. Auto-observarnos a manera de espejo, siendo amables con nosotros mismos, sin critica o juicios nos conecta con la capacidad de descubrirnos, expresar, ser auténticos y aceptarnos.
Reconectar con el cuerpo
Reconocer las sensaciones corporales nos permite anticipar las emociones, al darle al cerebro información para configurar experiencias. Adicionalmente significa estar atentos y percibir todo lo que sentimos, en la medida que el cuerpo capta primero lo que la mente tarda más en darse cuenta, por lo que es un excelente medidor.
Ocuparse del desarrollo y la transformación
El cerebro posee una grandiosa plasticidad, por esa razón en cualquier etapa de la vida tenemos la capacidad para aprender, resolver situaciones por adversas que sean, desarrollar el inagotable potencial interno, superar desafíos y transformarnos una tras otra vez. Recordemos que el esfuerzo es importante, pero es en el fluir con fe donde aparecen los milagros.
Construir relaciones interpersonales funcionales
El alma se contagia, por ello concentrarnos en relaciones o situación disfuncionales deja secuelas destructivas. Los cerebros se sincronizan cuando interactúan unos con otros, razón por la cual al comunicamos con otras personas, incluida la forma virtual, hay no sólo comunicación sino sincronización intercerebral, que se da más allá de la palabra, a través de lo no verbal y lo corporal. De ahí la importancia de ser nosotros mismos y de rodearnos de gente que vibre en nuestro mismo nivel.
Fomentar experiencias enriquecedoras
Vivamos y no solo sobrevivamos, aportando verdaderos momentos significativos, pensando que si algo estamos llamados a recordar son los eventos positivos. Enriquezcámonos no solo con lo vivido sino con lo que después vamos a contar, ya que lo maravilloso lo recordaremos mejor y con dicha. Somos los protagonistas de nuestra historia personal, por lo que más allá de disfrutar seamos conscientes que lo estamos disfrutando, para que ambas cosas coincidan. Recordemos que la vida está hecha de instantes, así que procuremos que unos y otros se unan con el sutil pero poderoso hilo de la felicidad, de manera que todo valga la pena.