HÉCTOR RIVEROS
@hectorriveross
Desde la cuenta de la directora del Centro Democrático se publicó un trino que insultó a la periodista Vicky Dávila, atacó a un miembro de la oposición e invitó a bloquear a un medio de comunicación. Después se supo que lo publicó un administrador de las redes sociales de ese Partido que quizás se equivocó de cuenta y lo difundió a través de una verificada y no de alguna paralela que se usa para esos menesteres.
Nubia Stella Martínez, que es una persona a la que considero respetable y respetuosa, aclaró rápidamente que ella no lo había escrito, ofreció excusas y etc y tarde en la noche de anoche se publicó un mensaje firmado por quien se atribuye el ataque, en el que se retracta y califica las injurias como “calificativos errados”.
El último comunicado está claramente redactado por un abogado, que midió las palabras y usó las que consideró mínimamente suficientes para evitar las consecuencias legales que su conducta podría tener.
Las explicaciones, sin embargo, son insuficientes y poco satisfactorias.
Es claro que Montoya, que es el apellido del administrador de las redes, escribió los trinos que escribió también calculando cada palabra y escogiendo las que le parecieron más ofensivas y agresivas. Lo hizo con un ánimo intimidatorio. En el texto no hubo una equivocación, el error fue seguramente en la cuenta escogida para publicar el mensaje. Hacerlo desde la cuenta de Nubia Stella Martínez era un exabrupto, quizás lo redacto para hacerlo desde su cuenta personal o, como ya lo dije, desde cuentas paralelas usadas con ese fin.
Eso es lo que hay que esclarecer: si dentro de las tareas atribuidas a Montoya en el Centro Democrático está la de injuriar a periodistas y opositores en forma anónima. Claro, poner la firma como la puso en este caso evidentemente era insostenible, pero ¿y sin la firma?
No se trata de meter a Montoya a la cárcel, pero la Fiscalía sí debería indagar al menos con la misma dedicación con la que indaga –por ejemplo- la reventa de las boletas en los partidos de la Selección. Quizás aquí se develó la punta de un hilo que si lo estiran pueda explicar una parte de los innumerables ataques y delitos que se cometen desde la trinchera falsa de una cuenta en una red social.
Martínez, a quien no imagino dando la instrucción de publicar un mensaje como el que se publicó, debería todavía aclarar un poco más. Por ejemplo, si Montoya actúa bajo sus instrucciones o si lo hace atendiendo las de otra persona, un jefe de comunicaciones, por ejemplo. No digo en éste caso, sino en general en su trabajo y Montoya sí que debe todas las explicaciones. En su calculado comunicado no explica nada, sino que sale corriendo y para eso ya es tarde.
Otro uribista fanático ya se había equivocado de cuenta al momento de injuriar al periodista Daniel Coronell, lo hizo desde la cuenta de una entidad oficial, la Superintendencia de Notariado y Registro. En esa ocasión el mensaje también se escribió escogiendo cuidadosamente las palabras más agresivas posibles y se “resolvió” con una media retractación.
Los hechos permiten afirmar que la hipótesis más creíble en éstos casos es que se trata de personas pagadas por el Estado, una y, por el Centro Democrático la otra, que tienen dentro de sus funciones hacer lo que hizo aplicadamente ayer Montoya: injuriar periodistas, intimidar opositores y atacar medios de comunicación. Confirmar esa hipótesis, respecto de la cual, la conducta de las dos personas que lo hicieron constituyen indicios fuertes, es lo que tienen que confirmar o desvirtuar las autoridades.
La otra hipótesis posible, también grave, aunque no delictiva, es que en las oficinas de comunicaciones gubernamentales y del Partido de gobierno hay fanáticos, que no tienen ningún respeto por los principios democráticos, que atacan a quienes consideran los contradictores de sus jefes o líderes con las armas que tienen en la mano que son las redes sociales. Los enceguece tanto el odio que cuando escriben el mensaje no distinguen si lo están haciendo desde una cuenta anónima o desde una verificada u oficial.
Desgraciadamente la conducta que pareciera probarse que se hace desde el Centro Democrático, institucional o individualmente, se hace desde otros sectores políticos. Claro que hay bodegas dedicadas a insultar a Uribe y sus seguidores, pero eso no excusa a su Partido, ni mucho menos a funcionarios gubernamentales a actuar de la misma manera.
El fanatismo le costó el trabajo al periodista Juan Pablo Bieri y sumando una cosa con otra va pareciendo que se trata de instrucciones centralizadas que han ido dejando evidencias que la Fiscalía debería recoger, unir, valorar y contarnos si se trata de personas que actúan bajo instrucciones que les dan otros y que nos cuenten quienes las dan, o si es que hay decenas, centenares o miles de fanáticos como el que se excusó después de anunciar “plomo” en una manifestación cobra la violencia.
Ahora, Montoya, que dicen que es un joven profesional, puede ahorrarnos las investigaciones y simplemente contarnos.
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