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JAIME PATIÑO
Este primer lunes festivo del año tuvo un componente distinto, el gobierno nacional convocó a una mesa de trabajo a la que tuve la oportunidad de asistir, conjunto con gremios, empresarios, fuerzas militares, líderes políticos y gobiernos de los departamentos de Cauca, Valle, Huila y Nariño, el epicentro: Popayán.
El consenso generalizado que vivió el recinto principal de la Casa de la Moneda, dejó un balance puntual: el CRIC y los movimientos Indígenas perdieron el apoyo de los Payaneses y Caucanos. Ya no aguantamos más sus vías de hecho antes de cada Semana Santa, en estas llevamos 20 años.
Mientras algunos dirigentes políticos no quisieron pelear con los votos de este 27 de octubre, en el lugar se fijó un hecho sin precedentes, se le entregó al gobierno nacional el respaldo y el apoyo civil generalizado, como un voto de confianza a la institucionalidad, y a su vez, se les exigieron prontas soluciones para que actúen con vehemencia en la búsqueda de realidades que logren la anhelada apertura de la vía panamericana, y que así, se reintegren los derechos vulnerados de quienes nada tenemos que ver en este asunto.
Además, se habló de las pérdidas incalculables generadas por los convocantes de las Mingas, lo que da pie a denuncias penales instauradas por parte de los actores que se sienten afectados y que reclaman responsables ante la justicia ordinaria.
El Cauca, por ser epicentro de todo este conflicto, es el fortín político de “Ferragamos” que buscan pescar en lodo revuelto con discursos populistas que nada bien le hacen a la región, llegan a embarrarla con sus predeterminados movimientos políticos y discursos polarizantes entre clases, enervando las multitudes con un solo fin: sembrar más caos con el empoderamiento de las masas para elevarlas, a puntos y metas tan inalcanzables, que concluyen en el alargamiento de esta crisis.
Por eso me llamó sumamente la atención, un aparte del reporte del gobierno encabezado por la Ministra del Interior, cuando indicó que las comunidades indígenas solicitaron al gobierno nacional, entre otras cosas, la ampliación de su territorio en 40.000 hectáreas de tierra, lo cual representa una extensión mayor de la que tiene actualmente todo el municipio de Santander de Quilichao; sin lugar a dudas, no solo es una pretensión descabellada, es imposible de cumplir.
Es cierto que la historia recordará las deudas hacia el Cauca de parte de los gobernantes que hemos tenido y que la democracia ha establecido, no tenemos un puerto como Buenaventura, ni siquiera la vía al mar, sufrimos de “exceso” de subdesarrollo, somos una cadena montañosa que le da la vida a todo el país con su Macizo, pero para la otra Colombia, así nos vemos bonitos y no servimos para nada más, por eso es tan poco inteligente librar desde acá las batallas y secuestrar terceros que nada deben, acá no incomodan más que a los habitantes.
Es preocupante ver como suben los índices de inflación por los desabastecimientos, las entidades poco las controlan, no actúan para auditar la desproporción en el alza del costo de vida y de los precios al consumidor, que de algún modo, son la herramienta del empresario que debe buscar amortizar las pérdidas en el tiempo, pero que se traduce al final de todo, en los platos rotos que pagamos todos, peso a peso.
No más chirrincho, no más vías de hecho, no más falsas promesas y no más atropellos, no más muertes, no más terrorismo y explosivos, no más populismo, no más violencia, no nos dejemos coger “con los calzones abajo”, señor Gobernador, continúe con la senda de inversión en la vía por Suárez y Timba.
Aterricemos todos, mestizos e indígenas, en este Siglo XXI, como dijo un asistente amigo, nadie tiene la culpa de la llegada de Cristóbal Colón a América, salgamos entre todos del atraso mental en el que estamos sumidos como departamento, dejemos de jodernos los unos con los otros y ¡Liberen a Popayán YA!
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