Columna de opinión
Por: Felipe Solarte Nates
Mientras en Latinoamérica despuntaba el 2022 con la fiesta de Reyes, en Estados Unidos, Trump, escondido en la Casa Blanca y como Nerón disfrutando desde la “colina” de la televisión de la conflagración que había originado, a punta de Twitter y llamadas a sus fanáticos de ultraderecha, azuzaba la toma del Capitolio, para evitar, que después de rigurosos escrutinios y demandas infundadas de fraude, los congresistas demócratas y republicanos legitimaran el triunfo y la posesión de Biden.
Fue el abrebocas para el ascenso a la presidencia de sectores progresistas como lo había sido Boric en Chile, después Petro en Colombia y Lula en el Brasil, cerrando, con el contragolpe del fujimorismo y sus socios de la derecha, al desde el inicio tambaleante gobierno de Castillo.
La invasión de Rusia a Ucrania, las sanciones impuestas por los Estados Unidos y los países europeos, y la interrupción del normal suministro de petróleo y gas ruso; además de reactivar los vientos de guerra en la que progresivamente se han ido involucrando los países de la OTAN que le suministran armas a Ucrania; también boicoteó el proceso de recuperación de la economía mundial, congelada desde el 2019, con la disminución de la producción y mercadeo de bienes y servicios después de las prolongadas cuarentenas.
La recesión y la inflación marcaron la pauta en la mayoría de países que además de la baja producción y oferta de mercancías afrontaron el reajuste del dólar y los intereses con la consecuente incremento de la deuda externa al devaluarse monedas como el peso, que recién posesionado Petro registró un desequilibrio adicional, superando los $5.000, motivado en el pánico económico creado por sus opositores y los erráticos anuncios de algunos de sus recién posesionados ministros, como la de Minas y Energía, en lo referente a la exploración o no de nuevos yacimientos de gas y petróleo, que con sus exportaciones e impuestos sustentan la mayoría de los ingresos del gobierno.
La hábil maniobra política de sumar al Pacto Histórico partidos como el Liberal, Conservador y la U, más otros grupos minoritarios, le permitió al nuevo gobierno sacar adelante la Reforma Tributaria, proponer en la ONU, la regulación de drogas como la cocaína; reactivar la Reforma Rural Integral frenada por el gobierno de Duque, y lanzar la política de Paz Total, que pretende negociar la desmovilización con todos los grupos armados, con o sin ideología, reactivando negociaciones con el ELN y hábilmente comprometiendo al Presidente de Fedegan, Lafaurie, no sólo como miembro en la mesa de discusiones, sino como intermediario para que los ganaderos vendan tres millones de hectáreas destinadas al programa de Reforma Rural Integral.
Ya, con 20 billones de la reforma tributaria y presupuesto estructurado por el nuevo gobierno, el 2023, es un año decisivo para que despegue el Programa y el Plan de Desarrollo que se propone: reactivar la producción agropecuaria decaída al depender de importaciones de maíz, arroz, solla, trigo y otros que podemos cultivar, reactivar de industrias como la textil y crear nuevas factorías que den valor agregado y nuevas fuentes de empleo a partir de materias primas que hoy son exportadas sin procesar.
Para el 2023, quedan pendientes trámites ya iniciados en el Congreso de reformas como la política y electoral y la sustentación de las reformas a la Salud y las pensiones, que tantas polémicas y expectativas han desencadenado en torno al futuro de las descreditadas EPSs y los Fondos Privados de Pensiones.
Las elecciones para elegir gobernadores, alcaldes, diputados y concejales marcarán la agenda política y el cronograma de los partidos políticos y movimientos.
El Pacto Histórico con coaliciones hábilmente consolidadas, buscará fortalecerse en regiones como Bogotá, el Cauca, el Pacifico y la Costa Atlántica y ganar terreno en el centro del país, Antioquia y el antiguo eje cafetero, donde prefirieron votar por Rodolfo Hernández para frenar a Petro.
Hay expectativas para conocer el realinderamiento de la derecha, el centro y la izquierda, alrededor de diferentes candidaturas en las elecciones regionales de octubre del 2023.
