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Eliana Gómez Hurtado
A tres horas de Popayán se encuentra el municipio de Balboa, localizado en el sur del Cauca y conocido turísticamente por su paisaje y por el parapentismo; una actividad muy novedosa en esta zona de la región para disfrutar en familia.
Ulises Orlando Bambagüe, es secretario ejecutivo de la alcaldía de esta municipalidad y además es propietario del ‘Voladero my abuelita’, nombre que le puso en honor a su madre.
Él lleva más de 14 años practicando esta actividad y casi la mayoría de los integrantes de su familia son pilotos de vuelo, entre ellos su hija Liseth Alexandra de 26 años, Juan Diego de 19 y el último, de 13 años de edad que apenas está haciendo sus primeros ‘pinos’ en el parapente. Su esposa Nubia Patricia Plaza es ama de casa y junto con Yaneth Erazo (esposa de Robinson) son las encargadas de liderar un proyecto productivo con el Sena.
Este deporte permite conocer el paisaje, los valles, la cordillera central y occidente, el río Patía y ‘El Balcón de El Patía’, con vista panorámica hacia algunos municipios del Cauca como Rosas, El Bordo, La Sierra, El Estrecho, Mercaderes, Popayán y en Nariño, se pueden apreciar los pueblos de Chachagüí y La Unión.
“Nos gusta realizar este ejercicio por el paisaje que tiene Balboa, por las condiciones para volar y porque es uno de los voladeros más largos, sanos y bonitos del país”, explicó el propietario de este voladero.
“Es una experiencia única que se vive en el aire”
De acuerdo con Bambagüe, el parapente le permite vivir a los usuarios una sensación diferente y además una experiencia en el aire, “imitar a las aves con ese vuelo, no tiene precio” agregó.
Aparte de ofrecer el mejor servicio en parapente, Voladero my abuelita brinda zonas de piscina, camping y la posibilidad de compartir en familia, “es lo que la gente de la ciudad necesita para los descansos… se le brinda las posibilidades para que se sienta como en familia”, puntualizó el dueño del establecimiento.
Para llegar a este lugar, hay que desplazarse desde la capital caucana al municipio de Balboa y luego a la vereda El Diviso, que está a diez minutos de la cabecera municipal. Allí, se encuentra el Voladero y la panorámica de todo el municipio y del valle del río Patía.
En este sitio, se vuela a 1.700 metros sobre el nivel del mar y se aterriza a 500 metros en las orillas del río Patía.
“Queremos que la gente venga porque le da realce y reconocimiento al municipio, sobre todo años atrás (5 años), cuando esta zona era catalogado como un municipio violento, de difícil acceso y de cultivos ilícitos. A raíz del surgimiento del parapentismo, hemos mostrado otra cara amable y diferente, donde la gente pueda venir a disfrutar”, precisó Bambagüe.
Hay que mencionar que los hermanos Pedro y Felipe Calambás también son pilotos de parapente y trabajan junto con Ulises en el Voladero my abuelita.
“Mi sueño es seguir volando”
Juan Diego Bambagüe es hijo de Ulises y también se dedica a este deporte. Todo empezó hace aproximadamente ocho años cuando su padre lo amarraba de una soga y lo ‘tiraba’ desde la cima para que empezara hacer sus primeros ‘pinitos’ en parapente. Ahora a sus 19 años es todo un profesional en lo que practica. Desde que terminó su bachillerato, sólo se dedica al vuelo libre.
Su labor le ha permitido participar en concursos y recorrer varias zonas como Valle, Nariño y Risaralda y países como Ecuador.
“Estamos firmes con este deporte”
Robinson Bambagüe es el administrador del local y sobrino de Ulises. Tiene cuatro hijos y vive con su esposa Yaneth Erazo. Él vuela hace 15 años, después de ver cómo unas personas practicaban este deporte en Balboa. “Me gustó mucho esta actividad y busqué cómo aprender y desde ese día hasta el son de hoy continuamos firmes con este deporte”, acotó.
Agregó que se empezó a motivar desde que en el 2004, la alcaldesa de ese entonces, Alba Lucía Otero, realizó dos eventos en el municipio con 150 pilotos, con el propósito de promover este deporte en el departamento del Cauca. Desde que tiene uso de razón, Robinson ha volado a centenares de personas entre ellos, huilenses, rolos, vallunos, nariñenses y también extranjeros de países como Holanda, Suiza, Brasil, Argentina, México y Estados Unidos.
“Uno se siente muy contento cuando el pueblo lo visitan personas de otros lugares, se siente como una satisfacción de un deber cumplido”, expresó Robinson.
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