CARLOS E. CAÑAR SARRIA
Bertrand Russell, el connotado filósofo y matemático inglés concibe la política como “la producción de los efectos buscados”. En este año electoral, muchas expectativas existen sobre los cambios que se suscitarán con las elecciones legislativas y presidenciales.
Resulta oportuno imaginar y desear en el caso del Cauca, que esos efectos buscados que alude el citado filósofo, sean aquellos que permitan un Cauca cohesionado en objetivos comunes, que signifique dar los lineamientos básicos para la convivencia civilizada y el desarrollo conjunto de una región como la nuestra, relegada a los últimos escaños en desarrollo humano y en donde confluyen una serie de conflictos, que terminan siendo consuetudinarios ante la indiferencia del gobierno nacional y ante la falta de liderazgo y representatividad de nuestra invisible dirigencia regional.
La clase política caucana se mantiene en deuda con el departamento, por eso es justo y necesario, el surgimiento de nuevos liderazgos que logren encauzar un proyecto de región encaminado a superar paulatinamente, los índices de pobreza e indigencia. El tratamiento inadecuado de los conflictos socioeconómicos traducidos en el accionar frecuente de los movimientos sociales en su lucha por el reconocimiento, ha hecho que el Cauca se convierta en noticia al tiempo en que sigue siendo visto con incertidumbre.
Contrario a lo que sucede en otras regiones del país, en el Cauca por ningún lado se observa el compromiso colectivo de una clase dirigente empecinada en brindar un mejor destino a los habitantes. Los niveles de pobreza y de miseria son preocupantes y es angustioso constatar que, en lugar de evolucionar, involucionamos; no obstante esta situación, siguen en el poder los mismos de siempre, lo cual refleja el cinismo de los políticos que aspiran perpetuarse sin ameritar y la inconsciencia de un electorado que los mantiene y reproduce.
Resulta inútil citar los datos de autoridades económicas sobre la situación regional, si no se analiza la problemática, ni se establecen propuestas o programas concretos que impliquen el diseño e implementación de políticas públicas que comprometan a la clase polìtica, a nuevas dirigencias, a los gremios y a otros actores para combatir de manera agresiva la indigencia y la pobreza. Poco se aporta con recitar datos que ya se conocen y se viven.
Lo que requiere el Cauca es liderazgo, gestión y acción. Los caucanos más que diagnósticos y cifras, esperamos soluciones a la difícil problemática regional. El Cauca no podrá entrar en la era de la modernización y la modernidad si quienes la “representan” son indiferentes en generar planes de desarrollo que signifique incentivar el empleo, salarios justos, mayor cobertura en educación, mejores condiciones de salubridad; fomentar planes de vivienda, promover empresas y microempresas, entre otros aspectos, que se conviertan en alternativas de progreso, que sean garantes de tranquilidad física y psíquica de los asociados. El Cauca requiere progreso económico con desarrollo social.
El número de senadores y representantes a la Cámara puede significar mucho o poco, dependiendo de que dediquen o no sus esfuerzos en mejorar las condiciones de vida de una vasta población ansiosa de reconocimiento.
Por eso es conveniente elegir bien, es cuestión de ética, responsabilidad y madurez política. Ojalá la manía de la compraventa de votos pueda desterrarse de este país. Ojalá que no sea un tamal, unas tejas, una cerveza o un billete, los estímulos para los electores. En épocas electorales, no faltan líderes de barrios y comunas que ofrecen votos a cambio de dádivas, ni políticos inescrupulosos dispuestos a comprar conciencias basados en la ignorancia y necesidades de los habitantes.
En el Cauca es conveniente que los medios promuevan y organicen debates entre los diferentes candidatos al Congreso, donde los aspirantes puedan argumentar los vínculos que tienen con la región, qué han hecho y qué piensan hacer por el departamento.
Por ahí anda un aparecido aspirando al Congreso cuyo único vínculo es su padre que contribuyó en la decadencia del seudo partido conservador.
Por otro lado, no pocos congresistas se acuerdan de la región sólo en los momentos de recoger los votos, para luego desaparecer como por arte de magia. Se pierden, no se dejan ver cuando más los necesitan; a la hora de los conflictos, su papel es nulo, sin intermediación alguna.
Entre los retos del Cauca, está depurar la dirigencia regional, fomentar nuevos liderazgos, educación política de la ciudadanía, generar un proyecto de región donde el papel de la sociedad civil sea contundente en la consecución de los cambios esperados.
Mientras sigamos menospreciando estos indicadores, continuaremos rezagados en el contexto nacional, quejándonos de un destino inexorable, cuando la verdad es que es posible contribuir a generar los cambios, si no desaprovechamos las oportunidades y una de ellas, son las próximas elecciones de marzo.