Por María Isabel Campos, estudiante de comunicación social y periodismo
Desde hace 12 años, a pocos minutos del centro histórico de la ciudad de Popayán, precisamente en el barrio Modelo, la señora Rut Martínez se ha dedicado, en compañía de su hijo Antonio Náñez, al cuido y alimentación de más de 200 pajaritos, los cuales armonizan el sector con su canto y divierten a sus espectadores con el sobrevuelo que hacen de un árbol a otro durante el día.
La señora Rut Martínez ronda por los 80 años de vida, y de ellos, lleva 42 años trabajando en su tienda llamada ‘La tienda de Ruca’, donde con gran vigor y ligereza, vende granos, productos de aseo, lácteos etc.
Ella cuenta que desde hace más de una década, un día llegaron, en horas de la mañana, unos cuantos pajaritos a picotear en el andén su tienda, buscando algo para comer. Como no había nada en el suelo para alimentarse, ella sacó de su tienda una cantidad pequeña de cuchuco, alimento que consiste en el maíz, la cebada o trigo en grano pelado y trozado o semimolido, que se usa para hacer sopas y lo regó en una esquina del lugar.
Con el transcurrir de los días el número de comensales alados fue aumentando, y estos se fueron quedando poco a poco a vivir en los dos árboles que están al lado tienda. Eso sí, aunque la gran mayoría solo llegan a comer y a tomar agua en el balcón de la casa de la señora Rut y se van, no dejan de regresar con puntualidad a eso de las 5:30 de la mañana, a cantar en coro, hasta que Antonio Náñez les da de comer.
“Estos animalitos son algo exigentes en su alimentación, puesto que no les gusta ningún otro tipo de alimento que no sea cuchuco, y les encanta beber agua fresca”, manifestó Antonio.
Ya en horas de la tarde, aumenta el número de pájaros sobrevolando y comiendo en el andén de la casa de los Náñez Martínez. La gran mayoría, luego de saciarse con el cuchuco, van a descansar en los árboles, donde permanecen hasta bien entrada la tarde.
Regularmente, el tipo de pájaros que ahí se encuentran son los llamados ‘canarios costeños’, aunque también llegan palomos y torcazas.
Como es toda una diversión ver a estos pajaritos y además un deleite musical visitar este lugar, los fines de semana varias personas se acercan a la tienda de doña Rut para disfrutar del espectáculo. Algo destacable de estos animalitos es que no son esquivos. Al contrario se han acostumbrado al flujo vehicular y ruido del barrio, y sienten gran empatía con los clientes de la tienda.
Son 4 arrobas de cuchuco las que comen durante una semana estos curiosos habitantes del barrio Modelo. Pero doña Rut no está sola. En esta iniciativa, están participando desde hace unos meses un par de vecinos que también han regado alimento en los andenes de sus viviendas, atrayendo así más aves, que se han convertido en un lazo que fortalece la vecindad entre ciudadanos de este céntrico sector payanés.
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