GISELLE DELGADO
Lo que nadie habla del narcotráfico y que no se menciona en ninguna parte, son los miles de inocentes que aprendieron el consumo de la base de cocaína (bazuko). Vicio hijo de los ‘raspachines’ que durante años han vivido de este negocio. Las calles y ciudades de Colombia están inundadas de indigentes malolientes y harapientos que se encuentran en todas las calles, avenidas y sobretodo en los parques. Lo que me parece extraño es que ni el DANE diga ¿cuál es el porcentaje de indigentes? No sé si les da miedo contarlos, sencillamente porque este síntoma es la evidencia más grande de un país indolente e inequitativo. Colombia no tiene una política de manejo de la indigencia, ni siquiera la contempla en los planes de desarrollo y no lo asume ni el Ministerio de Protección Social ni menos otros ministerios. Popayán es una ciudad inundada por indigentes y lo más aterrador es que circulan por el Parque Caldas y el centro, incluyendo los barrios del norte, donde buscan su supervivencia. No podemos olvidar que el indigente es ante todo un ser humano y como decía un amigo: la característica es que requieren derechos, pero no tienen deberes para con la sociedad. Lo que si es cierto es que en Popayán es más notorio que no exista una política, ni institución alguna que se responsabilice de proteger al ciudadano común, del asedio peligroso de los indigentes.
Al nuevo alcalde le sugiero que se constituyan albergues para estos indigentes en sitios lejanos del centro de la ciudad; que les impida cumplir su acometido que en muchos es el atraco diario. Sus guaridas y escondites en Popayán están en el Parque Mosquera, el Puente del humilladero o el Tablón del Barrio Bolívar y debajo de cuanto puente hay en la ciudad. El estado en este caso el municipio, debería tener una propuesta y una política de Gobierno frente a la inseguridad, que consista en sacar a los indigentes del área histórica, pues la presencia de ellos genera un halito de atraso y corrupción. Deberían de haber muchas instituciones interesadas en presentar propuestas viables que protejan al indigente, respetando sus derechos humanos, ya que la recuperación de ellos, que en su mayoría son consumidores, hay que descartarla… ¡Jamás se van a recuperar mentalmente y van a hacer de la indigencia su alternativa de vida! Si bien existen libertades como ellos la tienen, de escoger esta vida. También los ciudadanos necesitamos tranquilidad y seguridad y no un panorama tan dantesco y terrible de un Popayán, que a las ocho de la noche se llena de fantasmas desfigurados por la droga, que asaltan y roban a su antojo, ante el miedo que le producen a la Policía Metropolitana, formada en su mayoría por jóvenes que optan por no meterse en el problema.
Al señor Alcalde y su Secretario de Gobierno, desde esta pluma estaré contribuyendo a denunciar el problema de la indigencia, del cual el DANE nunca habla. Si nos descuidamos, los centros de las ciudades y los parques estarán más llenos de indigentes y habitantes de calle. Igual que como ocurrió en la Plaza Mayor de Madrid, lo que sirvió para hacer una radiografía de la crisis económica de España o de lo que sucedió cuando el preludio de la revolución francesa. ¡La indigencia siempre ha sido el anuncio de una profunda crisis social!
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