ÁLVARO JESÚS URBANO ROJAS
Desde la instauración de la Cámara de Comercio del Cauca, hace 93 años, el Almacén Patiño fue unos de los primeros establecimientos de comercio registrados, junto con la Empresa Municipal de Energía, matriculados hace 83 años y catalogados como los negocios con más de 50 años de permanencia.
HERNANDO LUCIANO PATIÑO ÁLVAREZ, nació en Túquerres (Nariño) un 7 de enero de 1921, del hogar conformado por Virgilio Patiño Guerrero y Nicolasa Álvarez De Los Ríos, murió el 7 de noviembre de 2019. Todo su periplo de vida lo inspiró en sus padres, comerciantes incansables que migraron a Popayán en 1930, atraídos por la llegada del Ferrocarril del Pacifico a la ciudad en 1926, como alternativa económica para darle conectividad al sistema productivo de la región.
La familia Patiño se integró a la vida social, productiva y educativa de la ciudad, con uno de los primeros almacenes de artículos importados desde Europa y los Estados Unidos, por los reconocidos mercados de Jamaica y las Antillas. Sus hijos varones fueron internados en El Seminario Mayor y su hija en el Colegio de las madres Josefinas. Su primer asentamiento mercantil fue en el Barrio La Pamba, pero la estrechez y el acelerado crecimiento de sus negocios, los obligó a trasladarse a la calle del Comercio, epicentro de la plaza de mercado. Luciano Patiño tenía sólo 8 años cuando llegó a Popayán, El negocio lo inició su padre en 1930, en un pequeño local en el tradicional barrio La Pamba, siendo el Almacén Patiño, epicentro del comercio de electrodomésticos, único representante de Phillips, Zenith y Admiral. En la década de los 40 fue reconocido como el mayor distribuidor de bicicletas, electrodomésticos, artículos de talabartería, zapatería, tapicería y línea deportiva.
El Almacén Patiño fue el primero en vender instalaciones para el servicio de agua y el proveedor de nuevas comodidades como neveras, refrigeradores, estufas eléctricas, calentadores de agua, aparatos de radio y tocadiscos, elementos de la modernidad que alegraban la vida de la comarca con insinuaciones confortables, llamativas y lujosas.
Las salas de venta se surtían con toda una gama de estilos que se extendía desde la suntuosa elegancia de pesados cortinajes, pinturas al óleo, cubiertas de sillas realizadas en encajes minuciosos o en cuero repujado para adornar salones áridamente convencionales y alcobas de fría austeridad, para enlucir sus piso de ladrillo, tapias de adobe y techos de calicanto, paredes encaladas y acabar con sus delgados colchones sin resortes rellenos de paja.
Como buen emprendedor, Luciano Patiño cría y fomenta el ganado de raza Normando en su finca Samanga, siendo un destacado expositor merecedor de muchos premios en las ferias ganaderas. Importó caballos percherones para optimizar en su heredad las faenas del campo, brindando ayuda a sus vecinos para facilitar la actividad agrícola y ganadera. Se le recuerda como un ejemplar padre de familia, buen amigo, afectuoso abuelo, sus valores morales, cristianos y éticos. Un hombre de bien honrado ciudadano.
En 1948 cuando fue asesinado el caudillo Jorge Eliecer Gaitán, la turba enardecida, se abalanzó contra el comercio de la ciudad y el almacén fue saqueado destruyendo puertas y ventanas, arrasando vitrinas y estanterías. Desde entonces, Luciano Patiño, tomó las riendas de la administración para mantener y sustentar su negocio superando la competencia de las grandes superficies y almacenes de cadena. Luciano Patiño fue un connotado patrocinador deportivo, especialmente del ciclismo, promotor del equipo “Automoto”, una de las marcas más reconocidas de la época. Desde 1980 se inclinó por la línea deportiva logrando posicionar un negocio estable y rentable, superando crisis agobiantes como el temblor de 1967, el terremoto de 1983 y las afectaciones por la peatonalización del Parque de Caldas y la intervención de la calle 5°. Este patriarca del comercio es sin duda un ejemplo de lucha digno de seguir para honrar su memoria.