0ALEJANDRO ZÚÑIGA BOLÍVAR
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Antes de las elecciones tuvimos la oportunidad de ver a un gobierno central volcado a los distintos sectores de la sociedad para escuchar sus problemas y planteando soluciones. A la justicia le prometió recursos que hoy, estando en duda, propician un paro inicial de dos días. A los indígenas les prometió autonomía en el manejo de los recursos de salud y educación y, sin firmase los decretos, se cierne nuevamente el temor de un paro indígena y sus conocidas formas de protesta. Incluso a doña “Mechas” le prometieron ayuda y se quedó esperando la llamada de ‘Juanpa’ luego de las elecciones. Y qué decir de los pensionados a quienes les prometieron reducir su aporte de salud del doce por ciento 12% a un cuatro por ciento (4%) y, al hundirse el proyecto de ley que cursaba en el congreso durante la anterior legislatura, ¿será que también se gestará un paro de los pensionados?
No tengo la intención de calificar como buenas, adecuadas, deseables o apropiadas las promesas del gobierno central, ni tampoco descalificarlas. Simplemente quiero mostrar que, en el afán de llegar al poder, se hicieron muchos acuerdos y promesas que el Estado no puede afrontar en un solo envión. Lo cual, llevará a múltiples protestas prevenientes de todos los sectores que se sientan defraudados por cuenta de las promesas preelectorales del gobierno nacional. Nos hubiera hecho mucho bien que en la campaña advirtieran que “el que mucho abarca poco aprieta” y que hay prioridades – ¡pero cómo se me ocurre! Si eso no da votos.
Lo complicado del asunto, además del incumplimiento en los casos que no se justifica, es que en el Cauca, y en especial en Popayán, confluimos casi todos los sectores que han recibido parte de esas promesas y que, al no estar en el “top of mind” del gobierno nacional, veremos pospuestas las discusiones de las iniciativas que puedan materializar lo prometido.
Para Popayán y el Cauca no es extraña la protesta social. Conocemos sus dinámicas y sus consecuencias, hemos visto ir y venir Ministros de Gobierno con sus extintores y con un paquete más de promesas. De alguna u otra forma hemos naturalizado estas situaciones, sin que dejen de preocuparnos o, en algunos casos, afectarnos gravemente.
Ahora bien, qué pasaría si los pensionados paran o, mejor dicho, que pasaría si protestaran… no vayan a preguntar ¿cómo hace un cesante para parar? No se nos haga extraño que suceda lo mismo que pasó cuando arrancó el álgido debate por la reforma a la salud en Colombia.
Recordemos que en aquel entonces el país sintió zozobra al ver a los médicos protestando. Para ese entonces, era normal que protestaran las E.P.S. por estar en “crisis” y “al borde la quiebra”, o que protestaran las I.P.S. porque las E.P.S. no les pagan… ¿pero que los médicos protesten? Tenaz “algo grave debía estar pasando”. Eso mismo creo que nos pasaría si viéramos protestar a nuestros pensionados, vamos a caer en la cuenta de cuán grave es que el Estado prometa para ganar y luego de ganar no cumpla lo prometido… No sé por qué se me parece a esa definición coloquial del estupro, por algo será.
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